“PUÑALES INVISIBLES”
A la luz de las evidencias recopiladas por las
tropas rusas en territorio ucraniano y las conclusiones de científicos
independientes sobre las causas de la Pandemia ¿Puede seguir sosteniéndose la
versión que habla del Covid-19 como un virus de origen natural?
Por Dany
Smith
Para quienes no creímos que el SarS-CoV 2
apareció por una trasmisión aérea y accidental de un animal al organismo
humano, la declaración de la Pandemia por la nada confiable y parasitaria OMS
solo fue parte de un ensayo general de quienes hace décadas construyen en laboratorios
de alta sofisticación (financiados por multimillonarios presupuestos), las
pestilencias más peligrosas y letales para la salud del ser humano.
Para mayor horror, en
esos mismos establecimientos ha quedado establecido que trabajan expertos de
farmacéuticas que han hecho de las vacunas para combatir ese supuesto virus
“natural”, una fabulosa campaña de relaciones públicas y un negocio billonario.
Sobre esto se está esperando que la eminencia mediática Anthony Fauci responda
ante la justicia por los correos electrónicos (provenientes de DARPA) y su
participación durante la administración de Obama financiando los experimentos
con el SARS (usando ratas) mediante el NIAID, la Fundación Gates y USAID.
Pero Fauci y todos los
implicados en estos negocios negros, incluido el hijo del presidente
estadounidense Hunter Biden confiaban de que todo estaba bajo control y la
Pandemia y todo lo que ocurrió bajo esa situación (vaticinada en el Event-21) quedaría
guardado bajo la alfombra. Para reforzar este oscurantismo no era extraño
esperar que las revistas científicas occidentales Science y The
Lancet que se venden -y que los medios potencian- como las fuentes
indiscutibles de la verdad revelada, se alinearan por la derecha con el relato
oficial que se sintetizaría en el argumento de un virus de un murciélago en un
mercado de Wuhan.
Pero desde el inicio de
esto, muchos científicos y expertos en virología discutieron este argumento y
muchos de ellos fueron rápidamente amenazados de destruirles la carrera
profesional, otros cancelados o simplemente escarmentados por sus propios
colegas. En fin, cosas de la democracia angloestadounidense.
Así mismo y como suele
decirse, la verdad suele salir a flote tarde o temprano y en este caso lo ha
hecho de forma presurosa gracias, a una potente y creciente oposición de las
bases de la ciudadanía global que discutió y criticó tanto la veracidad del
origen de esa pandemia, las medidas medievales impuestas y la inoculación de
vacunas que no tienen las pruebas de rigor para certificar su éxito. La estafa
quedó al descubierto y eso lo ven hoy los chinos revelándose en las calles ante
el intento gubernamental de confinarles a los palos nuevamente.
Pero como una ironía
del destino, sería la administración de Biden y la Secretaría General de la
OTAN quienes empujando a que Rusia interviniera en Ucrania, terminaron
facilitando el descubrimiento de sus tenebrosas instalaciones de Bioguerra
desperdigadas en varias localidades de ese país. Inmediatamente, el Ministerio
de Defensa ruso puso en conocimiento un complejo esquema de distribución de
estos laboratorios (unos 46) que se hallaban bajo la dirección del Pentágono.
Eso claramente no estaba en los planes de los funcionarios estadounidenses y
hoy es un motivo de arduo tratamiento dentro de los más altos estamentos en
Washington.
Apelar a que se trataba de una “teoría de la conspiración” o a la propaganda rusa no servía para explicar una mierda que rebasaba por los cuatro costados y que estaba a la vista por la fuerza de las circunstancias. Incluso más, EEUU hace décadas que se avoca al desarrollo de agentes pestilentes para agredir silenciosamente. Tal vez pocos lo recuerden, pero un tipo llamado Eduard Lanslade quien era el Subsecretario de Defensa para Operaciones Especiales quien en 1962 presento un plan de ataque químico y biológico contra Cuba denominado “Tarea 33” y que constaba en incapacitar a los trabajadores azucareros mediante agentes biológicos trasmitidos por insectos ¿Acaso eso era ciencia ficción? Para nada, eso era tan real como lo expuesto hoy en Ucrania.
Aquello fue un baldazo
de agua helada y rápidamente los neoconservadores (principales involucrados en
todo esto) salieron al cruce a tratar de explicar lo inexplicable. Fue así que la
Subsecretaria de Estado Victoria Nuland por comienzos de marzo reconoció que
EEUU tiene laboratorios en Ucrania pero, refuto que allí se desarrollaran armas
biológicas ¿Es creíble esa respuesta? Los hechos están claros y la repregunta
es simple ¿Para qué son entonces esos laboratorios dirigidos por el Pentágono,
para hacer jarabes para la tos? Igualmente, Nuland fue prontamente puesta en
evidencia cuando Avril Haines, directora de la Dirección de Inteligencia
Nacional aseveró que había doce laboratorios para “la Biodefensa y en
prevención de la propagación de la pandemia, es decir en beneficio de la Salud
Pública” ¿? Igualmente Haines se quedo corta con el número por lo cual, estaba
tratando de engañar al público estadounidense tal como lo estaba haciendo
Nuland.
Como era de esperar,
Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) hasta
hoy mantienen un mutismo escandaloso que no es otra cosa, que una espera para
ver que es lo que dirá Washington. Precisamente, en el Congreso estadounidense
hay un revuelo importante tras haberse estado indagando sobre informes provenientes
de expertos como el Coronel en retiro Lawrence Sellin y de investigaciones
externas como las virólogos indios, del francés Luc Montagnier y del virólogo
italiano Giorgio Palú que denuncian la existencia de rastros en ese virus que evidencian
una manipulación artificial. A esto se han sumado otras evidencias referentes a
que el SarS-CoV-2 conocido como COVID-19 fue el fruto de una fuga de
laboratorio donde el ejército estaba ensayando nada menos que la variante
“Omicron” de esta cepa.
Este último dato surgió
de los elementos y evidencias recabadas en los complejos hallados por las
tropas rusas y que dejaron plasmados en informes que al contrario de La Casa
Blanca, algunos congresistas han dado lugar para que se indague sobre la veracidad
de su contenido. Según la información, la variante “Omicron” es una creación
surgida de las investigaciones en los laboratorios de Boston, con dos
propósitos: Crear una vacuna eficaz y perfeccionar un arma bacteriológica. Al
parecer esto fue lo que motivo que el 22 de noviembre pasado cinco senadores republicanos
enviaran una carta la directora de la Oficina de Política Científica y
Tecnológica en Washington DC, para que se informe los detalles de estos
experimentos riesgosos que ponen en peligro la salud pública y de comprobarse
los peligros, que los mismos se detengan.
Ante toda esta
evidencia y las infructuosas maniobras evasivas de los funcionarios, muchos se
preguntan si las preocupaciones de los burócratas norteamericanos pasan por una
verdadera intención de exponer esta peligrosa infraestructura de producción
bacteriológica para frenar su producción o más bien, crear un informe recortado,
con datos amañados y lleno de huecos fácticos al estilo 11/S.
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