martes, 29 de noviembre de 2022

 

“PUÑALES INVISIBLES”

A la luz de las evidencias recopiladas por las tropas rusas en territorio ucraniano y las conclusiones de científicos independientes sobre las causas de la Pandemia ¿Puede seguir sosteniéndose la versión que habla del Covid-19 como un virus de origen natural?

 

Por Dany Smith

Para quienes no creímos que el SarS-CoV 2 apareció por una trasmisión aérea y accidental de un animal al organismo humano, la declaración de la Pandemia por la nada confiable y parasitaria OMS solo fue parte de un ensayo general de quienes hace décadas construyen en laboratorios de alta sofisticación (financiados por multimillonarios presupuestos), las pestilencias más peligrosas y letales para la salud del ser humano.

Para mayor horror, en esos mismos establecimientos ha quedado establecido que trabajan expertos de farmacéuticas que han hecho de las vacunas para combatir ese supuesto virus “natural”, una fabulosa campaña de relaciones públicas y un negocio billonario. Sobre esto se está esperando que la eminencia mediática Anthony Fauci responda ante la justicia por los correos electrónicos (provenientes de DARPA) y su participación durante la administración de Obama financiando los experimentos con el SARS (usando ratas) mediante el NIAID, la Fundación Gates y USAID.

Pero Fauci y todos los implicados en estos negocios negros, incluido el hijo del presidente estadounidense Hunter Biden confiaban de que todo estaba bajo control y la Pandemia y todo lo que ocurrió bajo esa situación (vaticinada en el Event-21) quedaría guardado bajo la alfombra. Para reforzar este oscurantismo no era extraño esperar que las revistas científicas occidentales Science y The Lancet que se venden -y que los medios potencian- como las fuentes indiscutibles de la verdad revelada, se alinearan por la derecha con el relato oficial que se sintetizaría en el argumento de un virus de un murciélago en un mercado de Wuhan.

Pero desde el inicio de esto, muchos científicos y expertos en virología discutieron este argumento y muchos de ellos fueron rápidamente amenazados de destruirles la carrera profesional, otros cancelados o simplemente escarmentados por sus propios colegas. En fin, cosas de la democracia angloestadounidense.

Así mismo y como suele decirse, la verdad suele salir a flote tarde o temprano y en este caso lo ha hecho de forma presurosa gracias, a una potente y creciente oposición de las bases de la ciudadanía global que discutió y criticó tanto la veracidad del origen de esa pandemia, las medidas medievales impuestas y la inoculación de vacunas que no tienen las pruebas de rigor para certificar su éxito. La estafa quedó al descubierto y eso lo ven hoy los chinos revelándose en las calles ante el intento gubernamental de confinarles a los palos nuevamente.

Pero como una ironía del destino, sería la administración de Biden y la Secretaría General de la OTAN quienes empujando a que Rusia interviniera en Ucrania, terminaron facilitando el descubrimiento de sus tenebrosas instalaciones de Bioguerra desperdigadas en varias localidades de ese país. Inmediatamente, el Ministerio de Defensa ruso puso en conocimiento un complejo esquema de distribución de estos laboratorios (unos 46) que se hallaban bajo la dirección del Pentágono. Eso claramente no estaba en los planes de los funcionarios estadounidenses y hoy es un motivo de arduo tratamiento dentro de los más altos estamentos en Washington.

Apelar a que se trataba de una “teoría de la conspiración” o a la propaganda rusa no servía para explicar una mierda que rebasaba por los cuatro costados y que estaba a la vista por la fuerza de las circunstancias. Incluso más, EEUU hace décadas que se avoca al desarrollo de agentes pestilentes para agredir silenciosamente. Tal vez pocos lo recuerden, pero un tipo llamado Eduard Lanslade quien era el Subsecretario de Defensa para Operaciones Especiales quien en 1962 presento un plan de ataque químico y biológico contra Cuba denominado “Tarea 33” y que constaba en incapacitar a los trabajadores azucareros mediante agentes biológicos trasmitidos por insectos ¿Acaso eso era ciencia ficción? Para nada, eso era tan real como lo expuesto hoy en Ucrania.

Aquello fue un baldazo de agua helada y rápidamente los neoconservadores (principales involucrados en todo esto) salieron al cruce a tratar de explicar lo inexplicable. Fue así que la Subsecretaria de Estado Victoria Nuland por comienzos de marzo reconoció que EEUU tiene laboratorios en Ucrania pero, refuto que allí se desarrollaran armas biológicas ¿Es creíble esa respuesta? Los hechos están claros y la repregunta es simple ¿Para qué son entonces esos laboratorios dirigidos por el Pentágono, para hacer jarabes para la tos? Igualmente, Nuland fue prontamente puesta en evidencia cuando Avril Haines, directora de la Dirección de Inteligencia Nacional aseveró que había doce laboratorios para “la Biodefensa y en prevención de la propagación de la pandemia, es decir en beneficio de la Salud Pública” ¿? Igualmente Haines se quedo corta con el número por lo cual, estaba tratando de engañar al público estadounidense tal como lo estaba haciendo Nuland.

Como era de esperar, Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) hasta hoy mantienen un mutismo escandaloso que no es otra cosa, que una espera para ver que es lo que dirá Washington. Precisamente, en el Congreso estadounidense hay un revuelo importante tras haberse estado indagando sobre informes provenientes de expertos como el Coronel en retiro Lawrence Sellin y de investigaciones externas como las virólogos indios, del francés Luc Montagnier y del virólogo italiano Giorgio Palú que denuncian la existencia de rastros en ese virus que evidencian una manipulación artificial. A esto se han sumado otras evidencias referentes a que el SarS-CoV-2 conocido como COVID-19 fue el fruto de una fuga de laboratorio donde el ejército estaba ensayando nada menos que la variante “Omicron” de esta cepa.

Este último dato surgió de los elementos y evidencias recabadas en los complejos hallados por las tropas rusas y que dejaron plasmados en informes que al contrario de La Casa Blanca, algunos congresistas han dado lugar para que se indague sobre la veracidad de su contenido. Según la información, la variante “Omicron” es una creación surgida de las investigaciones en los laboratorios de Boston, con dos propósitos: Crear una vacuna eficaz y perfeccionar un arma bacteriológica. Al parecer esto fue lo que motivo que el 22 de noviembre pasado cinco senadores republicanos enviaran una carta la directora de la Oficina de Política Científica y Tecnológica en Washington DC, para que se informe los detalles de estos experimentos riesgosos que ponen en peligro la salud pública y de comprobarse los peligros, que los mismos se detengan.

Ante toda esta evidencia y las infructuosas maniobras evasivas de los funcionarios, muchos se preguntan si las preocupaciones de los burócratas norteamericanos pasan por una verdadera intención de exponer esta peligrosa infraestructura de producción bacteriológica para frenar su producción o más bien, crear un informe recortado, con datos amañados y lleno de huecos fácticos al estilo 11/S.

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