martes, 14 de febrero de 2023

 

“LAS MADRES DE RUSIA”

El escándalo de la retención indebida de seis mujeres embarazadas de origen ruso en el aeropuerto de Ezeiza por supuestas irregularidades en su visado, parece haber sido una opereta montada por intereses foráneos y ello nos obliga a preguntarnos ¿Quiénes instigaron a tomar estas medidas ilegales e inhumanas?

Por Javier B. Dal

No, no se trata de un error de redacción. El tema no se refiere a “La madre Rusia” como lema patriótico de las épocas de la multiétnica Unión Soviética, aunque en cierto sentido sí. En la última semana salto a la luz una situación que ya se venía dando y que tienen como principales protagonistas a jóvenes mujeres rusas embarazadas que llegan al país para parir a sus hijos. Al parecer a alguien eso le ha parecido muy sospechoso y puso a rodar un supuesto complot de espionaje internacional…eso pasa cuando 007 está de vacaciones en Buenos Aires.

Desde el punto de vista constitucional esto no debería ser un problema ya que nuestros artículos 14 y 20 de la Carta magna consagra la libertad para todas las personas de buena voluntad de cualquier parte del mundo poder entrar, transitar, permanecer y salir del país cuando quieran siempre y cuando no sea para cometer ilícitos.

La noticia de que seis mujeres embarazadas de origen ruso estaban detenidas en Ezeiza y que por privarles salir del aeropuerto estaban durmiendo en el piso, desato la indignación y al mismo tiempo disparó las alarmas sobre las reales causas de este trato discriminatorio e inhumano. Esto tenía que ver con algo muy opaco y que va más allá de la propaganda atlantista que ciertos medios capitalinos están difundiendo.

Durante décadas miles y miles de mujeres y familias de los países fronterizos se han beneficiado del servicio de salud pública argentino sin que les costase un peso. Incluso se ha comprobado (y para desilusión de muchos) como esos mismos países no son recíprocos cuando un connacional necesita ser atendido por un médico. Los turs de salud desde Bolivia, Paraguay e incluso Chile era algo que no conmovió jamás a los burócratas de Migraciones y mucho menos a los flexibles medios de la ciudad autónoma.

Estuvo claro que algo más que la simple irregularidad administrativa en los papeles de las ingresantes rusas había motivado esta medida. Alguien estaba tomando nota de los movimientos de estas mujeres rusas que llegaban al país y no precisamente eran funcionarios del gobierno argentino. Sin dudas estos les soplaron seguramente una historia sobre una imaginaria infiltración de espías rusos y fue así que los atolondrados funcionarios picaron y cometieron una torpeza que -deliberadamente prevista- se hizo mediática. De alguna manera debían justificar semejante accionar pero ¿Cuál era la causal para detener a estas mujeres? La única imputación que rumiaron algunos fue la calificación de “falsas turistas” y de “aprovecharse de los beneficios documentales que otorga el país” ¿Dónde estaba el delito? Desde el punto de vista legal no existen estas calificaciones como tipos penales en nuestro código penal.  El olor a la rusofobia que Washington ha estado difuminando mediante su propaganda informativa y toda clase de medidas restrictivas parece apestar en este caso.

Al parecer alguien dentro del gobierno federal se puso legalista con el cumplimiento de los visados y el control para la entrada de ciertas personas al país. Sin dudas algo muy raro. En este caso puntal no se puede dejar pasar el origen de las demoradas por lo cual torna muy sospechoso todo este movimiento que bien podría haber sido instigado por alguna influencia salida de los edificios en Avenida Colombia al 4000 y/o Luis Agote al 2000.

No es la primera vez que EEUU influye dentro de las decisiones de otros gobiernos y el argentino no va a ser la excepción. Ya hemos visto lo que ocurre con los que realmente se resisten.

El planteo de una supuesta ilegalidad en la llegada al país de éstas mujeres denota ese sesgado y prejuicioso punto de vista que EEUU y Gran Bretaña han instalado en el relato mediático de lo que hoy sucede en Ucrania. La demonización como parte de la propaganda y la guerra psicológica es un arte continuamente empleado por Washington y sus laderos. Bajo esta premisa tóxica y maliciosa todo lo ruso y los rusos en particular, son sospechosos por su nacionalidad ¿Acaso olvidan las censuras y las prohibiciones de ingreso a ciertos países europeos sobre jugadores, deportistas e intelectuales por el solo hecho de ser rusos? Nada nuevo en el proceder de los gobiernos y medios occidentales cuando de los estereotipos hacen todo un relato.

Tampoco nos debe sorprender que los medios argentinos y sus adláteres, descarados partidarios del relato atlantista se estén haciendo su agosto a costa de esta situación. Su forma de operar es la misma que la creada en torno al avión venezolano, un gran bulo que escondía los intereses geopolíticos de un estado determinado. Los musulmanes quienes desde 2001 fueron blanco de todo tipo de acusaciones y sospechas, muchos de ellos enviados a campos de concentración como Guantánamo, Abu Graib, Bucca, Bagram y otra veintena de cárceles secretas alrededor del globo de la “democracia” estadounidense, debieron pasar por ese mismo calvario estigmatizante nacido de una propaganda islamófoba y tendenciosa a justificar objetivos geopolíticos de EEUU e Israel en todo el Medio Oriente. 

No hay que olvidar el contexto geopolítico y las draconianas medidas estadounidenses para sancionar el contacto con todo lo ruso. Se sabe muy bien que en la Argentina hay una buena parte de la sociedad que no tiene ningún problema con Rusia ni los rusos, pese al ponzoñoso y constante radiar de la diatriba rusofoba de ciertos sectores y personajes políticos casualmente anglófilos y de medios capitalinos que sintonizan con ese pensamiento tóxico.

Como una forma de tapar semejante injerencia y disfrazar las presiones que seguramente recibe, el gobierno nacional salió a la palestra a intentar justificar estas retenciones y las medidas judiciales puestas en marcha bajo la supuesta existencia de una mafia que se aprovecha de las ventajas del país. Pese a la estridencia de las acusaciones de la responsable de Migraciones ello hasta el momento -y en las dimensiones pretendidas- no se ha comprobado.  

La intervención de la jueza federal Servini cerró el moño de esta demostración de un actuar estigmatizante y discriminatorio que más que investigar la existencia de una supuesta red de contrabando de personas (que bien podría existir en algún caso puntual), más bien y en el fondo responde a una política externa a Buenos Aires.  

Por lo pronto y más allá de que hoy por hoy y de sobremanera les preocupe a los sectores rusofobos de la política y los medios argentinos, que no es otra cosa que la preocupación de sus mentores en el Departamento de Estado y en el Foreign Office, las mujeres rusas que vienen al país para obtener una atención médica por la cual pagan (como no sucede en los otros casos mencionados) no entra en ninguna irregularidad administrativa y mucho menos legal salvo las que la CIA y el MI6 puedan estar fabricando.

Es por eso que los argentinos en este asunto tienen que atender al dicho que reza “que la rama no les tape el bosque”.   

 

 

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