sábado, 7 de octubre de 2023

 

ALBERTO Y EL ABISMO

No solo faltan unas semanas para las elecciones presidenciales, también faltan un par de meses para el final del gobierno de Alberto Fernández ¿Cómo queda el país?

 

Por Pepe Beru

Por estos momentos en la Argentina se vive en una verdadera antología de la incertidumbre y de la estupidez. Tras el último debate televisado entre cinco los candidatos presidenciales, más que arrojar algo de esperanza en la solución de los problemas se advierte en el humor de los argentinos un alto grado de preocupación.

Pero dentro de este marco, hay un gobierno que brilla por su ausencia y en especial su presidente quien remitido a meros actos protocolares de representación, no logra dar señales de consciencia sobre a dónde irá el futuro inmediato de la nación.

El presidente no pareciera advertir que se dirige rumbo a caer en un precipicio y con él, toda la maltrecha institucionalidad que le queda al estado. Es entendible que poco le importe eso, salvo que tenga la seguridad de que no habrán pedidos de cuentas ni investigaciones por tamaños escándalos de una corrupción estratificada y adherida en toda la estructura del estado.

Si lo pensamos, veremos que la impunidad esta garantizada ya que la administración de justicia federal está tan podrida como el sistema político.

No hace falta caer en la repetida y aborrecible costumbre argenta, de pegarle en manada al caído en el suelo. Alberto Fernández es sin dudas el candidato del momento para el punching ball pero no hay que olvidar que, estos mismos periodistas y medios que lo ensalzaron,  son los mismos impresentables que hoy lo crucifican. Para estos exponentes de los medios que siguen creyendo que son los “formadores de opinión” y guardianes de la democracia, solo les cabe una mueca socarrona que grafica su ganado descrédito.

No hay dudas que Alberto Fernández hace rato que no gobierna. Aunque también podríamos preguntarnos ¿Lo hizo en algún momento? Pero ese es un juego que él mismo acepto jugar cuando fue convocado por Cristina Fernández para ser la cara visible de una alternativa que como vimos, no alternaba nada y que solo escondería, la cara de esta señora y de todos los secuaces que se la secundan.

Tampoco a nadie le quedan dudas, de que este lastimero papel de títere de una condenada, pueda ser representado sin la expectativa de una muy y merecida gratificación que no tiene nada que ver con luchar por el interés supremo de la nación ni mucho menos, un sacrificio desinteresado por la patria. Esta última palabra ha sido tan bastardeada y usada en vano que sería tiempo que los argentinos que viven en el estado de queja permanente, pasen a ejecutar el reclamo en nombre de ella.

Se dice que Alberto siempre tuvo una admiración para con el ex presidente Raúl Alfonsín y que una de sus grandes ambiciones era emularlo. Como van las cosas sus deseos se han cumplido con creces y solo le faltaría para completarlo salir antes de su gobierno. Sus logros tendientes a hundir la situación socio-económica y social son tan loables y funestos como los del admirado caudillo radical.

Pero Alberto, desde su muy particular punto de vista, cree ser un estadista que ha debido sortear los obstáculos más complejos y peligrosos que ningún otro de sus colegas tuvo que enfrentar. Dentro de esta visión épica, el presidente cuenta el haber hecho frente a la pandemia de Covid y el inicio de la guerra en Ucrania, dos eventos que según su entendimiento, han impactado de forma directa y negativa sobre la situación del país.

En estas consideraciones entran otras consecuencias como son la pérdida de poder adquisitivo, la devaluación de la moneda, la aceleración de la inflación, el aumento del riesgo país y una creciente migración de jóvenes argentinos a otras latitudes. Igualmente y pese a esto, el Alberto se considera el líder y forjador de un modelo de desarrollo y crecimiento con justicia social que son ejemplo para el mundo.

Si nos tomamos en serio estas perspectivas tan cinematográficas que de sí mismo tiene el Alberto, o incluso alguien que viniera de otro planeta lo escuchara podría pensar que estamos ante un estadista que además de ejercer una formidable administración política y económica, desborda de carácter para conducir a su país en medio de las crisis más terribles e impredecibles como fue esa pandemia prefabricada en laboratorios de quienes ya todos sabemos y una guerra en Europa que aún no ha mostrado su escalada más temible.

Igualmente, el general Alberto abrió su propia guerra sin cuartel contra la inflación donde el enemigo se halla agazapado en los anaqueles y las góndolas de los temibles e inescrupulosos mercados que solo piensan en sus propios beneficios…!Malditos comerciantes y empresarios, los derrotaré!! 

Incluso, si seguimos este hilo argumentativo delirante, la aparición de Sergio Massa un abogado con mil caras y con lealtad para sí mismo, como ministro de economía para intentar controlar una bomba hiperinflacionaria a punto de estallar, sería por obra y gracia de su genio y generosidad política que solo aspira a la grandeza del país. El Alberto no tiene tiempo para esas pequeñeces y deja lugar a este joven y ambicioso funcionario para que se haga cargo.

La grandeza y el olfato de Alberto Fernández no tiene parangón y tan formidable es que tanto Rusia como la OTAN se han perdido tener de su lado a este formidable estratega.

Pero ahora ya fuera del sarcasmo, el Alberto por su papel de obsecuente marioneta de CFK y más que intrascendente gobierno, se ha cargado a lo poco que quedaba del peronismo (que en realidad solo es un sello de goma) y lo peor de todo, su administración multiplico por tres la deuda externa.

Por fortuna y de no haber sido por la enclenque situación geopolítica del país, las promesas huecas del Alberto (como la realizada a Putin) podrían haber agregado una mayor complejidad a la actual realidad de los quejosos argentinos.

  

 

 

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