LA PROA DE ORIENTE
¿Qué representa para el sur global la cumbre entre Vladimir Putin y Xi
Jinping?
Por Charles H. Slim
La visita del presidente ruso Vladimir Putin a China y su reunión con Xi Jinping marca un cambio importante para la Federación de Rusia, una línea divisoria en la realidad geopolítica y un nuevo capítulo para las relaciones bilaterales entre ambas naciones y del mundo.
Así de trascendente ha sido este evento ya que pone la piedra fundacional de un nuevo polo de poder alternativo al anglosajón occidental.
Es la primera visita que Putin realiza tras ser reelegido en el cargo
enviando un importante mensaje diplomático para su par chino con quien ya
venían tendiendo puentes de cooperación para el desarrollo regional. Esta
visita no solo refuerza esos lazos, sino que amplía los campos de cooperación
estratégica que llevan a una nueva dimensión las relaciones entre ambas
naciones.
Queda claro que esto incomoda y mucho al occidente angloestadounidense
que ante la imposibilidad de hacer algo en contra, se contentan con fabricar
suposiciones y tejer intrigas para intentar separar estas conexiones.
Con esta unión el menguado liderazgo de EEUU y sus aliados de la OTAN
tambalea sin que pueda ocultarse.
Al mismo tiempo la multilateralidad se fortalece y eso alienta al sur
global para seguir trabajando en construir un bloque BRICS más amplio y variado
en alternativas de crecimiento político-económico-comercial por fuera de un
sistema extorsivo y compulsivo regido por una moneda única como el dólar.
Pero si hay un área que los BRICS+ necesitan construir y consolidar es
una estructura política que se materialice en un Consejo y un Parlamento que a diferencia
de los de sus homónimos europeos, sean eficientes y desgajados de la corruptela
administrativa que les destaca y que como se ha visto están al servicio de la
OTAN. Obviamente que para ello se deberá firmar tratados centrales y establecer
objetivos claros para dicha constitución y funcionamiento.
Este solo objetivo representaría una labor titánica dado que el
problema de la corrupción política en las administraciones de toda clase, es un
problema endémico de alcance global. Incluso, la Federación de Rusia también y
pese a la pericia estadual de Vladimir Putin para administrar la nación, la
corrupción en varios niveles del estado ha sido un problema que tras su
renovación en el cargo ya ha comenzado abordar destituyendo de sus cargos a
varios altos funcionarios en áreas que presentaban serios problemas de
corrupción, entre ellas el ministerio de defensa.
Obviamente que la tarea se verá aún más compleja por la variedad política
y diversidad de nacionalidades en los miembros que conformarían esta estructura
pero, atendiendo a las deficiencias que se advierten en la estructura administrativo-política
de la UE es posible aprender para implementar nuevas formulas que morigeren
estos inconvenientes y al mismo tiempo mantengan los incentivos para sostener
el sistema. En este sentido, las particularidades de cada nación miembro serán
preponderantes para atender a las materias de administración.
La construcción de esta nueva entidad en el marco de los BRICS + se
vuelve inevitable y sin dudas se ve confirmada con la estrecha cooperación estratégica
entre Rusia y China enmarcada en el respeto mutuo, iniciada en 2001 -evidenciada
tras la exitosa visita de Putin a China- como actores sin los cuales no
podría ser posible su existencia.
Las relaciones entre ambas naciones ya cumplen 75 años, pero en las
actuales circunstancias estas representan una importancia estratégica sin igual
no solo para ambos sino también, para las naciones que ya están hartas del
sojuzgamiento que ejerce Occidente tanto en lo militar como por medio de sus extorsivas
políticas financieras direccionadas desde organismos como el Banco Mundial, el
FMI.
Hay en esta nueva dimensión en las relaciones entre Moscú y Pekín, una
sustancialidad político-humana determinante que le diferencia con creces a la
lógica materialista-extorsiva y belicista del occidente angloestadounidense y
sus socios europeos de la OTAN quienes no buscan negociar sino, imponer sus
propios criterios. En este sentido las palabras del presidente Xi confirmando
la postura de su homólogo ruso por detener la guerra que Medio Oriente entre
Israel y los palestinos y resolver políticamente la crisis de Ucrania, dejan de
manifiesto las diferencias entre unos y otros.
Otra distinción versa sobre la calidad personal en cada uno de los
mandatarios de ambas naciones, que sin caer en las maniqueas y falaces etiquetas
que gustan poner los neoliberales angloestadounidenses -democráticos vs
autocráticos-, es su carácter que demuestran con una gran capacidad de
gestión y negociación en medio de los hostigamientos militares (tanto en
Ucrania como en el Mar Meridional) y las salvajes sanciones comerciales y
financieras unilateralmente impuestas -y sin respaldo legal alguno- por
los burócratas de turno en Washington.
El camino para un nuevo orden global está en marcha y para mal de los
poderes angloestadounidenses se erigirá sobre los restos y las cenizas de sus
estructuras. El mundo ya conoce lo que en los últimos treinta años EEUU y sus
socios le han dado al mundo. Hoy el mundo busca cambios y en ellos encontrar
esos valores como la justicia, la paz y la prosperidad que Washington y su
banda atlantista secuestraron para beneficio propio.
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