martes, 27 de mayo de 2025

 

UNA RAQUITICA DEMOCRACIA

¿Cuál es la valoración institucional que tiene Donald Trump por los derechos y las libertades civiles en los EEUU?

 

Por Dany Smith

Las escenas de grupos de enmascarados ingresando en altas horas de la noche en casas particulares y golpeando a sus moradores, solían ser asociadas a los países tercermundistas o subdesarrollados. Pero desde un tiempo hasta esta parte estos abusos gubernamentales se han vuelto cada vez más repetidas en las democracias occidentales, especialmente en la que más se ha vanagloriado de serlo: EEUU.

No es necesario mencionar a Israel y sus largamente brutales prácticas contra las moradas palestinas (hoy opacadas por el genocidio en Gaza), quien también gusta de ser llamado por sus partidarios “la democracia de Oriente Medio”.

Aclarado esto, veamos lo que hoy esta sucediendo en EEUU en especial con la cacería de inmigrantes, allanamientos y las escandalosas deportaciones que asemejan a los traslados de los secuestrados en los vuelos secretos de la CIA en la década pasada ¿Se acuerdan? La administración de Trump cada día se parece más a una monarquía o más bien a una autocracia en la cual el líder es quien valora, pondera y decide sobre todos los asuntos del estado.

En realidad, esto no debería sorprender a nadie ya que un imperio obra como tal. Ahora bien ¿Es congruente hablar de democracia en un imperio?

Una vez más y ya no sorprende ver como los medios se hacen los distraídos sobre esto. Especial mención para los medios en Buenos Aires quienes no le dan el tratamiento que debiera y mucho menos expresan su horror ante semejante violación a los derechos humanos. Pero los grandes medios estadounidenses, siempre preocupados por los derechos humanos en todo el globo, tampoco están informando quiénes son y cómo influyen dentro del sistema de justicia para que estos engranajes medievales se muevan con especial direccionamiento contra ciertos sujetos.  

Pero las cosas son mucho más graves. La administración de Trump influenciada por grupos de presión que responden a los sectores neocon y al sionismo norteamericano son quienes han confeccionado listas negras de ciudadanos estadounidenses de origen extranjero (en especial de origen árabe, musulmanes y pro-palestinos) para que sean capturados y deportados por el único motivo, de ser foráneos. Los hechos más estrafalarios como el ingreso de una comisión policial a un local de comidas para arrestar a un extranjero hasta los más preocupantes como el abordarlos en la vía pública como hacen las “policías secretas”, demuestran la naturaleza de quienes realmente mandan en EEUU.

Trump esta trastocando la naturaleza jurídica o más bien la seguridad jurídica de sus propios ciudadanos cercenando garantías constitucionales como es la defensa no ya en juicio sino la de la libertad de su propio cuerpo. Ahora los propios estadounidenses pueden ser tratados como los sospechados de terrorismo y en ese carácter ser perseguidos y forzados a someterse a los oficiales, ser esposados, les colocan una capucha en su cabeza y sin derecho a protestar ser trasladados a quién sabe dónde. 

Las declaraciones que realizo el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, el 9 de mayo pasado pone en evidencia el plan de legalización de estas prácticas que además de ilegitimas e inconstitucionales son contrarias a todos los pactos y tratados internacionales ¿Cuáles son los argumentos de Miller para este abuso? El estado de emergencia ante una invasión. Así podríamos resumir de su palabrerío, los dos puntos centrales de su argumento.

A comienzos de marzo Donald Trump hablo de una invasión de pandilleros venezolanos para justificar las medidas de suspensión de las garantías judiciales en especial el Habeas Corpus, invocando una vieja ley (Ley de Enemigos Extranjeros de 1798) que claramente esta descontextualizada a sus fines originales. Pero más allá de esto, su administración comenzó inmediatamente las deportaciones y con ello violentando las garantías y libertades civiles.

Las actitudes racistas y xenófobas del presidente no asombran, es por ello que tiene tan buena sintonía con tipos como Marcos Rubio, Benjamín Netanyahu y su secta de extremistas sionistas.

Al parecer la administración Trump le ha declarado la guerra a todos los inmigrantes sin importar sus estatus, sus contribuciones al estado de la Unión y a las generaciones que pertenezcan, pero incluso sus intenciones van más allá. Trump y el mismo Miller han dejado en claro que todo esto es viable “siempre y cuando los tribunales hagan lo correcto”, una aseveración que a los oídos de muchos suena a una amenaza que violenta la división de poderes.

Apenas ha comenzado su nueva administración y a las horrendas medidas en la política exterior (como su apoyo al genocidio en Gaza) suma estas en lo doméstico que no son otra cosa que la vulneración de la propia constitución. Es cierto que no es el único presidente estadounidense que se ha saltado a la ley suprema, no de una forma tan alevosamente directa. Si bien George W. Bush se cargó las garantías y los derechos constitucionales con la “Patriot Act” y todas las ordenes ejecutivas que derivaron de ella, se fundó en una aparente amenaza que al paso del tiempo ya se ha comprobado que todo había sido un engaño. Hoy con Trump, una vez más ¿Serán los ciudadanos estadounidenses suficientemente listos para darse cuenta de que los está engañando?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario