UNA RAQUITICA
DEMOCRACIA
¿Cuál es la
valoración institucional que tiene Donald Trump por los derechos y las libertades
civiles en los EEUU?
Por Dany Smith
Las escenas de grupos de enmascarados ingresando en altas horas de la noche en casas particulares y golpeando a sus moradores, solían ser asociadas a los países tercermundistas o subdesarrollados. Pero desde un tiempo hasta esta parte estos abusos gubernamentales se han vuelto cada vez más repetidas en las democracias occidentales, especialmente en la que más se ha vanagloriado de serlo: EEUU.
No es necesario
mencionar a Israel y sus largamente brutales prácticas contra las moradas
palestinas (hoy opacadas por el genocidio en Gaza), quien también gusta de ser
llamado por sus partidarios “la democracia de Oriente Medio”.
Aclarado esto,
veamos lo que hoy esta sucediendo en EEUU en especial con la cacería de
inmigrantes, allanamientos y las escandalosas deportaciones que asemejan a los
traslados de los secuestrados en los vuelos secretos de la CIA en la década pasada
¿Se acuerdan? La administración de Trump cada día se parece más a una monarquía
o más bien a una autocracia en la cual el líder es quien valora, pondera y
decide sobre todos los asuntos del estado.
En realidad, esto
no debería sorprender a nadie ya que un imperio obra como tal. Ahora bien ¿Es congruente
hablar de democracia en un imperio?
Una vez más y ya
no sorprende ver como los medios se hacen los distraídos sobre esto. Especial
mención para los medios en Buenos Aires quienes no le dan el tratamiento que
debiera y mucho menos expresan su horror ante semejante violación a los
derechos humanos. Pero los grandes medios estadounidenses, siempre preocupados
por los derechos humanos en todo el globo, tampoco están informando quiénes son
y cómo influyen dentro del sistema de justicia para que estos engranajes medievales
se muevan con especial direccionamiento contra ciertos sujetos.
Pero las cosas son
mucho más graves. La administración de Trump influenciada por grupos de presión
que responden a los sectores neocon y al sionismo norteamericano son quienes
han confeccionado listas negras de ciudadanos estadounidenses de origen
extranjero (en especial de origen árabe, musulmanes y pro-palestinos) para que
sean capturados y deportados por el único motivo, de ser foráneos. Los hechos
más estrafalarios como el ingreso de una comisión policial a un local de
comidas para arrestar a un extranjero hasta los más preocupantes como el
abordarlos en la vía pública como hacen las “policías secretas”, demuestran la
naturaleza de quienes realmente mandan en EEUU.
Trump esta
trastocando la naturaleza jurídica o más bien la seguridad jurídica de sus
propios ciudadanos cercenando garantías constitucionales como es la defensa no
ya en juicio sino la de la libertad de su propio cuerpo. Ahora los propios
estadounidenses pueden ser tratados como los sospechados de terrorismo y en ese
carácter ser perseguidos y forzados a someterse a los oficiales, ser esposados,
les colocan una capucha en su cabeza y sin derecho a protestar ser trasladados
a quién sabe dónde.
Las declaraciones
que realizo el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, el 9 de
mayo pasado pone en evidencia el plan de legalización de estas prácticas que
además de ilegitimas e inconstitucionales son contrarias a todos los pactos y
tratados internacionales ¿Cuáles son los argumentos de Miller para este abuso?
El estado de emergencia ante una invasión. Así podríamos resumir de su
palabrerío, los dos puntos centrales de su argumento.
A comienzos de
marzo Donald Trump hablo de una invasión de pandilleros venezolanos para
justificar las medidas de suspensión de las garantías judiciales en especial el
Habeas Corpus, invocando una vieja ley (Ley de Enemigos Extranjeros de 1798)
que claramente esta descontextualizada a sus fines originales. Pero más allá de
esto, su administración comenzó inmediatamente las deportaciones y con ello
violentando las garantías y libertades civiles.
Las actitudes
racistas y xenófobas del presidente no asombran, es por ello que tiene tan
buena sintonía con tipos como Marcos Rubio, Benjamín Netanyahu y su secta de
extremistas sionistas.
Al parecer la
administración Trump le ha declarado la guerra a todos los inmigrantes sin
importar sus estatus, sus contribuciones al estado de la Unión y a las
generaciones que pertenezcan, pero incluso sus intenciones van más allá. Trump
y el mismo Miller han dejado en claro que todo esto es viable “siempre y cuando
los tribunales hagan lo correcto”, una aseveración que a los oídos de muchos suena
a una amenaza que violenta la división de poderes.
Apenas ha
comenzado su nueva administración y a las horrendas medidas en la política
exterior (como su apoyo al genocidio en Gaza) suma estas en lo doméstico que no
son otra cosa que la vulneración de la propia constitución. Es cierto que no es
el único presidente estadounidense que se ha saltado a la ley suprema, no de
una forma tan alevosamente directa. Si bien George W. Bush se cargó las garantías
y los derechos constitucionales con la “Patriot Act” y todas las ordenes ejecutivas
que derivaron de ella, se fundó en una aparente amenaza que al paso del tiempo
ya se ha comprobado que todo había sido un engaño. Hoy con Trump, una vez más
¿Serán los ciudadanos estadounidenses suficientemente listos para darse cuenta
de que los está engañando?
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