martes, 31 de diciembre de 2019




“ESCANDALO EN LA OPAQ”
Cómo las organizaciones internacionales pueden y son manipuladas desde adentro para concretar objetivos geopolíticos de las potencias globales?


Por Charles H. Slim
La legalidad mundial está en jaque y eso no es algo nuevo. Esta es una afirmación que puede verse ante los continuos ejemplos que desde 2001 vienen saliendo a la luz, referidos a políticas para manipular situaciones y hechos para presentarlos ante la opinión pública completamente diferentes a como realmente sucedieron.  En Siria desde las primeras horas de la agresión a su soberanía, la información de lo que estaba ocurriendo fue manipulada desde los medios informativos de los centros del poder global.

Desde marzo de 2011, los hechos que fueron ocurriendo en Siria, al ser informados por los medios occidentales –especialmente los anglosajones y franceses- estuvieron tiznados con una pátina de distorsión y ocultamiento que pretendía escenificar una revolución que en realidad nunca se produjo. Trastocar la realidad fue su más claro objetivo con la finalidad última de encubrir un intento por derrocar al legítimo gobierno de Damasco, algo que no pudo lograrse gracias a que en parte, no pudieron perpetuar el engaño.

Parte de este engaño se dio con la fabricación de los ataques químicos en las localidades de “Al Gouta”  en 2013 y “Duma” en 2018, ejecutados por grupos “Wahabistas” –de orientación saudita- que contando con el  apoyo secreto de agencias de inteligencia foráneas que entre otras cosas, le proveían de los precursores químicos para elaborar  agentes venenosos tales como el “Sarín” y “Cloro”, pretendían endilgárselo a Damasco.

Las pruebas de esto fueron extensamente recopiladas en bunkers y zulos de armas escondidos en ciudades y sitios que tras haber estado bajo el control de estas bandas, al ser recapturadas por el ejército árabe sirio pudieron hallar dentro de aquellos, toneladas de esos elementos muchos de los cuales traían impreso el logo de laboratorios turcos y saudíes. Obviamente esto representaba un duro revez a sus planes y una situación imposible de explicar ante la opinión pública occidental que comenzaba a cuestionarse ¿Acaso no estábamos luchando contra el terrorismo?

Borrar las pruebas, eliminar a testigos y de ser posible destruir a una nación como lo hicieron con Iraq y Libia, era fundamental para fabricar una historia a molde de las expectativas políticas de los sectores de la elite neconoservadora y sionista de Washington, principales impulsores de los planes por destruir a Siria.  Mire usted lo que ocurre en Libia, un país fracturado por las luchas internas que instaló deliberadamente el Departamento de Estado con Hillary Clinton a la cabeza y que la Francia de Zarcosi y la Gran Bretaña de Cameron, con ambiciones de recuperar sus glorias colonialistas,  apoyaron con entusiasmo. No pierda el hilo de la historia sino quiere que lo engañen.

Es cierto que fue la OTAN  la que proporcionó la cobertura aérea y militar para las operaciones de intervención bajo la resolución 1973 de Naciones Unidas, pero más cierto es que para lograrlo, trabajaron codo a codo con bandas criminales como “Al Qaeda” y grupos especiales financiados y armados por los petrodólares de las monarquías del Golfo que festejaron junto Tel Aviv el asesinato de un tipo tan molesto e incomodo como Gadafi.  Como se puede ver, no hubo nada de moralidad  en estas políticas.

Lo mismo habían esperado para Bashar Al Assad en Siria, pero fracasaron.  
Pese a que creyeron que las mismas tácticas funcionarian sin necesidad de mayores esfuerzos y complejidades, la preparación de las autoridades sirias para contra restar operaciones terroristas de agencias como el “Mossad” dentro de Damasco y la intervención paulatina de Rusia, lograron frenar el plan por consolidar un caos similar al que aún persistía en Bagdad.

White Helmets & Yihadists

Ante aquello, los conspiradores pasaron a profundizar la fase de desinformación y propaganda para demonizar a Siria y a su gobierno, fabricando todo tipo de tretas discursivas basadas tanto la falsificación de la realidad como la construcción de hechos brutales con los cuales crear un argumento sólido contra el gobierno “Baasista” de Al Assad. Nada mejor que elaborar ataques de Falsa bandera con agentes químicos con victimas reales. Los planificadores buscaban crear con ello, una condena mundial contra Damasco y al mismo tiempo y por intermedio de agencias internacionales como la OPAQ obligarlo a deshacerse de su arsenal de armas químicas, único factor de contra peso estratégico contra el arsenal de armas nucleares y químicas que posee Israel.

Tras el desarrollo de investigaciones independientes en el lugar donde –según los británicos y los franceses- se habría producido un ataque químico por la aviación siria, especialistas rusos determinaron que el mismo había sido falsificado y que nunca hubo tal ataque aéreo. Ante las evidencias la OPAQ no pudo sino más que cotejar con su personal conducido por el inspector Ian Henderson, el terreno y el informe ruso llegando a la misma conclusión.

Quedo claro que no sería fácil engañar al gobierno sirio y mucho menos a sus aliados en particular a Rusia que con la voluntad política de Vladimir Putin por cortar el progreso del terrorismo –que buscaría refugio en el Cáucaso-, proveería de todo el apoyo necesario a su colega árabe. Igualmente y confiando que podrían prosperar, los mecenas de los grupos “Yihadistas” llevaron adelante sus acciones clandestinas confiando que el impacto mediático haría el resto.  Pero pese a la presión mediática que secundó la versión de occidente, los planes no fructificaron.

Y más aún. Pese de las presiones de Washington y de la OTAN sobre la organización para el control de armas químicas, no pudieron alterar sus conclusiones o al menos, así lo hicieron parecer.

Las indagaciones de investigadores independientes, lograron descubrir que el informe que presento la OPAQ, había sido falseado.  Como lo revelan artículos de reconocidos investigadores[1], detrás de este supuesto ataque, acusado por la banda armada “Jaysh Al Islam” se ocultaban las incumbencias de agencias de inteligencia occidentales que operando bajo la máscara de organizaciones de ayuda humanitaria –como White Helmets dirigida por el MI-6-, buscaban dar sustancia a los argumentos políticos de sus gobiernos. Esto a su vez, justifico el ataque conjuto realizado por EEUU, Francia y Gran Bretaña sobre territorio sirio entre el 13 y 14 de abril de 2018 que a pesar de su masividad, tuvo un resultado magro gracias, a la implementación de un sofisticado sistema de defensa electrónica a cargo de las Fuerzas Aeroespaciales rusas.

Inmediatamente, Rusia presento ante la sede de la OPAQ en “La Haya” 17 testigos oculares que desmentían la versión presentada por el grupo yihadista y las potencias occidentales que acusaron sin más pruebas que su propaganda mediática al gobierno sirio. Pese a la importancia de ésta prueba, la ONU y también la OPAQ se negó a producirla gracias a la presión ejercida por las representaciones Francia, Gran Bretaña y EEUU. 
Fue entonces que muchos se cuestionaron ¿No es algo demasiado curioso que dichos organismos se negaran a escuchar estos testimonios? ¿Qué querían esconder los promotores de este ocultamiento?

Hace poco “Wikileaks” volvió a publicar una serie de documentos confidenciales que revelan detalles inquietantes en rededor a este tema[2] y explican el por qué de aquella negativa. Según estos, se determinó que el diplomático francés Sebastián Braha insertado en la OPAQ tres meses después del incidente del 7 de abril 2018 en “Duma”, tenía la misión específica de controlar el resultado de las investigaciones. Documentos internos de la organización revelaron que Braha ordeno a Henderson la destrucción de evidencia que se había recopilado en las inspecciones.

Sin más rodeos, el diplomático francés le ordeno al inspector Ian Henderson eliminar sus correos electrónicos donde se adjuntaban el informe de “Duma” y los rastros que hubiera dejado. Esta directiva surgió de uno de los documentos digitales internos de la OPAQ en el cual se lee: «Sírvase retirar ese documento de los archivos […]. Y sírvase eliminar todo rastro, ‎si existe, de su entrega/conservación/lo que sea que haya en los archivos». El motivo para esta extraña orden era, que Henderson había comprobado que los restos de los cilindros hallados en el lugar del presunto ataque aéreo, evidenciaban que habían sido plantados en el terreno y detonados el lugar.

Esta revelación no puede hacer otra cosa, que llamar la atención a la opinión pública para estar alerta y no ser manipulada pero también a las instancias judiciales internacionales como la Corte Penal Internacional que en algún momento y cuando se logren vencer las presiones que obstaculizan sus funciones, deberá presentar un caso por crímenes de guerra y lesa humanidad contra los verdaderos cerebros y ejecutores de estas abominaciones.


[1] RED VOLTAIRE.org. “Informe sobre “ataque químico” en Siria ‎fue falsificado en la OPAQ”. https://www.voltairenet.org/article208428.html

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