“BREXIT ON”
Es una realidad
la separación del Reino Unido del bloque de la Unión Europea, entonces los
mismos británicos se preguntan ¿Y ahora qué?
Por Sir Charlattam
El 31 de enero El Reino Unido salió oficialmente de
la Unión Europea abandonando la
estructura administrativa, política e impositiva del bloque. Un triunfo político de Boris Johnson, del ala
conservadora y de sus bizarros seguidores pero también un momento marca el
comienzo de una serie de interrogantes que hacen a la viabilidad de Gran
Bretaña como entidad política aislada de un bloque regional con el cual obtenía
ventajas comerciales y tarifarias.
Aunque el tema se ha presentado con un novelesco
dramatismo, la situación no representaría el comienzo de una incertidumbre
política y económica para Londres. El mismo Johnson lo ha tomado en apariencias
con mucho entusiasmo, demasiado para una empresa tan riesgosa y costosa. Sobre
esto último aún no se sabe a ciencia cierta en cuanto se elevará el monto
dinerario que Westminster deberá pagarle a Bruselas por esta resolución
contractual. Algunas fuentes intuyen que la factura recaerá sobre el sector
agropecuario local lo cual no ha causado buena impresión. Tampoco sería una
tragedia para los británicos europeístas y los mismos miembros de la Unión quienes
han saludado la salida de éste miembro fundador augurando seguir manteniendo
las mejores relaciones posibles, claro que ya no bajo el paraguas del bloque. Para ello tendrán todo el 2020 para negociar
relaciones bilaterales.
Para muchos, el divorcio creado tras el referéndum
de hace cuatro años (2016) ha terminado
con la definitiva separación que, valga aclararlo, no es improvisada ni mucho
menos. Los nacionalistas conservadores británicos representados por el actual
Primer ministro Boris Johnson, cuentan con un piso firme para comenzar a dar
los primeros pasos para cimentar un
camino de independencia política y económica. Al parecer los nacionalistas
ingleses estarían dispuestos a sufrir otro capitulo de “sangre, sudor y
lágrimas” para rehacer las estructuras imperiales previas al final de la
Segunda guerra mundial (1945). Pero aunque los pronósticos no son los mejores Londres
cuenta con el apoyo de Washington y en especial con la administración de Donald
Trump que por intermedio del Secretario de Estado Mike Pompeo ha hecho público
que le ayudaría a hacer frente a los problemas comerciales que pronto podrían
agudizarse.
Otro nada despreciable socio en esta aventura es sin
dudas el sionismo británico que de la mano del lobbie “AIPAC-Londres” (organizado por elementos
israelíes) –similar a su versión estadounidense- con su cabeza política en
Israel, considera a Boris Johnson y a su movimiento conservador como un
reconocido aliado y amigo. Sin dudas que los reconocidos banqueros y buitres sionistas
que manejan la city londinense y que se relacionan con sus colegas neoyorkinos, darán un apoyo financiero inestimable para
sostener –siempre y cuando convenga a su
causa- las pretensiones independentistas de la isla.
Pero esta separación tiene importantes opositores.
El caso de Escocia es uno de ellos, que en las últimas horas su gobierno en la
voz de su ministra Nicola Sturgeon ha declarado que siempre tuvo una voluntad
europeísta y ha sido muy bien tratada dentro de la Unión Europea dejando en
evidencia su total desacuerdo con el Brexit. No hay que olvidar que tras el
referéndum de 2016 los escoceses votaron en un 62% a favor de permanecer dentro
de la UE causando rispideces con Londres. En realidad esta postura no es nueva
dado que las pugnas dentro del Reino Unido nunca cesaron y sus forzados socios
han venido luchando por centurias para tratar de separarse de las directivas de
Londres. Los irlandeses pueden dar un extenso testimonio de esto. Se hace muy
probable que comiencen a producirse movimientos políticos dentro de Escocia
dirigidos a celebrar un nuevo referéndum para testear la definitiva salida del
Reino Unido.
Algunas causas contingentes que motivaron la salida británica
del bloque son las consecuencias migratorias que están saturando a la UE,
producto del inconsciente apoyo a las aventuras bélicas de Washington contra
Iraq en 2003, Libia en 2010 y Siria 2011 que dicho sea de paso, además de la
catástrofe social y política que propiciaron en cada uno de estos países, otorgaron
millonarias ganancias ilegales a una sesenta empresas británicas (AEGIS,
ERYNIS, SIEMENS-UK, y la lista sigue), a
CEOS de empresas y corporaciones estratégicas como la Compañía Holandesa de
Servicios de Energia SBM que involucraron la participación de funcionarios del
gobierno de Tony Blair tras la invasión a Iraq en 2003.
Ha quedado claro que Londres solo participa de las
ganancias obtenidas en esas aventuras pero no esta dispuesta a hacerse cargo de
sus consecuencias.
Las primeras consecuencias de esta salida ya se
están haciendo sentir. Una de ellas se esta viendo en los limites de las islas
británicas con la discusión que ya se plantea con Francia y los Países Bajos para
el paso de los buques mercantes británicos por el Canal de la Mancha sin pago
de aranceles. A pesar de que la economía británica es la segunda más potente de
la región, no puede subsistir por si misma. Fuera de la UE, Gran Bretaña que
depende de las importanciones del continente debería pagar aranceles, tasas y
permisos de paso como cualquier estado que no forma parte del bloque, algo que
Boris Johnson estaría buscando evitar pero que deberá afrontar hasta tanto
llegue a algún tipo de acuerdo con la UE y con cada uno de éstos países
ribereños.
embajador británico Mark Kent |
¿Y cómo impactará el Brexit en la relación de Gran
Bretaña y Argentina?
Desde ya, ello producirá un cambio de perspectiva en esta de
por si desequilibrada relación pero para nada significara un cambio en la
situación de facto que Londres mantiene en las islas del Atlántico sur. Esto último lo dejo bien en claro el embajador
británico en Buenos Aires Mark Kent quien pese a los cordiales saludos entre el
canciller Felipe Solá y su par británico Simom Mc Donald que intercambiaron tras
las correspondientes presentaciones protocolares hayan sido muy entusiastas, no significa reconocer
una posición diferente a la que ha
venido teniendo en los últimos 37 años hasta esta parte ni mucho menos una
intensión de restablecer conversaciones sobre la soberanía argentina en el
archipiélago.
Es Argentina quien deberá revisar cómo hara para
negociar sus relaciones comerciales con el bloque europeo en consideración a
esta separación británica.
En el aspecto militar de ultramar y vinculado a las
islas Mavinas, se plantea el problema de relación operativa con la OTAN que en
su funcionalidad responde al eje político existente entre EEUU y la UE. Con la
salida de Londres, de alguna manea la OTAN deberá adaptar un nuevo canal de
operaciones con uno de sus más importantes socios en el escenario geoglobal.
La perspectiva que los británicos van a recalcular será
únicamente la de analizar como harán (en medio de la severa crisis económica
por la que pasan) para sostener económicamente al emplazamiento militar de las
islas y al mismo tiempo, limitar los beneficios económicos que surgen de la
pesca, del cobro de permisos y los de la explotación petrolera a los Kelpers.
Precisamente,
uno de los temores del Foreing Office es
que los Kelpers traben relaciones por su cuenta con otras potencias (incluyendo
Empresas privadas) para que les proporcionen material militar e incluso tropas mercenarias
que les permita una defensa, independiente de la británica.
Ante este temor, los británicos han venido
fortaleciendo su relación político-militar en la región, en especial con Chile
y Uruguay con quienes en los últimos dos años ha estado realizando ventas de
material aero naval que desbalancea la situación insular con respecto a la
Argentina.
Actualmente para Londres y particularmente para los
Kelpers la Argentina no representa amenaza alguna ya que los respectivos
gobiernos de éste país han realizado un explendido trabajo al hundirlo en una cíclica
crisis económico y social interminable que ha debilitado todas las
instituciones y sus infraestructuras estatales, entre ellas la de la defensa
que se manifiesta en el inocultable desmembramiento de su capacidad militar.
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