lunes, 3 de febrero de 2020



“BREXIT ON”
Es una realidad la separación del Reino Unido del bloque de la Unión Europea, entonces los mismos británicos se preguntan ¿Y ahora qué?


Por Sir Charlattam
El 31 de enero El Reino Unido salió oficialmente de la Unión Europea  abandonando la estructura administrativa, política e impositiva del bloque.  Un triunfo político de Boris Johnson, del ala conservadora y de sus bizarros seguidores pero también un momento marca el comienzo de una serie de interrogantes que hacen a la viabilidad de Gran Bretaña como entidad política aislada de un bloque regional con el cual obtenía ventajas comerciales y tarifarias.

Aunque el tema se ha presentado con un novelesco dramatismo, la situación no representaría el comienzo de una incertidumbre política y económica para Londres. El mismo Johnson lo ha tomado en apariencias con mucho entusiasmo, demasiado para una empresa tan riesgosa y costosa. Sobre esto último aún no se sabe a ciencia cierta en cuanto se elevará el monto dinerario que Westminster deberá pagarle a Bruselas por esta resolución contractual. Algunas fuentes intuyen que la factura recaerá sobre el sector agropecuario local lo cual no ha causado buena impresión. Tampoco sería una tragedia para los británicos europeístas y los mismos miembros de la Unión quienes han saludado la salida de éste miembro fundador augurando seguir manteniendo las mejores relaciones posibles, claro que ya no bajo el paraguas del bloque.  Para ello tendrán todo el 2020 para negociar relaciones bilaterales.

Para muchos, el divorcio creado tras el referéndum de hace cuatro años (2016)  ha terminado con la definitiva separación que, valga aclararlo, no es improvisada ni mucho menos. Los nacionalistas conservadores británicos representados por el actual Primer ministro Boris Johnson, cuentan con un piso firme para comenzar a dar los primeros pasos  para cimentar un camino de independencia política y económica. Al parecer los nacionalistas ingleses estarían dispuestos a sufrir otro capitulo de “sangre, sudor y lágrimas” para rehacer las estructuras imperiales previas al final de la Segunda guerra mundial (1945). Pero aunque los pronósticos no son los mejores Londres cuenta con el apoyo de Washington y en especial con la administración de Donald Trump que por intermedio del Secretario de Estado Mike Pompeo ha hecho público que le ayudaría a hacer frente a los problemas comerciales que pronto podrían agudizarse.

Otro nada despreciable socio en esta aventura es sin dudas el sionismo británico que de la mano del lobbie  “AIPAC-Londres” (organizado por elementos israelíes)  –similar a su versión estadounidense- con su cabeza política en Israel, considera a Boris Johnson y a su movimiento conservador como un reconocido aliado y amigo. Sin dudas que los reconocidos banqueros y buitres sionistas que manejan la city londinense y que se relacionan con sus colegas neoyorkinos,  darán un apoyo financiero inestimable para sostener –siempre y cuando convenga a su causa- las pretensiones independentistas de la isla.


Pero esta separación tiene importantes opositores. El caso de Escocia es uno de ellos, que en las últimas horas su gobierno en la voz de su ministra Nicola Sturgeon ha declarado que siempre tuvo una voluntad europeísta y ha sido muy bien tratada dentro de la Unión Europea dejando en evidencia su total desacuerdo con el Brexit. No hay que olvidar que tras el referéndum de 2016 los escoceses votaron en un 62% a favor de permanecer dentro de la UE causando rispideces con Londres. En realidad esta postura no es nueva dado que las pugnas dentro del Reino Unido nunca cesaron y sus forzados socios han venido luchando por centurias para tratar de separarse de las directivas de Londres. Los irlandeses pueden dar un extenso testimonio de esto. Se hace muy probable que comiencen a producirse movimientos políticos dentro de Escocia dirigidos a celebrar un nuevo referéndum para testear la definitiva salida del Reino Unido.

Algunas causas contingentes que motivaron la salida británica del bloque son las consecuencias migratorias que están saturando a la UE, producto del inconsciente apoyo a las aventuras bélicas de Washington contra Iraq en 2003, Libia en 2010 y Siria 2011 que dicho sea de paso, además de la catástrofe social y política que propiciaron en cada uno de estos países, otorgaron millonarias ganancias ilegales a una sesenta empresas británicas (AEGIS, ERYNIS, SIEMENS-UK, y la lista sigue),  a CEOS de empresas y corporaciones estratégicas como la Compañía Holandesa de Servicios de Energia SBM que involucraron la participación de funcionarios del gobierno de Tony Blair tras la invasión a Iraq en 2003.

Ha quedado claro que Londres solo participa de las ganancias obtenidas en esas aventuras pero no esta dispuesta a hacerse cargo de sus consecuencias.

Las primeras consecuencias de esta salida ya se están haciendo sentir. Una de ellas se esta viendo en los limites de las islas británicas con la discusión que ya se plantea con Francia y los Países Bajos para el paso de los buques mercantes británicos por el Canal de la Mancha sin pago de aranceles. A pesar de que la economía británica es la segunda más potente de la región, no puede subsistir por si misma. Fuera de la UE, Gran Bretaña que depende de las importanciones del continente debería pagar aranceles, tasas y permisos de paso como cualquier estado que no forma parte del bloque, algo que Boris Johnson estaría buscando evitar pero que deberá afrontar hasta tanto llegue a algún tipo de acuerdo con la UE y con cada uno de éstos países ribereños.

embajador británico Mark Kent

¿Y cómo impactará el Brexit en la relación de Gran Bretaña y Argentina? 
Desde ya, ello producirá un cambio de perspectiva en esta de por si desequilibrada relación pero para nada significara un cambio en la situación de facto que Londres mantiene en las islas del Atlántico sur.  Esto último lo dejo bien en claro el embajador británico en Buenos Aires Mark Kent quien pese a los cordiales saludos entre el canciller Felipe Solá y su par británico Simom Mc Donald que intercambiaron tras las correspondientes presentaciones protocolares  hayan sido muy entusiastas, no significa reconocer una  posición diferente a la que ha venido teniendo en los últimos 37 años hasta esta parte ni mucho menos una intensión de restablecer conversaciones sobre la soberanía argentina en el archipiélago.

Es Argentina quien deberá revisar cómo hara para negociar sus relaciones comerciales con el bloque europeo en consideración a esta separación británica.  

En el aspecto militar de ultramar y vinculado a las islas Mavinas, se plantea el problema de relación operativa con la OTAN que en su funcionalidad responde al eje político existente entre EEUU y la UE. Con la salida de Londres, de alguna manea la OTAN deberá adaptar un nuevo canal de operaciones con uno de sus más importantes socios en el escenario geoglobal.

La perspectiva que los británicos van a recalcular será únicamente la de analizar como harán (en medio de la severa crisis económica por la que pasan) para sostener económicamente al emplazamiento militar de las islas y al mismo tiempo, limitar los beneficios económicos que surgen de la pesca, del cobro de permisos y los de la explotación petrolera a los Kelpers. 
Precisamente, uno de los temores del Foreing Office es que los Kelpers traben relaciones por su cuenta con otras potencias (incluyendo Empresas privadas) para que les proporcionen material militar e incluso tropas mercenarias que les permita una defensa, independiente de la británica.

Ante este temor, los británicos han venido fortaleciendo su relación político-militar en la región, en especial con Chile y Uruguay con quienes en los últimos dos años ha estado realizando ventas de material aero naval que desbalancea la situación insular con respecto a la Argentina.

Actualmente para Londres y particularmente para los Kelpers la Argentina no representa amenaza alguna ya que los respectivos gobiernos de éste país han realizado un explendido trabajo al hundirlo en una cíclica crisis económico y social interminable que ha debilitado todas las instituciones y sus infraestructuras estatales, entre ellas la de la defensa que se manifiesta en el inocultable desmembramiento de su capacidad militar.

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