jueves, 19 de marzo de 2020



“EL INCIDENTE BIJLMER”
La olvidada historia de un encubrimiento criminal que aún espera justicia

Por Javier B. Dal
En la noche del domingo 4 de octubre de 1992, un avión de la línea comercial israelí “Al” proveniente de EEUU y que despego con una carga completa desde el aeropuerto “Schiphol”  de Amsterdam tuvo un desperfecto técnico a diez minutos de haberse elevado en vuelo. 

El problema que se le presento a la tripulación del “Vuelo LY 1862”  los obligo a tratar de soltar los motores de una de sus alas que terminó quebrándose arrastrando al avión a caer verticalmente al vacío en medio de una zona densamente poblada causando una verdadera catástrofe sobre el populoso vecindario de Bijlmer (Bijlmermeer) en los suburbios de Amsterdam.

Si bien el impacto sobre los apartamentos del complejo causo la muerte instantánea de los tres tripulantes israelíes del avión y cuarenta y tres vecinos –y un número no precisado de inmigrantes indocumentados- de Bijlmer,  no fueron los únicos en morir por efecto de este siniestro.

Hasta ese momento nadie se percataba lo que los israelíes transportaban de incógnito –y aparentemente de forma continua- en vuelos similares. Incluso las mismas autoridades holandesas en apariencias no sabían nada de aquello. La información oficial hablo de un transporte de “perfumes y árticulos de regalos”, pero la realidad era mucho más espeluznante. Como era de esperar los medios holandeses de entonces no le dieron una trascendencia masiva y el evento quedaría como otro infortunado accidente aéreo. Pero consecuencias inmediatas a este hecho, llevo a que se comenzaran a descubrir otras cuestiones muy oscuras y nada convenientes que incomodaban a Israel y a EEUU.

Aquel avión de transporte llevaba una carga peligroamente inconfesable que de haber sido descubierta por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos de Desarme (UNODA), por el Organismo Internacional de Enería Atomica  (OIEA) o por la aduana de un país soberano que no se hubiera dejado presionar por la influencia de Tel Aviv, hubiera cambiado el curso de varios y terroríficos eventos futuros.

Pero para 1992 EEUU emergía como la única superpotencia con la pretensión de conseguir la hegemonía global y al amparo de ella, Israel usufructuaba de esta influencia.

Apenas un año y medio antes, en marzo de 1991 había culminado la guerra del Golfo Pérsico en donde se utilizaron todo tipo de armas químicas (tanto por los aliados como por los iraquíes) que además de afectar por igual a los militares de la Coalición y a los habitantes de Iraq, continuaron al día de hoy evidenciando sus catastróficas consecuencias sobre la salud. En aquellos momentos esto fue un Tabú que nadie quería ventilar y así permanecería por unos cuantos años más.

El desastre causado por este infortunio abrió los ojos a muchos investigadores y expertos en armas químicas al ver las consecuencias inmediatamente posteriores a la caída del avión y el incendio provocado por la explosión de su combustible y de otros elementos a bordo.  Al mismo tiempo fuentes confidenciales revelaron que apenas se estrello el avión, se activo una presurosa operación para tapar lo sucedido movilizando incluso a un equipo del Mossad con base en París ¿Qué era lo que había que ocultar con tanta premura?

Una investigación independiente de los periodistas holandeses Harm van den Berg y Karel Lnip descubrieron que ese avión en realidad transportaba –entre otros-  agentes químicos como el “Dimetil Metilfosfato” (DMMP)[1]altamente volátil al contacto con agua-, “Isonopropanol” y “Floruro de Hidrogeno”  estos últimos necesarios para la confección del Gas “Sarín”, el mismo que la Corporación de medios occidental acusaría durante años a Iraq de ser el único de fabricar y poseer. También llevaba contrapesos de “Uranio Empobrecido” (DU) con el cual se trato de justificar algún grado de contaminación[2] en el área del accidente intentando desviar la atención sobre el cargamento de la bodega.  Sobre el DU ciertamente es un material altamente radiactivo utilizado en la industria aeronáutica pero además tiene un uso militar que EEUU e Israel ya utilizaban en las municiones de armas de diversos calibres.

La revelación dejaba expuesta la participación de laboratorios tanto estadounidenses como israelíes en la elaboración y transporte de armas de destrucción masiva que obviamente no fabrican sin el conocimiento de sus gobiernos.
Foto inédita del momento del impacto sobre el complejo de apartamentos

Aviones de carga israelíes de uso civil solían utilizar el aeropuerto de “Schiphol” Amsterdam como escala en su ruta hacia y desde los EEUU llevando en la mayoría de los casos cargamento militar y otros de carácter clasificado. Desde este punto la carga del “Vuelo LY 1862” estaría destinada a abastecer los arsenales israelíes usando como máscara para transitar sin sospechas la de llevar cargamento de tipo comercial. Pero la profundización en las investigaciones descubrieron que el destino real de esa carga era para el “Instituto Israeli de Investigaciones Biológicas” (IIIB), un centro ubicado en Nez Siona muy cerca de Tel Aviv en donde se desarrollan programas ultrasecretos de armas químicas y biológicas que según se ha denunciado (como parte de su política de castigo colectivo) suelen ser testeados en secreto sobre la población en general y en prisioneros palestinos en particular.

He ahí la imperiosa necesidad de confidencialidad de estos vuelos. Para ello Israel y Holanda bajo el argumento del peligro de ataques terroristas mantenían convenios bilaterales de orden secreto que permitían dicho tránsito bajo procedimientos privilegiados  garantizándole a Tel Aviv una maniobrabilidad a discreción y la inmunidad de su personal.

Pero el incidente del “ LY Vuelo 1862” no fue producto de un ataque terrorista como algunos trataron de argumentar. Al mismo tiempo tampoco puede considerárselo un simple accidente aéreo. Tal como lo señalaron las pericias de ese entonces, todo ocurrió por la negligencia en el acopio de la carga mal distribuida en las bodegas, en las malas decisiones adoptadas por los pilotos sumando como factor fatal y determinante la falta de mantenimiento del aparato (fatiga del material). Tras la caída y la consiguiente explosión, se produjo un incendio en el complejo de apartamentos mostrando –según testigos presenciales-  llamas con tonalidades peculiares que algunas versiones describieron como muy llamativas y poco usuales.

Otra sospechosa particularidad de ese hecho fue la desaparición de la “Caja negra” del avión que trato de impedir acceder a las comunicaciones de lo que realmente ocurrió abordo en instantes previos al desastre. Pese a esto, un tiempo después el ex jefe de Control de Tráfico Aéreo del aeropuerto de Schiphol reprodujo la conversación entre el piloto del avión y la torre dejando en evidencia que la carga era altamente peligrosa. Testigos presenciales pudieron ver apenas una hora después del siniestro como dos grupos de hombres con trajes color blanco “NBQ”[3]  recorrieron los restos que aún estaban en llamas llevándose varios pedazos de aquellos.  

Apenas pasadas 48 horas del accidente, se comenzaron a notar extraños efectos sobre la salud de los habitantes del complejo, de las cercanías y también de todos los voluntarios que acudieron al rescate en aquella noche, como así también en los animales domésticos y silvestres de la zona.

Descomposturas y recaídas fueron las primeras señales en algunos de los testigos presenciales. La muerte repentina de perros, gatos y los pájaros de la zona llamaron inmediatamente la atención de los lugareños. Los casos evidenciaban envenenamiento químico y radiactivo de algún tipo que no podía explicarse por la quema del combustible o del fuselaje del avión. De este modo, policías, médicos, rescatistas e incluso periodistas que acudieron incautos a la zona a cubrir el hecho, semanas después mostrarían todo tipo de afecciones que iban desde dolores de articulaciones, garganta, pérdida de cabello, erupciones, repentinas fatigas crónicas etcetc. Incluso se detectaron en muchos de aquellos los síntomas de  estrés postraumático (TEPT). 

Muchas de estas personas terminarían desarrollando cáncer de varios tipos e incluso dando a luz o procreando hijos con malformaciones, aberraciones cromosomáticas y enfermedades autoinmunes que no tenían una explicación razonable salvo que hubieran estado expuestas a elementos químicos altamente contaminantes o de radiación nuclear (Similar a los casos que desde hace años presentan veteranos angloestadounidenses y pobladores iraquíes en Faluya y todo Al Ambar).

Las autoridades holandesas en ningún momento dieron explicaciones de lo que estaba pasando e incluso, dejaron en evidencia que no fueron capaces de advertir –o se abstuvieron de hacerlo- a sus propios agentes (policías y efectivos militares) que se protegieran o acordonaran la zona por el peligro que implicaba la carga de ese avión. Sin lugar a dudas que la conducta del gobierno fue más allá de una negligencia o de un simple descuido demostrando que: O bien Israel le oculto la naturaleza venenosa de su transporte en este avión[4] o bien, coopero con Tel Aviv para esconder toda esta basura bajo el tapete.

El infructuoso resultado en los intentos por investigar lo sucedido revelo una estrecha alianza político-ideológica del gobierno holandés con Tel Aviv que estaba por encima de la ley.

Los afectados no tuvieron la posibilidad de ser atendidos en centros especializados por expertos en toxicología quedando bajo la observación superficial de médicos comunes que además de no tener los conocimientos científicos ni la aparatología necesaria para diagnosticar lo que les afectaba, permitió muy convenientemente al gobierno de los Países Bajos y a Israel impedir la recopilación de datos médicos logrando de esa forma, tapar las evidencias de lo que realmente había causado todas esas afecciones. Una vez más, ciudadanos inocentes fueron sacrificados en aras de una impunidad de quienes se presentan como víctimas y con valores superiores al resto de la humanidad. Muchos jóvenes holandeses e inmigrantes fueron víctima  de este envenenamiento que al no querer ser tratado por las autoridades sanitarias holandesas, terminaron sucidandose ante la falta de respuestas a sus dolencias.

Pese al creciente numero de ciudadanos afectados que se fueron reportando con el pasar de los años, el gobierno holandés a la zaga de las presiones políticas de Tel Aviv y obedeciendo al mismo tiempo a las presiones de Washington, encubrió todos los informes y las conclusiones que se habían obtenido de las investigaciones independientes mediante una pantomima de supuestas investigaciones parlamentarias. Para colmo de la irreverencia, los holandeses y sus familias que sufrieron y siguen sufriendo por esta injusticia, debieron tolerar el menosprecio y la subestimación de parte de la prensa que alegando a ese costumbrista victimismo argumentaron que todo ello formaba parte de meras “Teorías Conspirativas”[5].  A todas luces, otro gran ejemplo de la injusticia y de la influencia diplomática de Israel en el mundo.

Las consecuencias sobre la población circundante al complejo demostró que Israel estaba transportando de forma secreta e ilegal, sustancias químicas venenosas y prohibidas por el control de armas y lo peor de todo, no informo sobre la peligrosidad de lo que transportaba. Como era de esperar el gobierno de Holanda colaboro vergonzosamente con este encubrimiento y no permitió que se llevara adelante ninguna investigación criminal oficial e impidió que prosperaran otras de carácter independiente sobre las consecuencias de este hecho que sigue siendo otro de los ejemplos contemporáneos   de la poderosa influencia de Israel para encubrir hechos fatídicos en los que ha tenido responsabilidad.



[1] Elemento quimico calificado en 1987 por Naciones Unidas como un proliferador de las armas de destrucción masiva. A posterior del incidente fue incluido como un elemento “TIPO 2” en la Convención de la ONU sobre Armas Químicas. Desde 1999 el transporte y comercialización de este tipo de elementos será considerado un delito por estar tipificado en la Convención referida.
[3] Trajes para la guerra Nuclear, Biologica y Química que bien podrían haber sido proporcionados por la OTAN.
[4] Tal como lo declaro el embajador israelí en las investigaciones que se desarrollaron ante La Haya.
[5] TIMES OF ISRAEL. “20 años después, el accidente de El Al en Amsterdam aún genera teorías de conspiración”, https://www.timesofisrael.com/20-years-on-el-al-crash-in-amsterdam-still-spawns-conspiracy-theories/

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