“EL INCIDENTE BIJLMER”
La olvidada
historia de un encubrimiento criminal que aún espera justicia
Por Javier B. Dal
En la noche del
domingo 4 de octubre de 1992, un avión de la línea comercial israelí “Al” proveniente
de EEUU y que despego con una carga completa desde el aeropuerto “Schiphol” de Amsterdam tuvo un desperfecto técnico a
diez minutos de haberse elevado en vuelo.
El problema que se le presento a la
tripulación del “Vuelo LY 1862” los
obligo a tratar de soltar los motores de una de sus alas que terminó quebrándose
arrastrando al avión a caer verticalmente al vacío en medio de una zona densamente
poblada causando una verdadera catástrofe sobre el populoso vecindario de
Bijlmer (Bijlmermeer) en los suburbios de Amsterdam.
Si bien el impacto sobre los apartamentos del
complejo causo la muerte instantánea de los tres tripulantes israelíes del
avión y cuarenta y tres vecinos –y un
número no precisado de inmigrantes indocumentados- de Bijlmer, no fueron los únicos en morir por efecto de
este siniestro.
Hasta ese momento nadie se percataba lo que los
israelíes transportaban de incógnito –y
aparentemente de forma continua- en vuelos similares. Incluso las mismas
autoridades holandesas en apariencias no sabían nada de aquello. La información
oficial hablo de un transporte de “perfumes y árticulos de regalos”, pero la
realidad era mucho más espeluznante. Como era de esperar los medios holandeses de
entonces no le dieron una trascendencia masiva y el evento quedaría como otro
infortunado accidente aéreo. Pero consecuencias inmediatas a este hecho, llevo
a que se comenzaran a descubrir otras cuestiones muy oscuras y nada convenientes
que incomodaban a Israel y a EEUU.
Aquel avión de transporte llevaba una carga peligroamente
inconfesable que de haber sido descubierta por la Oficina de Naciones Unidas
para Asuntos de Desarme (UNODA), por el Organismo Internacional de Enería
Atomica (OIEA) o por la aduana de un
país soberano que no se hubiera dejado presionar por la influencia de Tel Aviv,
hubiera cambiado el curso de varios y terroríficos eventos futuros.
Pero para 1992 EEUU emergía como la única
superpotencia con la pretensión de conseguir la hegemonía global y al amparo de
ella, Israel usufructuaba de esta influencia.
Apenas un año y medio antes, en marzo de 1991 había
culminado la guerra del Golfo Pérsico en donde se utilizaron todo tipo de armas
químicas (tanto por los aliados como por los iraquíes) que además de afectar
por igual a los militares de la Coalición y a los habitantes de Iraq, continuaron
al día de hoy evidenciando sus catastróficas consecuencias sobre la salud. En
aquellos momentos esto fue un Tabú que nadie quería ventilar y así permanecería
por unos cuantos años más.
El desastre causado por este infortunio abrió los
ojos a muchos investigadores y expertos en armas químicas al ver las
consecuencias inmediatamente posteriores a la caída del avión y el incendio
provocado por la explosión de su combustible y de otros elementos a bordo. Al mismo tiempo fuentes confidenciales
revelaron que apenas se estrello el avión, se activo una presurosa operación
para tapar lo sucedido movilizando incluso a un equipo del Mossad con base en
París ¿Qué era lo que había que ocultar con tanta premura?
Una investigación independiente de los periodistas
holandeses Harm van den Berg y Karel Lnip descubrieron que ese avión en
realidad transportaba –entre otros- agentes químicos como el “Dimetil Metilfosfato”
(DMMP)[1] –altamente volátil al contacto con agua-,
“Isonopropanol” y “Floruro de Hidrogeno” estos últimos necesarios para la confección
del Gas “Sarín”, el mismo que la Corporación de medios occidental acusaría durante
años a Iraq de ser el único de fabricar y poseer. También llevaba contrapesos
de “Uranio Empobrecido” (DU) con el cual se trato de justificar algún grado de
contaminación[2] en el área del accidente
intentando desviar la atención sobre el cargamento de la bodega. Sobre el DU ciertamente es un material altamente
radiactivo utilizado en la industria aeronáutica pero además tiene un uso
militar que EEUU e Israel ya utilizaban en las municiones de armas de diversos
calibres.
La revelación dejaba expuesta la participación de
laboratorios tanto estadounidenses como israelíes en la elaboración y
transporte de armas de destrucción masiva que obviamente no fabrican sin el
conocimiento de sus gobiernos.
Foto inédita del momento del impacto sobre el complejo de apartamentos |
Aviones de carga israelíes de uso civil solían
utilizar el aeropuerto de “Schiphol” Amsterdam como escala en su ruta hacia y
desde los EEUU llevando en la mayoría de los casos cargamento militar y otros
de carácter clasificado. Desde este punto la carga del “Vuelo LY 1862” estaría
destinada a abastecer los arsenales israelíes usando como máscara para
transitar sin sospechas la de llevar cargamento de tipo comercial. Pero la
profundización en las investigaciones descubrieron que el destino real de esa
carga era para el “Instituto Israeli de Investigaciones Biológicas” (IIIB), un
centro ubicado en Nez Siona muy cerca de Tel Aviv en donde se desarrollan
programas ultrasecretos de armas químicas y biológicas que según se ha
denunciado (como parte de su política de castigo colectivo) suelen ser testeados
en secreto sobre la población en general y en prisioneros palestinos en
particular.
He ahí la imperiosa necesidad de confidencialidad de
estos vuelos. Para ello Israel y Holanda bajo el argumento del peligro de
ataques terroristas mantenían convenios bilaterales de orden secreto que
permitían dicho tránsito bajo procedimientos privilegiados garantizándole a Tel Aviv una maniobrabilidad
a discreción y la inmunidad de su personal.
Pero el incidente del “ LY Vuelo 1862” no fue producto
de un ataque terrorista como algunos trataron de argumentar. Al mismo tiempo tampoco
puede considerárselo un simple accidente aéreo. Tal como lo señalaron las pericias
de ese entonces, todo ocurrió por la negligencia en el acopio de la carga mal
distribuida en las bodegas, en las malas decisiones adoptadas por los pilotos
sumando como factor fatal y determinante la falta de mantenimiento del aparato
(fatiga del material). Tras la caída y la consiguiente explosión, se produjo un
incendio en el complejo de apartamentos mostrando –según testigos presenciales- llamas con tonalidades peculiares que algunas
versiones describieron como muy llamativas y poco usuales.
Otra sospechosa particularidad de ese hecho fue la
desaparición de la “Caja negra” del avión que trato de impedir acceder a las
comunicaciones de lo que realmente ocurrió abordo en instantes previos al
desastre. Pese a esto, un tiempo después el ex jefe de Control de Tráfico Aéreo
del aeropuerto de Schiphol reprodujo la conversación entre el piloto del avión
y la torre dejando en evidencia que la carga era altamente peligrosa. Testigos
presenciales pudieron ver apenas una hora después del siniestro como dos grupos
de hombres con trajes color blanco “NBQ”[3] recorrieron los restos que aún estaban en
llamas llevándose varios pedazos de aquellos.
Apenas pasadas 48 horas del accidente, se comenzaron
a notar extraños efectos sobre la salud de los habitantes del complejo, de las
cercanías y también de todos los voluntarios que acudieron al rescate en
aquella noche, como así también en los animales domésticos y silvestres de la
zona.
Descomposturas y recaídas fueron
las primeras señales en algunos de los testigos presenciales. La muerte
repentina de perros, gatos y los pájaros de la zona llamaron inmediatamente la
atención de los lugareños. Los casos evidenciaban envenenamiento químico y
radiactivo de algún tipo que no podía explicarse por la quema del combustible o
del fuselaje del avión. De este modo, policías, médicos, rescatistas e incluso
periodistas que acudieron incautos a la zona a cubrir el hecho, semanas después
mostrarían todo tipo de afecciones que iban desde dolores de articulaciones,
garganta, pérdida de cabello, erupciones, repentinas fatigas crónicas etcetc.
Incluso se detectaron en muchos de aquellos los síntomas de estrés postraumático (TEPT).
Muchas de estas personas terminarían desarrollando
cáncer de varios tipos e incluso dando a luz o procreando hijos con
malformaciones, aberraciones cromosomáticas y enfermedades autoinmunes que no
tenían una explicación razonable salvo que hubieran estado expuestas a
elementos químicos altamente contaminantes o de radiación nuclear (Similar a
los casos que desde hace años presentan veteranos angloestadounidenses y pobladores
iraquíes en Faluya y todo Al Ambar).
Las autoridades holandesas en ningún momento dieron
explicaciones de lo que estaba pasando e incluso, dejaron en evidencia que no
fueron capaces de advertir –o se
abstuvieron de hacerlo- a sus propios agentes (policías y efectivos
militares) que se protegieran o acordonaran la zona por el peligro que
implicaba la carga de ese avión. Sin lugar a dudas que la conducta del gobierno
fue más allá de una negligencia o de un simple descuido demostrando que: O bien
Israel le oculto la naturaleza venenosa de su transporte en este avión[4] o
bien, coopero con Tel Aviv para esconder toda esta basura bajo el tapete.
El infructuoso resultado en los intentos por
investigar lo sucedido revelo una estrecha alianza político-ideológica del
gobierno holandés con Tel Aviv que estaba por encima de la ley.
Los afectados no tuvieron la posibilidad de ser
atendidos en centros especializados por expertos en toxicología quedando bajo
la observación superficial de médicos comunes que además de no tener los conocimientos
científicos ni la aparatología necesaria para diagnosticar lo que les afectaba,
permitió muy convenientemente al gobierno de los Países Bajos y a Israel impedir
la recopilación de datos médicos logrando de esa forma, tapar las evidencias de
lo que realmente había causado todas esas afecciones. Una vez más, ciudadanos
inocentes fueron sacrificados en aras de una impunidad de quienes se presentan
como víctimas y con valores superiores al resto de la humanidad. Muchos jóvenes
holandeses e inmigrantes fueron víctima de
este envenenamiento que al no querer ser tratado por las autoridades sanitarias
holandesas, terminaron sucidandose ante la falta de respuestas a sus dolencias.
Pese al creciente numero de ciudadanos afectados que
se fueron reportando con el pasar de los años, el gobierno holandés a la zaga
de las presiones políticas de Tel Aviv y obedeciendo al mismo tiempo a las
presiones de Washington, encubrió todos los informes y las conclusiones que se
habían obtenido de las investigaciones independientes mediante una pantomima de
supuestas investigaciones parlamentarias. Para colmo de la irreverencia, los
holandeses y sus familias que sufrieron y siguen sufriendo por esta injusticia,
debieron tolerar el menosprecio y la subestimación de parte de la prensa que alegando
a ese costumbrista victimismo argumentaron que todo ello formaba parte de meras
“Teorías Conspirativas”[5]. A todas luces, otro gran ejemplo de la
injusticia y de la influencia diplomática de Israel en el mundo.
Las consecuencias sobre la población circundante al
complejo demostró que Israel estaba transportando de forma secreta e ilegal,
sustancias químicas venenosas y prohibidas por el control de armas y lo peor de
todo, no informo sobre la peligrosidad de lo que transportaba. Como era de
esperar el gobierno de Holanda colaboro vergonzosamente con este encubrimiento
y no permitió que se llevara adelante ninguna investigación criminal oficial e impidió
que prosperaran otras de carácter independiente sobre las consecuencias de este
hecho que sigue siendo otro de los ejemplos contemporáneos de la poderosa
influencia de Israel para encubrir hechos fatídicos en los que ha tenido
responsabilidad.
[1]
Elemento quimico calificado en 1987 por Naciones Unidas como un proliferador de
las armas de destrucción masiva. A posterior del incidente fue incluido como un
elemento “TIPO 2” en la Convención de la ONU sobre Armas Químicas. Desde 1999
el transporte y comercialización de este tipo de elementos será considerado un
delito por estar tipificado en la Convención referida.
[2] Contaminación
por uranio del accidente aéreo de Amsterdam 1992 https://www.wiseinternational.org/nuclear-monitor/463-464/uranium-pollution-amsterdam-1992-plane-crash?__cf_chl_jschl_tk__=a77b44d52f3a28847a5fb4d13ebb9b1e5f669a4b-1584626689-0-AZywRaq-TFuLaw2WDlLeZ4_rJkKO3BYhPQcOj6l4Gt2XRIOkcsMrpsNFDDLvmk6CJ0dbbwiI_ik5mB4rixVi_mEGoDsv5yH_WdiEFcQYU_NfZoCD_bgE0PK4Qr4YK_22--6l5D0I6RKsSBredATlH8E8vSeKr3rg1xFJQbr_SUHeMU1kr_IDl7GHQyrOJ49C21Lmf3-TfyX3-B3ICyz3XMLsAtzpqT4-dc9HEUPLoKPXaZ3SzcJAwE85QIJR0W9T-kVX_w62e6X54JjYN0Zan_tjybX9rPGCGxUcVDlGSTdbBhuDP2nJywR-J8Wd0S5yt0N3TYUIz5NALztMghOAP43VF5tp7-p0iBwPRkS0aOBF
[3]
Trajes para la guerra Nuclear, Biologica y Química que bien podrían haber sido
proporcionados por la OTAN.
[4] Tal
como lo declaro el embajador israelí en las investigaciones que se
desarrollaron ante La Haya.
[5]
TIMES OF ISRAEL. “20 años después, el accidente de El Al en Amsterdam aún
genera teorías de conspiración”, https://www.timesofisrael.com/20-years-on-el-al-crash-in-amsterdam-still-spawns-conspiracy-theories/
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