jueves, 3 de agosto de 2023

 

REACCIÓN EN CADENA

La voz de África también importa ¿Por qué la Cumbre “Rusia-África” en San Petersburgo tiene un carácter trascendental para hallar una salida pacífica a la guerra en Ucrania?


Por Charles H. Slim

Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, África fue un continente huérfano de justicia sometido bajo los contantes atropellos de las metrópolis que la colonizaron y despojaron de sus riquezas. Nada nuevo para quienes conocemos la historia de saqueos, estafas y robos a mano armada de la autoproclamada “civilización occidental”.

Continente con grandes e incalculables riquezas naturales, tiene también grandes dramas humanitarios que no deberían existir si esas riquezas se explotaran y se aprovecharan por los mismos africanos. Pero la gran trampa que dejaron los europeos tras su paso por allí es la misma que dejaron en Latinoamérica y en Asia, esa que se ve en el mosaico de nacionalidades a manos de grupúsculos de serviles (Cipayos y alcahuetes anglófilos) que rompió tejidos tribales tratando de mantenerles sumisa de forma artificiosa y maquiavélicamente deliberada.

El color de piel y las creencias de los pueblos africanos no son condición para explicar el atraso y la pobreza como lo han tratado argumentar los “civilizados” del occidente. La estafa y el latrocinio ha sido la marca registrada de las relaciones de occidente con esa parte del sur global.

Esto va camino a cambiar y la Cumbre ruso-africana en San Petersburgo de la semana pasada es la prueba de ello.

Sin dudas que la muestra de unidad en los representantes africanos dejo entrever un panafricanismo vigoroso y dispuesto a cortar con la histórica relación abusiva y de explotación de las metrópolis europeas que les colonizaron. Los métodos de control y chantaje han cambiado, pero esa relación tóxica continua a nuestros días.

Si bien el intervencionismo militar ha sido una constante en el continente, el principal medio para presionar y condicionar a los gobiernos que se rebelan a los centros de poder son las sanciones económico-financiero-comerciales. Esto ha sido en los últimos treinta años hasta hoy el factor extorsivo condicionante más utilizado para escarmentar y mantener sumidos a sus jóvenes estados.

Libia fue un ejemplo aleccionador de como la Unión Europea y EEUU, usando todas las herramientas disponibles (OTAN), aplastaron a un estado árabe que era el faro del socialismo no solo del norte de África sino de todo el continente.

No nos olvidemos que desde que la OTAN con sus mercenarios, sus grupos proxies disfrazados de “yihadistas” y pagados por las petromonarquías del golfo, deshicieron una sociedad laica y avanzada como era la libia, se instauró el caos, la criminalidad y detestables prácticas como el tráfico humano y el esclavismo como lo habían hecho los franceses, los ingleses y esos simpáticos belgas.  

Las nuevas generaciones de africanos han crecido con estas sangrientas y dolorosas lecciones y siempre han estado trabajando para mejorar. No se han contentado con ese insufrible refrán “el mundo es un lugar cruel e injusto” para que los hombres de buena voluntad bajen sus brazos. Las palabras en la cumbre del presidente de Eritrea Isaias Afwerki, de Burkina Faso Ibrahim Traoré y el ugandés Yoweri Museveni son un testimonio de esa nueva y férrea voluntad, aunque ello incomode a los pragmáticos de Sudáfrica (miembro del BRICS). Los países más pobres del continente son conscientes del desprecio y del relegamiento histórico que han sufrido por su color de piel y por la dependencia creada desde las metrópolis europeas.

Hoy en las actuales circunstancias, contrario a lo que cualquiera de los gobiernos del “occidente colectivo” o más precisamente del angloamericano creen, África no solo tiene mucho para decir sobre su destino, sino que también mucho para aportar en temas trascendentes para su supervivencia y para la geopolítica y eso es lo que se vio en la Cumbre de San Petersburgo, Rusia.

¿Por qué creen ustedes que los representantes africanos presentes concurrieron con entusiasmo a esa Cumbre? Más allá de los lazos históricos que se extienden a las épocas de la URSS, esta muy claro de que lo hicieron sabiendo de que iban a ser escuchados y lo más importante, de que sus palabras serían anotadas y tomadas en cuenta para ofrecer una solución definitiva a una guerra que ya ha perdido toda explicación estratégica (salvo claro, para quienes usufructúan con ella).

¿Habrían ido a Washington, a Londres o quién sabe, a Bruselas si una cumbre similar se hubiera convocado? Sin dudas que lo habrían hecho, pero con la consciencia de que estarían tratando con un Status Quo repleto de prejuicios y una acendrada mentalidad colonialista que los europeos llevan en sus genes y que los estadounidenses replican con su “imperialismo democrático” que ya sabemos que significa.

Paradojalmente mientras los personeros de la Unión Europea y sus guionistas en Washington se desgañitan clamando por los medios sobre el respeto de los derechos humanos, la soberanía de las naciones y la legalidad internacional, siguen siendo en su comportamiento y trato absolutamente racistas y prueba de ello es el trato que se da a la Turquía musulmana, inventando cuantas excusas y argumentos políticos sean posible para que pueda ingresar al bloque.

Si esto lo trasladamos al caso africano, que casualmente en su mayoría de los miembros de la comitiva son de confesión islámica, había lugar a plantearse muchas dudas de la viabilidad que habría existido para ser tomados en consideración. La realidad de islamofobia y racismo de Europa lo precede y solo basta recordar como en algunos de lugares de “este jardín” como algunos lo llaman quemar El Sagrado Corán y perseguir a los musulmanes es una actividad recreativa.

Somos testigos de una nueva era para el protagonismo de África no ya como la víctima del colonialismo anglo-europeo del cual quedan solo estertores con ambiciones neocoloniales sino, de su potencialidad para el desarrollo genuino y pacifico y es por ello que Rusia ve mucho interés en participar.

 

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