jueves, 24 de agosto de 2023

 

UN FALSO ESTADO DE CALMA

¿Cómo podría interpretarse las amenazas de Yoav Gallant al Líbano y a la resistencia árabe libanesa Hesbolá?


Por Charles H. Slim

Mientras en la Cizjordania ocupada, los colonos judíos siguen atacando e incendiando casas palestinas mientras los grupos especiales israelíes y los militares irrumpen en los campamentos de refugiados y asesinan impunemente a militantes de la resistencia palestina y llevan adelante toda clase d atropellos contra los civiles, en el borde norte fronterizo con el Líbano, esos mismos militares de la FDI mantienen muy bien escondidas sus cabezas detrás de las fortificaciones y sus vehículos blindados porque saben muy bien que Hezbolá vigila y responderá a la mínima provocación.

Tras cumplirse un nuevo aniversario de la guerra del 2006 y en la cual Israel salió magullado militar y políticamente, el actual régimen sionista de ultraderecha religiosa ha estado tratando de crear provocaciones en el sur del Líbano en especial sobre la llamada línea verde que se halla bajo supervisión de Naciones Unidas.

En 17 años de aquella guerra, ha pasado de todo en la zona neutral. Durante todo ese tiempo los intentos de equipos especiales israelíes para infiltrarse en la zona han fracasado gracias a las contramedidas de Hesbolá y es de allí donde nace la impotencia de la elite sionista en Tel Aviv que se repotencia por la humillación en 2006.

La última de estas provocaciones salieron de la boca del ministro de defensa israelí el ex general Yoav Gallant quien tras una visita la frontera norte de la Palestina ocupada sintéticamente amenazó al movimiento de resistencia libanesa de “volver al Líbano a la era de piedra” en alusión al poder destructivo con que cuenta el estado sionista y que sin dudas lo utilizaría, recordando que una expresión similar que el presidente estadounidense George H. Bush en 1990 se jactó de que “regresaría a la era de las piedras a Iraq” -en realidad fue el Secretario de Estado James Baker amenazando a su homólogo iraquí Tarik Asis en la cumbre del 8 de enero de 1991- algo que su hijo (George W. Bush) concretaría en parte en 2003.

Como era de esperar, los Bush conocidos sionistas dentro del espectro político estadounidense no era de extrañar que los israelíes usufructuaran con entusiasmo esta trágica frase. Cuatro años después de la guerra, un ministro israelí afirmaba que si un solo misil de Hesbolá tocaba a Israel destruirían la infraestructura de Siria y la “devolvería a la edad de piedra”.

En noviembre de 2012 en medio de una desmedida y brutal ofensiva de las FDI sobre Gaza el entonces ministro del interior israelí Eli Yishai comentó que “esperaba devolver a la Franja a la edad Media”. Esta clase de comentarios (además de las intenciones que revelan) son parte de un prejuicio muy común entre los sionistas basado en un claro racismo muy instalado en la sociedad israelí y que los jerarcas israelíes sintetizan con la creencia de que la vida de los árabes y en particular la de los palestinos es “barata”.

Ese relativismo en el valor de la humanidad se ha visto hasta el hartazgo, quedando patente en como los medios occidentales han estado ponderando con detestable y clara desigualdad la muerte de israelíes de la de los árabes.

Pero como lo señalan varias fuentes israelíes, las amenazas de Gallant no son creíbles y justifican las risas del líder Sayed Hassan Nasrallah al escuchar las bravatas. Además, los libaneses y en particular los chiitas de Hesbolá no tienen miedo al enfrentamiento.

El experto en asuntos de seguridad nacional Kobi Marom ha dejado entrever que las amenazas de Gallant no se ajustan a la realidad. Como señaló para un medio israelí “son amenazas vacías” ya que según este asesor “cuando se amenaza militarmente a la otra parte, debe ser creíble” y en las actuales circunstancias eso no es así. En igual sentido se expresaron otros funcionarios israelíes señalando que una guerra con la actual situación de potencialidad de la resistencia árabe-islámica y las consecuencias que conllevaría sería para los israelíes simplemente intolerable.

Y este último señalamiento se centra en la población israelí que no estaría a salvo de una respuesta aplastante de los variados tipos de misiles con los que cuenta Hezbolá que cobraría un precio en vidas que terminaría con el gobierno de Netanyahu y sus extremistas supremacistas.

Pero más allá de las opiniones israelíes, la situación del Líbano y de Hesbolá en particular no permiten tomar enserio estas amenazas incluso, si incluso Israel solo se contentara con un ataque masivo con la esperanza de destruir a la resistencia chiita para que no responda, ello es improbable y por ello no podría detener las consecuencias de los misiles que no puedan ser interceptados y de la flota de Drones kamikaze con los que contaría.

Incluso si Israel realizara un golpe sorpresivo y artero contra el Líbano, la respuesta táctica de Hesbolá podría ser más dañina y costosa para la infraestructura estratégica israelí que la masacre que los israelíes cometerían contra la civilidad libanesa. Los jefes militares pero en especial de la inteligencia militar y del Mossad saben que el reactor nuclear de “Dimona” está a tiro de los misiles y que no hay garantías que la “cúpula de hierro” los pueda detener a todos.  

Pero ese solo sería una de las consideraciones para preocuparse. No solo sería el reactor lo que volaría sino los silos y los arsenales con ojivas nucleares bajo tierra que Israel almacena y que la Organización Internacional de Energía Atómica hace la vista gorda.

Las especulaciones sobre el “por qué” Gallant y los sionistas de la extrema derecha buscan excusas para provocar al Líbano y en especial a Hesbolá podrían estar asentadas en la crisis política interna que esta arrinconando a Netanyahu y a su gabinete supremacista judío. También hay algunas sospechas de que se este buscando complicar la situación de Rusia en Siria, visto que Israel es un aliado de EEUU. 

Pero si nos quedamos con la primera especulación y aunque una guerra podría ser la excusa perfecta para distraer y unir a una sociedad israelí fragmentada, también podría ser el comienzo del fin para un estado que se está desmoronando lentamente.

 

 

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