martes, 12 de septiembre de 2023

 

 

ESTRATEGIA CONTRA CHINA

¿Cuáles son las reales intensiones de EEUU sobre el Mar Meridional?

 

Por Charles H. Slim

La guerra en Ucrania ya puede decirse que ha pasado a un segundo plano para los intereses atlantistas en especial, para los estadounidenses que dan por perdida la oportunidad de dar un zarpazo sobre la Federación Rusa. Los instigadores de todo esto están presionando para que La Casa Blanca ponga su atención sobre China y en especial sobre todo el Mar Meridional para evitar que se siga expandiendo la influencia china sobre toda la región.

Desde el inicio de la Operación Militar Especial, los mandos militares atlantistas y en especial el almirantazgo norteamericano del Estado Mayor de la Armada han sido muy precavidos en no comprometer sus unidades navales dentro del Mar Negro. Los riesgos valorados al parecer son altos y la principal amenaza vendría de la Armada rusa que ya ha demostrado capacidades que no están a simple vista. Eso es lo que habrían determinado en un informe de la inteligencia naval dirigido al Jefe de Operaciones Navales (OPNAV) en el cual se puso en perspectiva una hipotética confrontación no convencional.

Por lo pronto en Washington parecen conformarse con un nuevo paquete de ayuda de 1000 millones de dólares y el pronto envío a Kiev de proyectiles para obuses de tanque con Uranio-enriquecido, es decir, un agente químico radiactivo que envenenará el territorio ucraniano con todas las consecuencias sobre el medio ambiente y su población (tal como se sigue viendo en la provincia de Al Anbar, Iraq).

Una vez más, la administración Biden va a la carga con su secretario de Estado Anthony Blinken quien como señalan varios, es más guerrero que diplomático y las pruebas de ello están a la vista. Es por ello que la prudencia de la armada en el Mar Negro tiene no surge de un interés de no escalar el conflicto.

Para estrechar el hostigamiento sobre el continente chino, preservar las fuerzas navales es una cuestión de necesidad estratégica para los atlantistas y en especial para los belicistas como Nuland, Blinken y Sullivan.

Pero como ya sabemos la política contra China que encabeza Washington no solo tiene una pata militar. La búsqueda de aliados para presionar en la región ha llevado en las últimas horas a que el mismo Biden haya realizado una visita relámpago por dos potenciales candidatos para esos planes como son Vietnam y la India.

Otra importante rama en la estrategia contra China es la comunicación. Como ha sucedido en casos anteriores y en particular con lo visto contra Rusia, la censura y la desinformación a la que se prestan los medios occidentales, demuestran su parte en la guerra psicológica que dirigen las agencias de inteligencia.

En ese plan seguimos oyendo en los medios del hemisferio, largas predicas y monsergas acusando a China de violar los derechos humanos en especial contra la minoría musulmana Uigur (obviando sus propios crímenes contra los musulmanes de Irak, Siria, Libia, Yemen etcetc), de querer invadir Taiwán y de buscar su expansión global por una ambición presumidamente imperialista. Bajo el falso antagonismo “democracia vs autocracia” sacado del libreto propagandista elaborado por el Departamento de Estado y que sus adeptos en el hemisferio sur repiten como loros, intentan asustar a potenciales socios comerciales (con aspiraciones al BRICS) y al mismo tiempo sermonear al mundo con ese gastado e infantil cliché de “nosotros somos los buenos y ellos son los malos” que tanto daño causó no hace tanto la administración de George W. Bush y Dick Cheney y que Barak Obama continuó.

Tampoco olvidemos como la administración de Donald Trump fue de frente contra China buscando desbancarla del comercio internacional, algo que Joe Biden continuó sin pausa con los intentos por varios medios de apoderarse del mercado de los microprocesadores. Aquel acuso muy ligera (o quizá convenientemente) a China de haber sido el responsable de la aparición del Covid-19, cuando a poco de rastrear precedentes previos a la declaración de la pandemia, se hallaron muchas inconsistencias en los informes y hechos que evidenciaban que ese “agente biológico” ya estaba mucho antes en suelo estadounidense y más precisamente en una instalación militar que casualmente albergaba los laboratorios de investigaciones y desarrollo de estas armas pestilentes.

Hasta la filtración y difusión de lo realmente ocurrido por mediado del mes de junio de 2019 en “Fort Detrick” en Meriland, los medios angloestadounidenses y sus lacayos hemisféricos solo hablaban del “murciélago”, de un “sucio mercado en Wuhan” y del “virus chino”.

Más cerca en el tiempo, los inconvenientes y no esperados descubrimientos de las tropas rusas en Ucrania, han reforzado con creces el real involucramiento de EEUU en la aparición de esta “pandemia”. El hallazgo de laboratorios de Bio-guerra para el desarrollo (entre otros agentes) del “SarS-CoV” (denominado vulgarmente Covid19) y que pese a los fundados pedidos de Moscú ante Naciones Unidas de que se realicen las correspondientes investigaciones, eso sigue siendo un tema pendiente de tratar.

Para la CIA se ha hecho muy difícil penetrar en los círculos políticos de Pekín e incluso de sus Fuerzas Armadas. Pese a que la agencia cuenta con el apoyo de agencias asiáticas y de recursos humanos de origen chino que hablan fluidamente el idioma (especialmente de Taiwán), articular programas subversivos para tratar de desestabilizar políticamente al gigante asiático o buscar su desintegración se vuelve algo muy complejo de lograr. Igualmente, ello no es obstáculo para que la CIA y sus socios detenga sus actividades en pos de lograrlo.

La producción de inteligencia electrónica y la obtenida de los satélites es con la que más cuentan los analistas en Washington aunque deben tomarla con mucho cuidado y detalle quedando siempre muchas dudas sobre si lo que informan algunas imágenes no son meros montajes escenificados. Una de las amenazas más temidas y en especial para la armada son los misiles hipersónicos contra portaaviones “DF-17”, que podrían evadir todas las contramedidas de un grupo de ataque norteamericano. Igualmente, los generales de Biden y sus asesores están apuntando a buscar a la brevedad un enfrentamiento con China bajo la excusa de “defender la democracia en Taiwán”, pero ¿Serán tan idiotas los taiwaneses de caer en la misma trampa en la que hoy se hallan los ucranianos?

No hay otro interés en La Casa Blanca que la de sostener la supremacía global, aún a costa de otra horrible guerra.

Por lo pronto Washington continuara con la propaganda y a pesar de todos los esfuerzos por dañar la imagen de China, tal como se ve con interesada intensidad en Sudamérica y muy particularmente en Argentina (por el control del Litio y el Cobre), los resultados benéficos del trabajo de la diplomacia china hablan por sí misma.    

Pero todos estos que participan de estos artificios argumentativos hace tiempo que han caído por debajo de una aceptable credibilidad y es por ello que con la generación de mayores infundios solo ayudan a hundirse aún más en esa incredulidad de la opinión pública que acostumbradamente han manipulado.

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