domingo, 19 de noviembre de 2023

 

ARGENTINA, EL DIA DESPUES

Las dos caras de una misma moneda


Por Javier B. Dal

Mientras se llevan adelante los comicios del ballotage para elección del presidente, la realidad camina por el carril del frente. En medio de un esfuerzo discursivo de los medios que viven del sistema, el costo de vida para cada ciudadano argentino se ha vuelto insoportable. Una moneda que no tiene valor, el alza de los precios, las carencias de toda clase de productos y la inflación progresiva, no puede arrojar otra conclusión que el de un inmediato y oscuro futuro.

La “fiesta de la democracia” no lo es tanto. Ni hay nada que festejar ni la corrupción sistémica que sostiene todo el circo político-mediático refleja el verdadero sentido de la palabra democracia.

Pero en lo que hace al posicionamiento geopolítico argentino, no hay mejores perspectivas, si es que las ha tenido en algún momento.

Cualquiera sea el vencedor, se alineará -cada uno a su estilo- con el globalismo direccionado desde Washington y al mismo tiempo con el estado de Israel, un eje estratégico en los esfuerzos atlantistas por copar Eurasia y en especial, tratar de cercar a la República Popular China.

En esta dimensión la Argentina no existe. Aún y a pesar de los discursos y toda la palabrería sobre el avance, el desarrollo y las perspectivas que tiene el país para “alimentar al mundo” y bla, bla, bla, durante cuarenta largos años de desestructuración y saqueo del estado, se ha dejado tan solo el esqueleto colonizado de parásitos que obviamente, militan el llamado “estado presente”.

Si durante todos estos cuarenta años, cada distrito electoral, cada municipio, provincia y ni hablar del estado nacional se volvieron fuente de negociados y acceso a dinero para los funcionarios que se hacen de sus cargos ¿Qué es lo que puede esperarse en una relación con otros estados y más teniendo en cuenta la brutal realidad internacional existente?

Esta más que claro, que la democracia que tanto se declama no se ejerce con el sufragio. Si en realidad los argentinos pretenden cambiar su realidad y balbucear con algún sentido esa palabra, deberían comenzar por ejercer ese poder individual que le trasmiten a los estafadores de turno.

También, ejercer el sentido crítico y cuestionar con todas las herramientas que “la democracia” les otorga, para saber lo que hacen allá arriba los funcionarios que ellos mismos han encumbrado con su abúlica participación que no es otra cosa que resignación disfrazada de “civismo”.

Si en realidad quieren que la Argentina progrese ¿Cuál es el precio que están dispuestos a pagar por ello? Deberían comenzar a tomar consciencia de que no viven en Escandinavia, en la UE o en Miami como muchos de esos farsantes de los medios tanto pregonan.

Dejar de lado esa vieja y rancia pretensión europeísta que raya con el racismo de ciertos sectores que se creen superiores por sus orígenes, es un paso importante para saber a dónde quieren ir y si es posible llegar.

Esto explica porque no hay en este país un sentimiento nacionalista, en el buen término de la palabra. No lo hay por el simple hecho de que no saben que significa realmente ser argentino. Si profundizamos más, veremos que no les importa conocer esa argentinidad porque en cierto sentido, no hallaran valores sólidos y profundos que no vayan más allá de la pasión por el fútbol, el asado y las buenas cosas de la vida.

Si hablamos del valor “religioso” (que no es lo mismo que espiritual) la mayoría de los argentinos son católicos apostólicos romanos pero en los hechos y en la práctica, se ven bastante apagados en su fe y eso se ve en una Iglesia Católica tan politizada como hueca y opaca en sus posicionamientos sobre ciertos temas.

Incluso, que el Papa sea argentino no ha hecho más que demostrar, que es el sujeto perfecto en una actualidad geopolítica altamente grisácea y turbulenta.

Lo que viene para la Argentina después del lunes 20 de noviembre es simplemente la profundización de la crisis que los argentinos vienen sufriendo. Y ahí verán una vez más, como esas promesas y esos miedos sembrados para persuadirles en favor de seguir con el Status Quo, se difuminarán como el humo de un cigarrillo.

Lo mismo para quien ha prometido un cambio copernicano de este estado de cosas. Si bien su posición se presentaría como un salto a una nueva realidad lo cierto es que, para crearla habría que realizar muchas acciones que deben dejar de lado el pragmatismo que tanto se ha abusado por estos lados.

Sea Massa, sea Milei el vencedor, la Argentina está en el horno. Los actuales contendores por el poder global (EEUU, UE, Israel vs Rusia, China e Irán) tienen sus propias agendas sobre el destino de la Argentina y a ninguno le interesa lo que sus monigotes en la Casa Rosada tengan que decir al respecto.

Para estos actores, la Argentina viene a ser como un gigantesco terreno mal alambrado y totalmente descuidado. Saltarlo y entrar en él es un juego de niños. Es un territorio virgen para desembarcar y poner en marcha el desarrollo de sus propios emprendimientos en los que, seguramente le darán participación a los argentinos pero no en la importancia y la determinación que merecerían.

Tal vez muchos argentinos ya estén al tanto de que su país ya no es su país, pero quizá no sean conscientes de lo que redundará para su futuro el estar comprometidos (por haber perdido su propia potencialidad) con situaciones, políticas y conflictos que Argentina no buscó. Tan solo en unas horas, veremos a donde irán los destinos de este país.

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