sábado, 13 de julio de 2024

POR EL RESBALADIZO CAMINO A LA OTAN

¿Cómo podría la Argentina aspirar a entrar a la organización atlántica, cuáles serían las condiciones y quiénes tienen la última palabra para permitirlo?

 

Por Javier B. Dal

La estridente personalidad y explosivo carácter del actual presidente argentino sin dudas son parte de su fórmula de gobierno y a diferencia de sus predecesores ha logrado embrujar a una buena parte de los argentinos haciendo lo que ningún político había hecho antes y eso es, hacer lo que dijo que iba a hacer. Si bien ello se puede interpretar como algo muy promisorio en realidad y por lo que se esta viviendo en la economía doméstica, las personas de la calle lo están resintiendo de manera muy severa.

Pero aunque ello (hacer lo que dijo) pareciera ser una cualidad sobresaliente en realidad, se oculta otra cosa. Estamos sin dudas frente a una estratagema que sirve para enmascarar otros planes mucho más peligrosos e inconfesables para el futuro del país.

A diferencia del senil Biden en EEUU, Milei no tiene red de contención. En EEUU se sabe que no son los presidentes quienes manejan el país, si así fuera Biden hace tiempo lo habría enviado al abismo. El estado profundo es una realidad nebulosa pero muy presente en la toma de decisiones de los gobiernos y en la Argentina también esta presente.

El estado profundo es una dimensionalidad paralela, un reflejo del tamaño del estado bajo el que se cobija. Si vemos al estado de la Unión deduciremos la complejidad y vasta extensión de su estado profundo.

Por supuesto que el estado profundo argentino tiene otras facetas y beneficiarios y ha ido modelándose con el paso de las décadas y hoy estaría reconfigurándose de acuerdo a las circunstancias.

Milei solo es un fusible, el muñeco de alta voz que el estado profundo ha puesto en ese lugar para beneficiar sus intereses. Tal vez y a diferencia de lo que pasa en los EEUU, el componente estrictamente nacional como es la industria armamentística y el lobby no existe en Argentina o tiene muy poca incidencia, o si la tiene, están siempre apoyados sobre los poderes externos.

En Argentina se habla más de “círculo rojo” que de estado profundo siendo por ello sinónimos.

Quienes están por encima de los gobiernos en Argentina se vinculan más bien al campo empresarial (incluidos los sindicatos)-político-financiero y de su lobby para captar inversiones extranjeras. Estos son los que conforman el “Deep State” aquí, pero ello se estaría ampliando con el actual gobierno dado que hay ciertas medidas que Milei estaría (en beneficio de intereses externos) implementando que se dirigen a crear nuevos beneficios y ampliar las incumbencias a la cloaca nacional.

Milei dice estar contra la casta política lo que pareciera significar, estar contra parte del componente del “círculo rojo”, pero lo que en realidad está haciendo es construir una nueva casta o mejor dicho, reemplazar a la casta vieja abriéndole la puerta a otra casta de componentes foráneos  y de su predilección ideológica para insertarla en el país que con el paso del tiempo lleguen a tener preponderancia en los asuntos de estado (como se trata de hacer con la instauración de juicios en ausencia) como vemos en EEUU, o lo vimos últimamente con las elecciones en Francia y Reino Unido.

Aquí es donde entran sus convicciones personales que calzan perfectamente con los intereses que están comenzando a operar dentro del país no para traer ventajas económicas en medio de una calamidad continua en la que los argentinos de a pie viven sometidos desde hace décadas sino, para desplegar sus estructuras tendientes a impulsar y proteger sus propios intereses que a su vez serán fomentados por estos sectores del “estado profundo” nacional.

Una de las tácticas para que esos intereses vayan colándose dentro del estado es el uso de fundaciones y ONG que bajo fines altruistas esconden una agenda geopolítica de los países de donde proceden. Y no hay dudas que las medidas de Milei están siendo muy funcionales para que estas tácticas funcionen en medio de una crisis que no termina y la creciente desesperación en la población. 

Su carácter es proporcionalmente similar a su fanatismo ideológico-religioso y ello quedo ejemplificado con su cercanía con el líder ucraniano Volodymyr Zelensky por el solo hecho de ser judío sin distinguir el trasfondo político y geopolítico al que representa. Lo mismo tras su visita a Israel donde expreso su incondicional apoyo a las acciones que el régimen de Netanyahu lleva a cabo contra la población palestina que se traduce en el apoyo del estado argentino.

Referente a esto último, la injerencia de Israel en el área de fabricaciones militares y de asuntos castrenses en Argentina ya han dejado de ser meras tratativas y posiblemente más pronto que tarde la industria nacional este fabricando municiones y ciertos componentes para surtir tanto a las FDI como a las agotadas existencias del ejército ucraniano. Esto representaría una peligrosa posición para la Argentina y al mismo tiempo una gran ventaja para los poderes hemisféricos, aliados de estos y muy avocados en seguir sosteniendo tanto al régimen supremacista liderado por Netanyahu como al régimen neonazi de Zelensky.

No hay dudas que uno de las intenciones de Milei y que su fashionista ministro de defensa comparte es ingresar a la OTAN. Habría que ver si esa posibilidad se ha discutido en la cumbre opaca que tuvo lugar en Washington.

Este pensamiento y forma de conducirse del presidente argentino agrada de sobremanera a los atlantistas aún si en el fondo, lo detestan por sus presumidas lecciones en economía de las que se jacta. Milei representa para Washington y la OTAN un importante activo político en la región ya que, necesitan contrapesar la penetración china y hacerse de un punto seguro de repliegue estratégico si las cosas pudieran salir mal con la Federación de Rusia.

Tal vez Milei y su hermana no lo sepan o quizá no lo crean así, pero para los poderes atlantistas son meros recursos desechables.  

  

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