“BIDEN
Y SUS CIRCUNSTANCIAS”
¿Qué
tan responsable es Biden y su administración la actual situación de Ucrania? El
peligro de querer repetir viejas políticas traería consecuencias aún más
severas
Por Charles H. Slim
A simple
vista el lanzamiento de la Operación Especial rusa sobre Ucrania no podía ser
lo mejor que le podía pasar a EEUU. Más allá de que Biden venía vaticinando con
fechas tentativas de que Rusia quería invadir a su vecino, el lanzamiento del
ataque del 24 de febrero no estaba dentro de aquellas predicciones. Igualmente
para Biden esto significaba (y ahora más que nunca) la oportunidad de levantar
su pésima imagen dentro de la población de su propio país (50% de los
estadounidenses reprueban su gestión).
El mandatario norteamericano fue pillado por sorpresa
y no le quedo más opción que ordenar la pronta evacuación de su embajada en
Kiev y trasladar todo su personal consular a Lviv. Es falso que la CIA sabía
que esto iba a pasar el 24 de febrero. La divulgación de una posible invasión
era parte de un bulo, una campaña psicológica que pretendía condicionar a Moscú
ante la opinión pública internacional (precisamente para frenarlos) pero no
significaba que supieran sobre los planes rusos.
La movida de Vladimir Putin fue sorpresiva e
inesperada (incluso para sus propios seguidores), por más que hoy los medios occidentales
hablen de algo previsible e inevitable, en Washington no esperaban que ello
sucediera. Ante esto, el viejo Biden tratando de borrar su pésima salida de
Afganistán y los fracasos en Kazajistán, apuesta a jugar más rudo (y demostrar
que tiene liderazgo), poniendo en marcha una batería de sanciones económicas mucho
más extensas contra Rusia sin darse cuenta de cuáles serían las consecuencias
para propios y ajenos. La prohibición de acceder a las fuentes informativas
rusas (RT, Sputnik etc), de importar productos, el petróleo y el gas rusos ha
disparado los precios de los combustibles y de los alimentos produciendo el
desabastecimiento en la Unión Europea.
Pero la idea es que estas sanciones causen la
desesperación en la población rusa y esta a su vez se lance contra su
presidente para incluso justificar un magnicidio. Nada nuevo en la estrategia
de Washington. A pesar de esto, el gobierno de Putin sigue en pie y lejos de
quedarse inmovilizado no ha tardado en adoptar medidas para contrarestar este
sabotaje económico-financiero que se vio posibilitado por estar conectado a
occidente mediante el SWIFT. Eso ya ha quedado atrás y hoy por hoy Rusia está
en plena implementación de un nuevo programa para su economía en la cual ya no
tiene lugar el dólar y acerca aún más a la consolidación de un sistema
comercial con China.
En ese sentido, Biden y su círculo de neoconservadores
buscan condicionar a Xi Jinping para que se aleje de Rusia, algo que Pekín ha
demostrado no estar de acuerdo. Y es que saben que la catástrofe económica que
está golpeando al comercio mundial no la ha provocado Rusia ni Vladimir Putin
(como difunde los Mass Media) sino precisamente, las medidas de terror
económico de Joe Biden que también están golpeando a los mismos estadounidenses.
Hay que recordar que Joe Biden es parte de la vieja
política (indistintamente de demócratas y republicanos) y como tal, usa los
mismos juegos y trucos sucios para salir adelante. Dentro de este esquema, la
censura previa, la manipulación informativa y la persecución han sido una
política que Biden continúa implementando como lo han hecho sus predecesores. Lamentablemente
los “outsiders” como Donald Trump y los denominados “Jóvenes Líderes Globales”
(financiados por el Foro Económico Mundial) no han demostrado haber abandonado
esas viejas recetas demostrando que no son más que fusibles del Establishment.
En tanto en el terreno ucraniano, las tropas rusas
(pese a la censura y la intoxicación informativa de medios occidentales)
consolidan posiciones. Ciertamente hay bajas considerables entre la tropa rasa
rusa pero la situación de los ucranianos es tan desastrosa que no tienen noción
de sus propias bajas. El avance ruso es lento pero firme. Con esto, se ha
logrado poner al descubierto varias cosas muy sucias que involucran a
Washington y personalmente al mismo Biden. El hallazgo de instalaciones y
laboratorios de guerra bacteriológica financiados por EEUU ha sido una
desagradable sorpresa para La Casa Blanca y ha puesto en entre dicho –una
vez más- a la democracia americana y en una muy embarazosa posición al hijo
del presidente Biden quien ya venía siendo expuesto por actos ilícitos como el tráfico
de influencias y otros negocios turbios en Ucrania.
El involucramiento de Hunter Biden en los negocios y
el manejo de estos fondos para financiar estos programas de peligrosísimos
elementos bacteriológicos han dejado de ser una mera “teoría de la conspiración”
como supieron achacar los medios corporativos que siguen los lineamientos del
poder cuando han querido tapar los negocios oscuros de la familia Biden.
Al parecer, una buena tarea de la inteligencia rusa
dio sus frutos. Si bien no hay precisiones de cómo se hallaron estas
instalaciones secretas y sus archivos intactos, no habría que descartar que se
halla tratado de una colaboración interna a estos programas. Documentos hallados intactos vinculan al
gobierno ucraniano con el Fondo de Inversión Rosemont Seneca, dirigido por
Hunter Biden con estos programas militares a cargo del Pentágono ¿Qué
propósitos tienen estos laboratorios justamente en las puertas de Rusia?, ¿Qué
sabía Naciones Unidas de todo esto?, ¿Acaso entre las armas pestilentes que se
estaban desarrollando en estos laboratorios estaba el Sars-CoV (COVID) que
Washington quiso culpar de su aparición a un murciélago de un mercado en Wuhan?
Y por supuesto ¿Por qué el silencio de los medios occidentales?
La baladí reacción de Biden ante esta exposición ha
sido la de advertir a Rusia diciendo “que no se atreva a realizar un ataque
químico”, lo que a las claras es un desesperado intento por desviar las miradas
de aquellos descubrimientos que a muy pocos puede engañar. Igualmente, en el
terreno los grupos “proxies” neonazis a los que apoya y otros de sus agencias
de inteligencia podrían generar un incidente tal como lo hicieron sus socios en
2013 en Siria para acusar al gobierno de Al Assad de haber usado gas Sarín que en
realidad, fue traído -con la complicidad de Turquía- desde Georgia donde
el Departamento de Estado administra y controla laboratorios de guerra Química
en las afueras de Tiblisi.
A esta arenga engañosa Rusia le ha dejado en claro que
no permitirá que recreen lo que hicieron en Siria (durante la administración de
Obama) caso contrario tendrán una respuesta nuclear. Claramente esto para Biden
-sabiendo que Putin no blofea- es demasiado pesado de digerir y es por
ello que necesita a la UE como apoyo y escudo ante esa posibilidad.
A Biden y a los neoconservadores no les interesa que
la guerra se detenga por el contrario, salvo que vean caer a Vladimir Putin. Ello
no significa que pretenda involucrar a sus tropas en el campo de batalla. Para
suplir esto ha ordenado que se envíen más armas, equipos y apoyo técnico a
Ucrania tal como hicieron para abastecer clandestinamente al ISIS en Iraq. Incluso
mientras más muertos civiles hallan mejor para los planes de ingresar junto a
la OTAN y consolidar su posición geopolítica. Si eso ocurre, todo lo
descubierto, los laboratorios, los ensayos prohibidos con soldados ucranianos y
sus armas bacteriológicas serán tapados con la complaciente colaboración de los
medios occidentales.
Una de las tapaderas que se ven involucradas en estos
programas de armas de destrucción masiva (ADM) es la nada extraña presencia de actores
como USAID, de la filantrópica Fundación George Soros y los Centros de Control
de Enfermedades de los EEUU con lo cual, queda muy claro que no estaban allí
para fabricar aspirinas y jarabes para los niños.
Quedará a cargo de Naciones Unidas y los Comités
encargados del Control de este tipo de armamento (como órganos de aplicación de
la Convención sobre Armas Biológicas) que investiguen esta escandalosa situación
y por supuesto, establecer las responsabilidades que tiene EEUU y puntualmente
su gobierno en todo el asunto. Aunque todo ello por el momento sea ilusorio, es
un consuelo que la población europea haya sido puesta al tanto de lo que EEUU estaba haciendo bajo sus narices. Con esto en
vista, Biden no podrá orquestar jugarretas sucias que puedan llegar a
comprometer no solo a los europeos sino a todo el mundo.