sábado, 12 de septiembre de 2020

 

“EL UNILATERALISMO HA MUERTO”

¿Cuáles son las causas y consecuencias de la decadencia geopolítica anglosajona?


Por Charles H. Slim

Coincidiendo con las conclusiones del filosofo y politólogo ruso Leonid Savin, “el multilateralismo es el futuro en las relaciones internacionales” y con ello, el fin de la odiosa y fatídica hegemonía anglosajona que se hemos conocido desde hace tiempo como la “Pax Americana”. El curso de los acontecimientos parece informar con claridad esto, teniendo como epicentro a un Estados Unidos de Norteamerica completamente revuelto en su interior y teñido de intrigas palaciegas puertas adentro de la Casa Blanca.

La catarata de errores en su política exterior ha propiciado esta situación. Y queda claro que no todos –y sin dudas los más graves-pueden serle achacados a Donald Trump. No caben dudas de que invadir Afganistán en 2001 y peor aun, invadir Iraq en 2003 bajo aquella montaña de patrañas a la sombra de los sospechosos eventos del 11 de Septiembre, fue el comienzo del fin para las expectativas de extender su unilateralismo argumentando buscar la “libertad” y la “democracia” de los pueblos a golpe de bombas y torturas.

De aquellas negras jornadas en las que los neoconservadores y sus aliados sionistas del Congreso (representados por los Lobbies pro-Israel) impulsaron una tendenciosa y engañosa “guerra contra el terrorismo” que además de falaz no tiene fin, aún se siguen replicando sus consecuencias humanitarias sobre las poblaciones de vastas regiones del planeta. Y aunque el Establishment trato de moderar estos daños colaterales colocando a un presidente demócrata de color, solo hubo un cambio cosmético en la direccionalidad de la agenda pero nada más. La agresividad y voracidad de las administraciones republicanas pasaron a ser reemplazada por la ambigüedad disfrazada de buenas intensiones y supuesta moderación de administraciones demócratas que en realidad escondían tácticas más refinadas y solapadas para continuar con su agenda geopolítica de expansión y contención.

Al parecer Washington no ha aprendido de sus errores y como un “elefante dentro de un bazar”, cada movimiento que hace causa destrozos.  Las consecuencias de esta política brutal, torpe y ajena a la legalidad internacional (Doctrina Rumsfeld-Cebrowsky) pueden verse con creces materializadas en el actual orden mundial que se desmorona. El dique de contención contra las potencias euroasiaticas se ha roto y ello es imposible de ocultar. China resurge de la crisis pandémica del COVID-19 y Rusia anuncia para el asombro de un mundo en pánico la posible solución para este virus; sin lugar a dudas, una pesadilla hecha realidad para los auto proclamados “lideres del mundo libre”.

Los historiadores y relatores estadounidenses ya están tratando de volcar las culpas de esos errores en la persona de tipos como George W. Bush y tal vez en su compañero Dick Cheney, como una forma pueril de expiación de los pecados gubernamentales estadounidenses. Pero eso es un engaño que no prosperara y ellos lo saben. Descalificando a  estos dos mandatarios republicanos e incluso sacrificándoles ante el escarnio de la opinión pública, el Establishment, el bajo fondo que maneja los asuntos externos de EEUU trata de lavarse la sangre con la que ha manchado la imagen política del país.

A pesar de esto y del recambio político en el estilo de gobierno de un “outsider” como Trump, los errores históricos se siguen acumulando y con ellos, la degradación de la ya muy discutida política exterior estadounidense.  Pese a que su estilo no se parece a ninguno de sus predecesores, Trump también parece haber incurrido en varias falencias que replican y hasta superan a las de aquellos. Y digo pareciera, porque es muy probable que ni siquiera estuviera al tanto de lo que algunos de los estamentos imperialistas estaban por ejecutar.

Uno de los últimos tropiezos fue el asesinato del general iraní Qassem Soleimani y del jefe de las milicias chiitas iraquíes “Al Hashd Al Shaabi” allá por comienzos del año. Mala jugada que alimento aun más la ya de por si, desconfianza entre los iraquíes y una pésima señal para Teherán quien fue el socio crucial para derrotar el monstruo del “ISIS” implantado por sus propias agencias de inteligencia (parte del plan Jihadista financiado por Fondos de inversión KKR). Esto demostró la continuidad de la influencia que Tel Aviv y sus grupos de presión como AIPAC sobre las decisiones de la Casa Blanca.

Igualmente esto no le obsta a que continue con su agenda global  y hoy por hoy, junto a la OTAN se hallen empeñados en acumular más tropas y vehículos blindados en las puertas de Eurasia. Lituania y Estonia son los principales peones de estas jugadas que pueden salir muy mal. Pero allí no termina todo. Tras el anuncio de hace unas semanas de haberse elaborado en los laboratorios rusos una vacuna contra el COVID-19 los medios occidentales reaccionaron de forma extravagante y sobreactuada, tratando de menospreciar el anuncio pero, ello solo reforzó las sospechas de que las trasnacionales farmacéuticas occidentales (Big Pharma) habían sufrido un duro golpe contra sus expectativas de monopolizar un fabuloso negocio.

Pero esto también fue considerado un golpe geopolítico y en ese sentido reacionaron desde la Casa Blanca. Washington y sus aliados (especialmente Londres) claramente sorprendidos, intentando desacreditar el anuncio formalizado por el presidente Vladimir Putin dieron rienda suelta a su furia y en algún punto podríamos hablar de envidia trabando sanciones comerciales contra los laboratorios estatales rusos que participaron en la elaboración de la vacuna “SPUTNIK-V”. A simple vista, un golpe bajo y canallesco –uno más- que demuestra que al gobierno de los EEUU no le interesa el bienestar general de sus propios ciudadanos y mucho menos el del resto de los habitantes del mundo.

Por otra parte, esa reacción demuestra que los estamentos gubernamentales en Washington sienten pavor y una gran preocupación por el notable avance en los conocimientos científicos que los especialistas rusos han logrado desde la caída de la Unión Soviética demostrando también, la vanguardia académica del sistema educativo de la Federación caracterizado por su rigor académico en sus “Kóledzh” (tanto públicos como privados) basados en la especialidad y experiencia de campo.

En el siglo pasado esto habría sido tapado por años e incluso quizá ni nos hubiéramos enterado del desarrollo de una vacuna rusa. Pero gracias al revisionismo y a la velocidad y variedad de las fuentes informativas que hoy existen, ello no es posible de hacer. Esto ha demostrado ser tan peligroso para Washington y sus aliados que todas estas fuentes en el universo del internet son monitoreadas por “Salas de Ciberguerra y espionaje” de alcance global, tratando de  interferirlas e intoxicar sus contenidos.

Asimismo y como otra pestaña de esta tenaza, estas fuentes tratan de ser controladas por regulaciones arbitrarias desde que difusores como Julian Assange y Eduard Snowden expusieron a luz pública la suciedad oculta bajo la alfombra de los poderes de occidente, es que no hay lugar para secretismos. Sumado a ello, aquella obsesión proveniente de la guerra fría o más bien podemos llamarla “rusofobia”, sigue latente en el “Establishment” angloestadounidense, verdadero artífice de las políticas hegemonistas que ha venido desplegando desde la mitad del siglo pasado mediante ese sector oscurantista y despiadado (compuesto por demócratas, republicanos e independientes) que muchos denominan con muy buen tino como el “partido de la guerra”.

Esto también revela que el Orden mundial ha cambiado, mal que le pese a Washington. Sin dudas que aquel apotegma de George H. Bush enunciado frente al Congreso el 11 de Septiembre de 1991 asegurando que  se inauguraba ese “Nuevo Orden Mundial” guiado por el uniltaeralismo norteamericano, que se corono con aquella catastrófica guerra contra Iraq, hoy es un cadáver perfumado.  Es más, podríamos asegurar que apenas hizo esa declaración, ese orden de cosas comenzó a mermar de forma paulatina y sin freno hasta llegar al 2001 con la administración de su hijo George W. Bush donde tuvo su definitivo quiebre.

Hoy a la luz de las actuales circunstancias y de los grandes cambios que se han producido en los principales escenarios de la lucha por extender esa hegemonía (en especial en el Medio Oriente), podemos asegurar que el unilateralismo estadounidense ha muerto y con el, las esperanzas de imponer una visión a la zaga de valores y principios que como ha quedado demostrado en Iraq, Libia y Siria, nunca respetaron.

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