miércoles, 7 de diciembre de 2022

 

 

“LOS DOBLECES DEL ESTADO”

¿Qué significó la cadena nacional del presidente Fernández? ¿Acaso un desesperado intento de lavarle la cara a una Cristina Fernández que se sabía condenada o una verdadera preocupación por el descontrol interno?

 

Por Javier B. Dal

Hasta antes de que terminara la guerra de Malvinas en 1982, los servicios de inteligencia formaban parte del sistema de seguridad nacional de la República Argentina. No solo estaba la archi conocida y super corrupta “Secretaría de inteligencia” conocida como la SIDE (hoy AFI) a cargo de la “inteligencia civil” sino que cada fuerza tenía a su cargo sus propios organismos especializados.

La derrota en la guerra contra los ingleses en 1982 fue solo el inicio del desguace de estas áreas. La clase política favorecida por esta desgracia de la que Margaret Thatcher se jactó sin inmutarse y apoyados por las nuevas políticas que se trazaban desde Washington (prescindiendo de las dictaduras militares), llevó a que el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín pintado como “el adalid de la democracia” diera inicio (en beneficio de Londres) a una lenta y tortuosa tarea por destruir a las FFAA y a sus ramas especiales como es la inteligencia. Sumado a esto, la cooptación ideológica y la penetración clientelar en tan sensible área la volvieron con mucha más razón en “verdaderas cloacas del estado”. El problema de esto último es que nadie sabe hasta donde se extienden.

Las consecuencias de todo ello llegan a nuestros días y claramente hoy se puede intuir que (a pesar de la masividad de vías de información) nadie sabe nada de nada, la información es una mercancía preciada que manejan algunos grupúsculos orgánicos e inorgánicos que en teoría trabajan para el estado pero que en sus acciones están al servicio del mejor postor avanzando groseramente sobre los derechos y libertades de los ciudadanos.

La seguridad del estado a cargo de las agencias de inteligencia, fue convertida en una herramienta de “trabajos” para los gobiernos de turno llevándolas a su progresiva degradación. Sin objetivos estratégicos y contaminadas por los partidismos pasaron a escuchar y espiar a los ciudadanos y periodistas que pudieran molestar a los intereses que transitoriamente sirvan. Así, las pinchaduras de teléfonos de línea fija con pinzas cocodrilo o instalaciones falsas montadas en postes adyacentes por tipos disfrazados de empleados de la vieja empresa estatal “Entel” o la “Telefónica” de las épocas de Alfonsín y Menem son cosas del pasado.

Fue con el gobierno de CFK y con la progresiva utilización de teléfonos digitales cada vez más novedosos y el crecimiento de la red de internet, fue que se insertaron sofisticados elementos y medios de espionaje provistos por agencias especializadas en intrusar la intimidad de las personas. Uno de estos recursos fue la adquisición de “SoftWare” que permiten interceptar y manipular un teléfono celular sin que el usurario lo note. No es algo curioso, es un hecho que se vio muy claro con las escuchas, las extorsiones y los “carpetazos” que la SIDE hacía contra los opositores. Cuando CFK cayó en desgracia, esos mismos “servicios” proveyeron escuchas que ni la misma ex presidente creía que estuvieran grabadas y fue así como se expondrían las charlas con sus funcionarios y colaboradores cercanos derrumbando todo su andamiaje de corruptela clientelar en la obra pública.

La llegada del anglófilo gobierno de Macri en 2016 no cambio nada, solo profundizo la penetración de las agencias de inteligencia externas en un muy podrido submundo de lo que quedaba de la inteligencia nacional. Sin exagerar tal es la situación que se puede deducir que no hay sector de las fuerzas de seguridad nacional que no estén coladas por informantes del MI6, DGSE y como no, de la CIA y el Mossad a quienes Néstor Kirchner (revolucionario de cartón pintado) y su gobierno de setentistas trasnochados -por intermedio del fiscal Alberto Nisman- permitieron involucrarse en la causa AMIA.

Precisamente fue el gobierno de Mauricio Macri y mediante la gestión de su ministra de seguridad interior Patricia Bullrich que (aunque hoy se haga la sorprendida) adquirió los SoftWare “Pegasus” y “Saifan” provistos por la empresa israelí NOS (y que son usados por Tel Aviv incluso dentro de EEUU), que bajo el rótulo de “Ciberseguridad”, están destinados a interceptar toda clase de comunicación electrónica. El incidente del submarino “ARA San Juan” en 2017 puso en evidencia la operatividad de estos sofisticados recursos para espiar a los familiares de los submarinistas algo que sigue siendo investigado por la justicia.

La cadena presidencial del 5 de diciembre pasado además de inédita (por la cuestión que trató) vino precisamente a denunciar el descubrimiento de charlas telefónicas y un sospechoso encuentro entre empresarios de medios, funcionarios judiciales y políticos de la oposición con el terrateniente británico Joe Lewis en su estancia en Lago Escondido. La forma de cómo se consiguió esa información revela la intervención de sofisticados medios como los adquiridos a Israel. De ser cierto esto, por un lado reafirma el carácter anglófilo que tiene la oposición que de continuo y por intermedio de los medios capitalinos tratan de ridículo y por el otro, que el gobierno de Fernández también se sirve de los mismos medios.

La revelación de este evento y más allá de lo que en el se halla hablado, deja bien en claro que solo pudo ser conocido por el operar de “manos profesionales” y puestas en conocimiento al gobierno de forma. Pero aunque el presidente Fernández se hizo el sorprendido por la novedad y halla presumido un anonimato de las fuentes de esta información, queda claro que aquello fue un trabajo de los servicios del estado al cual él administra. Cualquiera que vive aquí sabe que eso tiene olor raro y mucho más considerando las circunstancias.

A un día de que los tribunales federales sentenciaran a seis años de prisión con inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos contra la vicepresidente Cristina Fernández, la divulgación de semejante evento (para algunos completamente inventado), en el cual se ven involucrados jueces y sacado al conocimiento público de forma masiva por cadena nacional por el mismo presidente Alberto Fernández, es demasiado obvio para creerlo casual.  Por más que el presidente haya querido darle un carácter “casual” a estas supuestas revelaciones esta muy clara la mano profesional y bien equipada de alguna agencia que aunque fuere gubernamental, evidentemente el presidente no controla.

Va quedando claro que los políticos argentinos (tanto en el gobierno como la oposición) se van adaptando a la salvaje realidad política internacional marcada por la “moral de situación” y como sucede en todos los países, tanto en EEUU como en Turquía o Rusia como China, la tecnología invasiva utilizada por los servicios de inteligencia y puesta al servicio de los propios intereses de esos gobiernos o de ciertos partidos en una circunstancia determinada, es una realidad que hace tiempo ha superado todo límite a la imaginación y que deja a todos ilegalmente expuestos en su intimidad. 

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