sábado, 19 de agosto de 2023

 

CON EL CULO VENDIDO

¿Por qué el batacazo electoral de Javier Milei es una demostración de la caducidad de la partidocracia argentina y todo el sistema que lo sustenta? Igualmente eso no significa independencia geopolítica

Por Javier B. Dal

No debe haber mejor frase que la del título, para describir cómo se halla el gobierno y toda la clase política argentina. Tras la brutal devaluación implementada el lunes pasado, el gobierno de Alberto Fernández comenzó un rápido descenso a los infiernos (en especial al de 1989) que hoy se graficaría con una simple pregunta ¿Dónde está el presidente? En realidad, poco o nada importa eso.

La Argentina es un país completamente condicionado, sin horizontes de desarrollo y por ello sin una libertad real para poder trazar una verdadera reestructuración atendiendo a sus propios intereses, que lo lleve a un paulatino mejoramiento macroeconómico y así a la tan mencionada potencialidad. La deuda con el FMI no es la única causa de esta desgracia. El descalabro ya venía de antes y mucho tuvo que ver -especialmente en los últimos veinte años- el denominado “Kirchnerismo” que a propósito muchos también se preguntan ¿Dónde está Cristina Fernández?

El tiempo parece haberse detenido y los mismos argentinos aún no han caído en cuentas de la situación en la que se encuentran. Con un ministro de economía artífice del caos económico y pese a ello con ambiciones presidenciales alimentadas por una parte de la ciudadanía, pone de relieve las inconsistencias que perviven en su sociedad.  Es la hora de una cruda verdad que reviste a su realidad y para peor, una que no tiene soluciones inmediatas como las que prometen los políticos.

El “verso” al que acostumbran los políticos para persuadir a los electores en búsqueda de su voto o también el artilugio discursivo conocido como “saraza” para rellenar con un montón de argumentos sin sentido un discurso que no dice nada, ha sido posible por la pasmosa tolerancia de los argentinos. Y así han ido pasando estos 40 años de gobiernos que bajo la chapa de “democracia” han expoliado, desarmado y destartalado al estado nación.

Tema central en este desmonte del estado-nación es haber matado al nacionalismo bien entendido (Tarea que los medios y los “liberaloides” intelectuales se hicieron cargo), aclarando que el Kirchnerismo y el mismo peronismo que se reconvirtió en eso no son nacionalistas. Su real denominación es “Cuentapropistas”, que hicieron sus dineros a costa del estado que si lo vemos a la luz de su verdadero sentido de este término parece una contradicción. Y si no pregúntense ¿Quiénes manejan los asuntos estratégicos del país? O más bien, tal como están las cosas lo que habría de preguntarse es ¿Existen estos asuntos?

La respuesta es clara y las explicaciones sobran. El país navega a la deriva en medio del choque entre el moribundo unilateralismo angloestadounidense y el multilateralismo chino-ruso que se materializa en una cruenta guerra en Ucrania. Si esos asuntos existieran en la esfera gubernamental el presidente tendría una agenda ocupada tratando temas trascendentales para la nación (energía, defensa y seguridad, relaciones internacionales) y no estaría en nimiedades como inauguraciones de alguna calle en el Cono urbano bonaerense, universidades o colegios.

Todas esas promesas se han ido acumulando año tras año, década tras década, elección tras elección y el tiempo para hacer un país viable ya se acabó. A partir de ahora comienza una era de sacrificios y de obligaciones que los argentinos no podrán eludir si quieren vivir con dignidad y ajustada a la cambiante realidad geopolítica.

El futuro ya está aquí, esto a cuento de ese dicho de Juan Perón que los políticos argentinos suelen citar dos por tres y que reza “el 2000 no hallará unidos o dominados” sin necesidad de tener que aclarar en qué estado se hallan hoy los argentinos. En este contexto las preguntas se vuelven inevitables: ¿Qué tan atrasado y descontextualizado de la realidad global se halla el país? y ¿Quiénes son los responsables de este atraso y de la actual crisis?

La deuda contraída con el FMI no es solo culpa del gobierno de los CEOs de Macri. El mismo Mauricio Macri reconoció su error aunque ello sea un mero consuelo que no lo excusa de su responsabilidad, pero los actuales sucesores (con 20 años de Kirchnerismo a sus espaldas) no hicieron nada para atender y mejorar la situación, solo encontraron excusas para no hacer nada y en algunos casos, la empeoraron.

Pero tampoco estos últimos son los únicos culpables de la actual situación. Los radicales con Alfonsín a la cabeza inauguraron esta era calamitosa de ineficiencias, negociados y corruptelas que Carlos Menem remozará con un poco de maquillaje neoliberal y que se caerá definitivamente en su segundo periodo. Los 20 años de Kirchnerismo, como nueva versión del peronismo progresista, terminaron siendo los clavos del ataúd de la Argentina.  

De aquí en adelante todo esta para cambiar. Si lo vemos desde el llano, es una oportunidad histórica para los argentinos de ser protagonistas de una renovación dirigencial que a su vez, propongan nuevas ideas y el ímpetu para el trabajo que llevara levantar un nuevo país con todo lo que ello significa. El tema es ¿Será con Milei, con Massa o Bullrich?

Adelanto que con cualquiera de ellos y esperando soluciones a temas económicos y seguridad, implicarán el involucramiento (cada uno con diferentes grados) de Washington, Londres y Tel Aviv que vienen con agendas para beneficio propio dejando en evidencia que no han aprendido nada.

Pero el nudo gordiano del problema argentino pasa por un sobredimensionamiento en el empleo público, controles ineficientes (o más bien corrompidos) en el gasto asignado a este propósito que obliga a una ingeniería impositiva asfixiante lo que a su vez aplasta las iniciativas de quienes no viven a la sombra de un estado que se convirtió en una bolsa de trabajo. Así se crearon ministerios, direcciones, secretarías y plantas de funcionarios que no tienen propósitos reales y que simplemente están para cobrar sueldos. Los ejemplos de esta burocracia inútil se pueden ver en cualquier municipio de la provincia de Buenos Aires y eso se traduce en otra dimensión en la nación. Cambiar esta situación es algo que no se discute por fuera del Kirchnerismo, el problema es cómo hacerlo.

Si atendemos al “batacazo” electivo del 13 de agosto pasado, la respuesta a esa pregunta la tendría el libertario Javier Milei aunque eso es muy temprano para evaluar como algo certero. Más allá de las poses, los gritos, las nebulosas inspiraciones teológicas de dudosa espiritualidad (que encubren en parte intereses de otros estados), hay un gran asunto político-jurídico que Milei y su gente no pueden omitir y eso se refiere a un estado colonizado por organismos superpoblados (CONICET, Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Consejos de la Magistratura, etcetc) con empleados ideologizados y cargos que no tienen propósito.

Estos despilfarros han sido en desmedro de la infraestructura y de los sectores estratégicos con los cuales el país podría haber contra restado la actual crisis de alimentos y energía surgida de una lucha geopolítica.

Cortar esa canilla de recursos implicará la reasignación inmediata a objetivos prioritarios del estado para que funcione. Antes deberán allanar el camino legal ya que (como dice Milei) “con una podadora” no alcanzará.

Si se trata de desanudar esta maraña legal que se entremezcla con aspectos laborales y la inamovilidad que caracteriza al empleo público hará falta imaginación, audacia y un valor político que como ya quedo comprobado, no se encuentra entre las fuerzas políticas y los dirigentes que desde hace 40 años se han alternado en el poder.

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