OPINION
“THE FALLEN COUNTRY”
Desde lejos se ve más claramente la desgracia de Argentina, el país que está sumido en una esclavitud voluntaria va camino a ninguna parte nos comenta el veterano espía
Por
Sir. Charlattam
Sentado en
la reposera de mi modesta cabaña de Spittal, en el noreste de Escocia, que
tiene una fabulosa vista al mar me puse a pensar sobre lo que ocurre con
Argentina ¿Por qué un país que siempre lo tuvo todo sus habitantes son tan
desdichados? Cuando razone bien este pensamiento y mucho más esta pregunta, me
di cuenta hay ciertas palabras que están mal en mi inquietud. Verán, desde
siempre para quienes hemos estado alguna vez viviendo en aquel hermoso país,
recordara que las costumbres son tan simples como extraordinariamente
peculiares y eso se debe al carácter de los argentinos, notablemente voluble e
histérico.
Durante
treinta y dos años viví en el barrio de Colegiales de lo que hoy se denomina “la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires” aunque mis tareas abarcaban a todo el país. Y
es por esta posibilidad de conocer y tratar con diversos estratos de habitantes
de las extensas regiones argentinas que fui dándome cuenta de cuáles son las
mañas que aquejan al carácter de una pequeña pero influyente parte de su
población que se agolpa en la capital.
Los
llamados “porteños” (denominados así por vivir en una ciudad portuaria) tienen
una muy rara pretensión que en algunos casos desatan las carcajadas a quienes
les observan desde lejos. Hay en una parte de ellos y en especial de las
familias más pudientes de esta pretendida aristocracia “gaucha”, una admiración
irracional a lo europeo –y que ha extendido
en las últimas décadas a lo estadounidense- que parece decir “Why can´t l
be you? (Por qué no puedo ser como tú). Pero ello no es nada comparado con
familias del interior que llegadas a la ciudad y posicionarse de algún modo
mejor de donde provenían, terminan imitando las petulancias de estos figurines
de “aristócratas” locales que en el fondo, les desprecian. Es por ello que, no
todos los argentinos son porteños pero hay muchos que se esmeran por serlo.
Hay una
dependencia al centralismo porteño tan
marcado en el interior, que ha convertido a la ciudad en un estado aparte que
sigue mirando al mar mientras da la espalda a toda esta variada y rica realidad
nacional. Si te detienes a ver con cuidado veras que hay hasta un sesgo racista
en esta relación, producto de las épocas de clases que se creían ser superiores
por su ascendencia europea o cosas así. Lamentablemente ello se sigue notando,
especialmente en lo político y en algunos casos en lo cultural. La obsecuencia
con que se conduce el actual gobierno con los enemigos naturales de la nación como
lo es Gran Bretaña y EEUU habla a las claras de ello.
Pero eso
habla de los mismos argentinos que han elegido este tipo de gobiernos o acaso
¿Usted cree que han bajado de la luna? No hay misterio en esta realidad aunque
si no puedo dejar de mencionarlo, las influencias externas de quienes
ambicionan convertirlos en sus serviles voluntarios, trabajan día y noche para
que acepten la realidad obtusa en la que viven.
Desde el consumo pasando por la
educación hasta la seguridad, esta sistematizada para estrechar las libertades
individuales en pro de intereses ajenos. Y me refiero a las agendas de las
embajadas de los principales interesados en que ello ocurra que mediante sus
programas de ayuda, cooperación e impulso de ONGs supuestamente desinteresadas,
solo persiguen cooptar a los más jóvenes para ir formando una corriente
propicia que se extienda en el tiempo para concretar sus objetivos.
En ese
plan están las Corporaciones de medios, que aunque ello sea ridiculizado por
los “laureados comunicadores” aquello es
tan real como nefasto para el futuro inmediato del país. Es más, el papel que
desempeñan actualmente estos “comunicadores” es tan vil y descarado, que ya no
esconden que son financiados por la embajada Británica, la de EEUU entre los
más destacados mecenas y/o por los usureros privados del corretaje financiero
de Wall Street.
En lo que
respecta a sus caducos partidos políticos y mucho más en cada uno de sus
representantes, poco o nada se puede esperar. Ellos siguen siendo –salvo algunas excepciones- los mismos
ineptos y corruptos de altos sueldos que no permitirán de forma alguna que le
arrebaten sus privilegios y sus negocios solventados con los dineros que
extraen de los impuestos de sus “borregos-ciudadanos”. Son estos mismos que tiemblan al ver como se
manifiestan fenómenos civiles como los “Chalecos amarillos” en Francia, que
dicen basta a tantos abusos.
Creo que
evidencia de esto lo pueden ver con el actual gobierno, repleto de
colaboradores (y no ad honorem) de aquellos propósitos. Ello es percibido por muchos
argentinos de a pie pero la mayoría aún se ven confundidos por los del “otro
lado”, o mejor dicho los que se dicen ser la “contra” de estas políticas
abiertamente atentatorias de la soberanía de su país, que solo actúan como una
oposición que en realidad no es tal. Más allá de algún que otro “personaje”
estrafalario, tanto unos como otros, responden a un mismo incentivo y ese no es
otro que el dinero. Lamentable pero cierto.
A tal
grado de descomposición se halla la sociedad de éste magnífico país que de
haber un conflicto armado, sus enemigos no dispararían un solo tiro ya que
habrían comprado con éxito a quienes tienen la llave para entrar en la casa.
Incluso más, el enemigo ya está dentro y se está acomodando muy plácidamente en
su territorio sin detenerse a pensar que los argentinos puedan representar
alguna molestia seria. Además de dominados, menospreciados; todo un desastre.
Día y
noche los argentinos son manipulados y arrastrados como borregos por los
psicodramas y el circo de opinologos que los medios masivos les ponen frente a
sus ojos. La idea es que haya culpa, mucha culpa y que ello inmovilice a sus
habitantes. Podemos verlo con toda esta parodia que se desato con una actriz
quien supuestamente había sido violada diez años antes pero, que –convenientemente- hoy ha tomado valor
para denunciar a su presunto agresor. Como era de esperar la masa se vio
influida por este pasquín audiovisual –por
cierto muy prolijamente editado- y desató la inmediata condena (sin pruebas
certeras) a lapidar a un hombre por las lágrimas lacrimógenas mostradas en un
video claramente editado para desatar emociones en el espectador ¿Saben cómo se
llama eso? Tácticas de manipulación y las mismas son parte de la llamada “guerra
psicológica” que busca debilitar al rival mucho antes de que éste pueda
enfrentarse.
Así de mal
esta este país. Por ello que mientras me tomo mi taza de té con azúcar, aquí
lejos de las pampas argentas no me queda otra conclusión que la de decir que
este es el “país que no va a ninguna parte”.