“BYE BYE THERESA”
¿Quién podría
decirlo? Quien pretendía encumbrarse en las páginas de la historia como la
Maggie Thatcher del siglo XXI sucumbió a la presión ¿No llores por mi Theresa?
Por Sir Charlattam
Era la crónica de una muerte anunciada, o más bien de
una salida esperada. Theresa May ha sucumbido a las presiones de incluso sus
propios partidarios en la Cámara de los comunes donde lejos de apoyarla para
que el Brexit se haga un hecho concreto, han regateado y negociado con la
oposición muy seguramente consiguiendo muy buenos beneficios para sus propios intereses.
Para el 7 de junio May deberá desalojar su despacho en Downing Street 10. Ello
ha evitado la gloria política que tanto anhelaba la primer ministro que buscaba
ser la sucesora de la “Dama de Hierro”.
En las islas ocupadas del Atlántico sur hay
consternación tras el anuncio cargado de una extraña muestra de emoción e
impotencia por parte de la ministra saliente quien con las manos temblando y sollozando
como una niña, anunciaba su renuncia ¿Qué creen que le habrá pasado por la
cabeza a los “Kelpers” que vienen especulando y con la condescendencia de los
lame traseros en Buenos Aires para lograr independizarse de Londres? Las expectativas están muy bien fundadas y al caudal
económico que facturan con la pesca de altura a costa de las aguas
territoriales argentinas, se agregan las ganancias que se obtendrán por las
prospecciones y explotación de las grandes compañías de los yacimientos petroleros
en el sur a las islas.
El Brexit se ha convertido en un monstruo que ya se
devoró a May y no parece querer detenerse ¿Quién es el siguiente? Los conservadores británicos parecen haber
sido descabezados con la salida de su líder y aún falta por ver cuáles serán
las consecuencias de esta decisión. Para muchos la salida de May es la
posibilidad del ascenso de un líder más fuerte y decidido que ponga en marcha
las políticas del Brexit reactivando con ello, la política imperial de las
viejas épocas. Para muchos de estos esto podrían verlo materializado con Boris
Johnson quien reemplazaría a May, desatando todo tipo de especulaciones.
Desde la oposición laborista Jeremy Corbyn encabeza
los esfuerzos por impedir que el delirante matón Boris Johnson tome el lugar de
Theresa May.
Para los que quieren salirse a como dé lugar y sin
importar las consecuencias de la Unión Europea ven en Johnson el tipo ideal que
atropellara a cualquiera en la Cámara de los comunes y a cualquiera de los
diputados del mismo bloque que tengan alguna duda de si hay que salirse o no.
Más que un político conservador, Johnson es la representación del británico
medio, criado entre la candidez de las tradiciones reales de una reina como
representación de todo lo inglés y la decadencia social que fue tomando
extrañas formas contestatarias a mediados de los setentas; en fin, él sería
algo así como una mezcla de hooligan y punk que hoy puede llegar a sentarse en
los despachos de “Downing Street 10” algo que retuerce de aborrecimiento a las
clases pudientes y aristócratas que quedan en el país.
Gove & Johnson |
Pero no son los únicos que resienten la personalidad
de Johnson. Dentro de su propio partido hay una pléyade de políticos que
detestan al ex alcalde londinense. Quien más sobre sale en estos puntos de
vista es Michael Gove, un fiel seguido de Theresa May y un constante interlocutor
entre su bloque y los opositores a la salida de Gran Bretaña de la Unión
Europea. Sin más rodeos Gove ha llamado a Johnson como “el bruto” del ala
conservadora y lo considera como un elemento perjudicial para los intereses del
partido y por supuesto, del país.
Para los moderados conservadores y los opositores de
buena voluntad de la política británica, Boris Johnson ha demostrado con su
ministerio en Relaciones Exteriores el daño que puede ocasionar a una gestión
política.
Su papel en el tema de Siria y el “fenómeno” de ISIS, lo pintan como
un bribón dispuesto a jugar los juegos sucios que despliegan Washington y Tel
Aviv. Sobre esto último, su militancia sionista que en la realidad se traduce a
apoyar todo tipo de esfuerzos para fastidiar a los gobiernos y personas que se
opongan a las políticas de Israel, quedo escandalosamente revelada en el papel
que jugaron –y aún siguen jugando- las agencias de inteligencia británicas las
cuales se veían mezcladas con el apoyo a las operaciones del ISIS y de otros
grupos “yihadistas” en Siria e Iraq que como ya se sabe, estaban dirigidas a
destruir a la república árabe siria.
Johnson es un indeseable dentro de su propio partido
y Gove junto a otros conservadores como ser el Secretario de Justicia David
Gauke y el Secretario de Cooperación Internacional Rory Stewart han comenzado
una campaña contra Johnson que tiene por fin conscientizar a los súbditos británicos
del grave error que representaría para el Reino Unido su ascenso al cargo de
Primer Ministro. Como señalan, ello “precipitar una ruptura de la UE sin un
acuerdo” sería un desastre para la economía y las finanzas de la isla y al
mismo tiempo, un perjuicio para la seguridad y la estabilidad de la Unión
Europea.
Hay que dejar en claro que Gove y sus partidarios
como “euroescépticos” que son, buscan la salida de Gran Bretaña de las
regulaciones tributarias y trabas burocráticas que impiden un crecimiento de la
economía en beneficio de los británicos.
Igualmente entre los miembros de la Unión no hay
mucha conmoción por la posible salida de los británicos del acuerdo; hasta se
podría decir que hay un cierto alivio. Incluso algunos piensan que su ausencia
traería mayor equilibrio y terminaría las discusiones que desataba Londres dentro
del bloque por sus desmedidas pretensiones de “diva”. Durante los cuarenta años
que formaron parte integral de la Unión Económica Europea y hoy por hoy Unión a
secas, mostraron su carácter personalista y nada integracionista con el
continente algo nada simpático para el resto de los miembros. Con la sola idea
de que un tipo como Johnson se haga cargo de los destinos de la isla debería
quitar el sueño a los más desprotegidos de la sociedad quienes ante sus
políticas absurdas y cargadas de racismo podrían encender un movimiento
virulento como los “Chalecos amarillos” franceses.