“EL
ENGAÑO DEL ENGAÑO”
Cuando
una mentira es tan grande y evidente es cuestión de tiempo para que se caiga
por su peso
Por Charles H. Slim
El
notorio fracaso de Washington por crear un incidente para que Rusia salte a la
contienda ha desesperado al “partido de la guerra” y en especial a los
neoconservadores que dirigen el Departamento de Estado. Sin dudas, las agencias
de inteligencia de occidente y sus colaboradores en Ucrania fracasaron en crear
la situación que provocara a los rusos, pero eso no significa que sus esfuerzos
hayan terminado.
Aclaremos que si estas acusaciones se hubieran
dirigido contra un país sin las capacidades y la fortaleza militar con las que
cuenta Rusia, es muy seguro que estas “predicciones” se habrían cumplido de
forma irremisible y hoy veríamos por los medios una guerra en progreso.
Pero se les han quemado los papeles a los anglosajones
y ello requiere de otras y urgentes tácticas. Los anuncios del Secretario de
estado Anthony Blinken ante el Consejo de Seguridad dejan lugar a una serie de
preocupaciones y llaman a no perder de vista la evolución de los
acontecimientos. Sus afirmaciones sobre que Rusia prepara un ataque de bandera
falsa con armas químicas en Kiev, han encendido las alarmas sobre lo que ello podría
llegar a ocasionar ¿Acaso eso sería posible? Las experiencias en Siria, dejaron
en claro que Washington y sus socios británicos cuentan con gente muy mala y
sin el menor escrúpulo para crear y escenificar situaciones siniestras contra
civiles inocentes ¿Recuerdan el incidente de “Al Gouta” en 2013?
La advertida presencia de especialistas en fabricar
estos eventos en Ucrania justifica estas preocupaciones y los que deberían realmente
estar preocupados por esto deberían ser el mismo presidente Zelensky y su
administración.
Mientras tanto, en los altos niveles de la diplomacia
las presiones y los tironeos entre los miembros más importantes de la OTAN
complican aún más los planes de Washington. La fracasada visita a Moscú del
presidente francés Emanuel Macron impostando el papel de mediador de buena
voluntad y la compleja posición del primer ministro alemán Olaf Scholtz presionado
por las instigaciones de La Casa Blanca para involucrarse militarmente y la
necesidad de mantener el abastecimiento de gas que proviene de Rusia afectan
sin dudas a la cohesión de la organización atlántica.
También existen dudas entre los miembros de los países
de la Europa del este como Hungría que no está dispuesta a romper sus fructíferas
relaciones comerciales y tecnológicas con Rusia por una guerra que no tiene
sustento jurídico pero que en el fondo (y entre otras cuestiones) ayudaría a
reflotar las situaciones políticas internas de Boris Johnson y Joe Biden.
Precisamente, cada uno de los miembros de estos países
sabe que más allá de la poca o mucha cercanía que tengan con la administración
de Vladimir Putin, hay un trasfondo en el discurso de Washington que no convence
y ese es el referido a los argumentos por los cuales Kiev no quiere cumplir con
los Acuerdos de Minsk en especial el segundo.
Así desde el presidente húngaro Viktor Orban quien
tiene una relación de amistad con Vladimir Putin hasta el pragmático mandatario
polaco Andrzej Duda ven que hay un principio de razonabilidad que no se está
contemplando en el asunto. Si bien cada uno de ellos lo mira desde su ángulo lo
cierto es que advierten que la situación no se presenta tan llana como lo
muestran en Washington y Londres. Todos ellos en grados diversos saben que Rusia
no tiene interés en invadir Ucrania como lo han vaticinado desde occidente,
reconociendo en el fondo de que se trata de una exageración maliciosa parte de
la guerra psicológica para demonizar a Rusia.
En este sentido el papel de los medios anglosajones (y
sus repetidoras) es lamentable. No ha bastado con deformar los hechos, insultar
al mandatario ruso y mucho menos, esgrimir historias claramente rusofobas de épocas
pretéritas y personajes siniestros como el senador norteamericano Joseph Mc
Carthy. La mera difusión de infundios y mentiras ha superado todas las barreras
de la ética y la buena fe blanqueando de cara al público su histórico el papel
de “quinta columna” que los medios han jugado en las campañas bélicas y justificando
las intervenciones disfrazadas de golpes de estado o simples revoluciones.
El engaño es una de las estrategias centrales de la
guerra. EEUU, Gran Bretaña y su estado tapón en Oriente Israel, lo han usado hasta
el hartazgo. No solo se busca engañar al “enemigo” con esto, sino a toda la
opinión pública que ya ignora lo que sucede en otras latitudes, aprovechan esta
ignorancia para venderles una realidad fabricada a medida del Departamento de
Estado, del Pentágono y claro, de la misma Casa Blanca.
Los engaños más cercanos en el tiempo como los
orquestados contra Libia, Iraq, Afganistán y Siria están aún a la vista y
esperan una revisión exhaustiva de lo que realmente significo para la vida de
millones de personas, el accionar mendaz y malicioso de la Corporación
mediática angloestadounidense. El daño causado no es poco y mucho menos puede pasárselo
de largo en las consideraciones de lo que podría causar en Eurasia si se les
presta atención a estos infundios y no se los exponen a la luz del día como lo
que son, falsificadores de la realidad.
A simple vista se puede intuir que las cosas no han
salido como los neoconservadores norteamericanos y sus socios británicos
esperaban. Apretar un poco por aquí, difundir información falsa y amedrentar a
la opinión publica con una imagen falsa de lo que realmente esta ocurriendo en
Eurasia sería suficiente para que el camino de la OTAN a Ucrania se viera
allanado. Pero para fortuna de Rusia y de los mismos ucranianos, estos
enjuagues no han cuajado pero como siempre repetimos, no significa que no sigan
intentándolo.