DE DIOS, LA POLITICA Y OTRAS COSAS
¿Hay un resurgir
de la religiosidad, de la espiritualidad global o estamos frente al fomento de
un gran engaño?
Por Charles H. Slim
Ha sido una marca de la modernidad la separación entre el estado y la religión, asunto que causo grandes derramamientos de sangre a lo largo de los últimos doscientos años en nombre del racionalismo laico. El derrocamiento de las monarquías absolutistas europeas fue el símbolo más poderoso de ese avance. Aquello supuso una superación para la humanidad europea-occidental y el inicio de la liberación del sujeto de las garras del oscurantismo que suponía la religión en el estado. Pero ello fue una ilusión.
Pero esa ilusión
continuo y paso a tomar forma mediante el uso de un término griego, “democracia”.
Ya sabemos quién creo esta palabra y su significado epistemológico, pero ¿Ha
sido representativa de lo que en occidente y en particular EEUU dicen que es?
EEUU desde su
fundación ha hecho de esta palabra un sello de su identidad presentándose como
un modelo, un faro que funda su excepcionalismo político ante el mundo. Pero
esta “democracia” estadounidense, ha demostrado su deformidad y artificio
presentada por décadas como un modelo a imitar pero que ha evidenciado ser la
causante de las calamidades que hoy sacuden a varias regiones del planeta. El
bipartidismo y los políticos que lo componen han sido y son la matriz de esa
corrupción que hoy subleva a sus propios ciudadanos y ello ha despertado una
cuestión entre ellos y es ¿En quién confiar entonces?
Como dijo alguien,
el siglo XXI será espiritual o no será y por lo que estamos percibiendo, por
allí nos estaríamos encaminando. La religiosidad va ganando puestos y
posiblemente Dios o algunas imitaciones reemplace a las gastadas ideologías
partidarias. Las señales están apareciendo por todas partes y ni siquiera hay
que hacer interpretaciones esotéricas para entenderlas. La asunción del nuevo
Papa con características cuando menos curiosas no deben menospreciarse en el
actual contexto global en el cual, los EEUU sobrecargado de problemas, se está
hundiendo poco a poco ¿Fue acaso el espíritu santo quien designo a Robert
Prevost como el nuevo nuncio apostólico o fue un arreglo mundano de la política
de los hombres? A estas alturas no se lo cree nadie, al menos nadie que sabe cómo
se maneja el Vaticano y cuáles sus nexos con la geopolítica terrenal.
No es una
casualidad que un cardenal norteamericano ocupe el trono del Vaticano, no lo
es. El Papa Francisco fue un dolor de muelas para muchos y algunos de ellos están
en Washington y en otros estados como Israel. Los trucos y las mentiras de la
política tradicional ya no alcanzan para manipular a la opinión pública con
medios desacreditados o con estrategias silenciosas como lo enseñaban
internacionalistas como Joseph Nye. Controlar la santa sede no es una tontería,
es un sueño largamente ambicionado y el momento nunca pudo ser mejor.
Antes y mientras
se desarrollaba el conclave, las comunicaciones y los mensajes encriptados
entre la elite cardenalicia y sectores de poder directamente asociados a
Washington y Tel Aviv ya preanunciaba el resultado. Los rabinos más
recalcitrantes de la ultra ortodoxia y organizaciones políticas sionistas como la
AIPAC estadounidense, el “J7” y el “WJC” presionaron en secreto para que candidatos
africanos y en especial el filipino Antonio Tagle no obtuvieran votos. Con una
línea acordada con la ultra ortodoxia católica estadounidense y romana, estos (mal
llamados) “hermanos mayores” direccionaron la elección.
Prevost no
necesita ser un agente de Trump o incluso un representante de la rancia curia
norteamericana, repleta de juicios por pederastia y corrupción. Podría ser
cierta la aversión contra Trump y su ominoso estilo de vida, pero eso no dice
nada. Tampoco que sea un agente de la CIA. Basta con su origen nacional para garantizar
una llegada de La Casa Blanca más directa. Incluso él en el sitial que se le ha
puesto no tendrá mucho margen para maniobrar y mucho menos, para seguir los
pasos de su predecesor.
Pero (y como no
podía ser de otra manera), también han aparecido otros actores que muy convenientemente,
se presentan en la escena. La difusión que se ha estado viralizando del
supuesto “Mahdi” islámico le agrega más condimento a toda esta confusa circunstancialidad.
Se trata de un personaje de la escatología islámica que (curiosamente) crea
controversia dentro del Islam y que se anuncia su llegada en el final de los
tiempos ¿Justamente cuando los musulmanes necesitan la unidad? Pero esa no
sería la controversia hoy; quien se manifiesta como tal es un estadounidense de
nombre Abdulá Hashem Aba Al Sadiq quien en una mezcla de socialismo del siglo
XXI y elementos coránicos además de proclamarse como el “Q´aim” (El que se
levanta) reclama el trono de Pedro es decir, el puesto del Papa como líder de
la iglesia católica.
A simple vista y
en este injusto resumen, el panorama puede sonar descabellado o incluso
inatendible, pero no deberíamos hacer un juico tan ligero. Tenemos aún muy
cerca las farsas de Al Qaeda con Osama Bin Ladem (reclutado por la CIA), el ISIS
del califa Abu Bakr Al Bagdadi (creado en los dungeon de Abu-Graib por la
inteligencia militar estadounidense) y el falso yihadismo de laboratorio creado
por las agencias de inteligencia para no caer en engaños similares. Un supuesto
profeta musulmán que trae controversia en un mundo árabe-islámico que ha sido
magullado y pisoteado por las intervenciones angloestadounidenses es de
sospechar.
Con este supuesto
enviado que da interpretaciones nada ortodoxas de las suras del Corán y de los
Jadices del profeta Mahoma, pareciera buscar desatar y encender los ánimos en
especial entre los árabes, convenientemente hoy más divididos que nunca y entonces
¿Cui Bono? El régimen sionista, sus extremistas y militantes en occidente son
sin dudas los grandes beneficiados en todo esto y no olvidemos su amplia
experiencia en engaños que en la mayoría de los casos culminan en muerte.