DE LAS MASAS
AL INDIVIDUO
¿Cómo sería la
vida política con un individuo realmente consciente de formar parte de todo lo
que le rodea?
Por Charles H. Slim
En lo que va de la historia política, la participación de las personas del común ha ido variando atendiendo a los sistemas de gobierno contemporáneos. El hombre ha ido pasando por diferentes estadios de participación en la vida política que van desde el simple súbdito en las monarquías absolutas hasta el simple ciudadano que seducido por el colectivismo se veía arrastrado por las masas difuminándose su individualidad. Ortega y Gasset en sus obras describió al “hombre masa” como ese que diluye su personalidad en la masa renunciando a su individualidad. Un ejemplo histórico de esto fueron los procesos revolucionarios de los siglos XIX y XX con los fenómenos ideológicos del fascismo y el comunismo y que desde el individualismo metodológico se explicaría como fenómenos sociales a partir de acciones y motivaciones de individuos en sociedad.
Eso ha cambiado y
hoy podemos advertir que ese fenómeno de absorción del individuo en las masas no
solo ya no existe sino que, es el individuo el que ha tomado consciencia de su
propia individualidad ante los intentos de ser arrastrado por una masa boba y
amorfa. Para algunos eso es una muestra de egoísmo e insensibilidad o incluso,
apatía, para quienes apoyamos el poder del individuo como eje a partir del cual
se desarrolla el cosmos en la vida política suscita una incógnita sobre los
alcances que ello tendrá en los procesos políticos y geopolíticos.
Este individuo no
hay que confundirlo con el “libertario” o estas variantes ideológicas en boga
que no son más que una máscara remozada para cubrir las mismas
convencionalidades político-partidarias.
En este nuevo
paradigma la personalidad del sujeto comienza a poner en duda no solamente al
estado, sino también comienza a desplazar al sistema discursivo de la política
tradicional imbuido de místicas y relatos fantasmagóricos por medio de los
cuales, buscan captar mediante la emocionalidad precisamente a la masa que les
oye. Es algo más que un individualismo político ya que él es a la vez todos
indistintamente de credos y etnias.
El individuo como
tal desplaza a los líderes políticos, religiosos y a los charlatanes de toda
clase e incluso, les cuestiona por la vía de la razón y de la credibilidad dejándoles
en evidencia ante esa masa que por credulidad, conformismo o simple interés les sigue el
juego.
Este nuevo
individuo que no significa que sea un mero individualista, que se queda en la
faceta meramente moral de su actuar aislándose del mundo que le rodea, tiene
empatía y supera las superficialidades que separan a los individuos haciendo
real que las diferencias no han sido para separar sino para que se reconozcan
unos a otros. Es un sujeto con plena consciencia de pertenecer a toda la unidad
humana de la realidad que le rodea. No necesita administradores ni líderes que
le “protejan” o “reconozcan derechos” ni mucho menos, que le compulsen a
reconocerlos en los demás. Porque no es egoísta está lejos de la corrupción y
en particular de la política partidaria. Por el contrario, su actuar como
individuo va más allá impregnando e influyendo en su círculo que va ampliándose
a medida que ese individuo, es consecuente no con sus dichos sino con su propia
forma de conducirse ante los demás.
Este individuo no
teme porque no busca la imposición ni pasar por encima de sus semejantes.
Aunque parezca un conformista y hasta un apático, no lo es y por el contrario,
sus características lo vuelve altamente comprometido con la realidad. No le
mueven intereses desmedidos y egoístas ya que es consciente de que ello redunda
en su contra. Obviamente esto lo vuelve poco atractivo y hasta peligroso para
el poder establecido y para quienes se sirven de él ya que no es manipulable y
es impermeable a los ideologismos.
Pero también hay
un lado negativo en este nuevo enfoque y que no escapa a la condición humana.
Así como hay un individuo consciente de pertenencia a una unidad en la relación
con la realidad humana y todos los aspectos que ella implica, hay otro que
también en esa individualidad ataca al sistema imperante y usa la violencia
como una forma de expresión de su carácter sin darse cuenta que realmente se
está agrediendo a sí mismo.
El sentido que le
da a su forma de conducirse y las acciones que ejecuta no deberían chocar con
las del resto de los individuos de la sociedad en que se desarrolla siempre y
cuando sean armónicas y orientadas por el respeto mutuo. Ciertamente como dice
Max Weber, no es un sujeto pasivo del poder pero, a diferencia de lo que
también dice, no debe imponer su voluntad para establecer relaciones sociales
sino, asimilarse e integrarse en una fusión que no dejará lugar a las
diferencias y antagonismos.
Hoy vemos como este
individuo utiliza las redes sociales y el internet como vehículo no ya para
tragar la información y los puntos de vista que producen y procesan entes fríos
e indiferentes como son las empresas de medios y los noticieros, sino para
interactuar y hasta contra restar visiones claramente adulteradas que buscan
arrear a la opinión pública por los senderos brumosos del poder
político-económico establecido.
En este nuevo
individuo el carácter reposado y su compromiso por el cambio surgen de sí mismo
estableciendo lazos sin necesidad de las chuecas muletas del poder.




