miércoles, 12 de junio de 2019



“POLITICA DEL DOMINO”

Cómo afectan las presiones de los enemigos internos de Trump con respecto a la inmigración y política exterior de la Casa Blanca. A simple vista se puede advertir un efecto domino que pone a prueba a los gobiernos amenazados por EEUU

Por Javier B. Dal
Desde mediados del año pasado, comenzó un lago y muy organizado éxodo de miles de migrantes centroamerica nos especialmente  hondureños que fueron trepando hacia el norte en verdaderas filas india hacia las fronteras de los EEUU. Esto encendió las alarmas en Washington ya que para algunos en la comunidad de inteligencia esto estaba organizado deliberadamente. Para ello queda claro, debieron pasar por algunos de los países (Guatemala y México) que están camino a “yankilandia” y eso los puso en serios aprietos.  Esto fue tomado como una amenaza a la seguridad nacional y así fue tomado por el mismo Donald Trump quien ha hecho de la inmigración ilegal, junto al comercio, una cruzada para ganarse los votos de la clase media estadounidense.

Sus planes por construir un murallón a lo largo de la frontera con México han tenido una demora que se extiende en el tiempo, horadando la credibilidad y las simpatías de los recalcitrantes sectores racistas y supremacistas que lo votaron para hacer realidad este proyecto. Al mismo tiempo, esto desilusiona a los sectores ultraconservadores que se encuentran dentro de su administración. Tipos como Bolton o Elliott levantarían un murallón con torres de vigilancia con potentes reflectores infrarojos y nidos de ametralladoras similar al israelí en Cizjordania.

Demasiados compromisos asumidos que el presidente no está cumpliendo y eso preocupa a sus mentores. Entonces muchos están señalando que Trump trata de cumplir con sus promesas y obtener victorias políticas ante los intereses de sus ciudadanos, pero se le hace difícil,  llevándolo a que use a las sanciones arancelarias a las importaciones como un arma de destrucción masiva económica contra quienes se oponen a sus planteos. Para algunos países o más bien para la mayoría, el solo ser amenazados con su potencial aplicación les doblega ante las pretensiones de Washington. En otros casos como Irán, Siria o Venezuela, los gobiernos tienen una férrea voluntad política de resistir y en el ejercicio de ese derecho sus poblaciones pagan brutales precios.

Esta carta también fue usada contra México para que cierre filas con la política inmigratoria de la Casa Blanca e impida el paso de migrantes a los EEUU, caso contrario impondría arancelamientos a productos mexicanos con la promesa de hundir al país en una recesión. Más allá de la respuesta política de AMLO, la policía federal mexicana comenzó a impedir el paso de los migrantes.

Visto a la distancia y desde Argentina estos actos parecen conmover a los adversarios políticos de Trump, pero en realidad nada de eso. Recordemos que los demócratas alineados a Hillary Clinton (admirados por Mauricio Macri y sus partidarios) habrían llevado adelante estas y tal vez peores políticas tanto en inmigración como en política exterior. La mitología de creer que una mujer presidente (Hillary) habría sido más humana para impartir y desplegar su poder gubernamental, es solo eso, un mito. La aversión por Trump cala hondo en los sectores neoconservadores partidarios de la guerra y el caos continuo (de los cuales los Clinton son parte) que han visto recortadas sus expectativas por extender la participación en Siria y por mantener una presencia militarmente más destacada en Iraq.

Esos sectores tienen como principio de su política exterior, la búsqueda de la desestabilización política, social y económica, consumiendo recursos del tesoro para crear regiones bajo constante conflicto no solo para debilitar a los países calificados como “hostiles” sino también, una vez intervenidos para erigir gobiernos títere, para mantener aceitado el fabuloso negocio de la industria armamentística norteamericana con el cual estos sectores tienen nexos directos.

Pero aquellos trabajan bajo cuerda y muy bien cubiertos tras las sombras. 
Sus principales operadores a la luz del día, funcionarios políticos como Nancy Pelosi y Jerry Nadler son quienes actualmente están tratando de promover el juicio político al presidente alegando incompetencia y aquellos fraguados argumentos “Hollywoodenses”  de ser “un espía de los rusos”. La tendenciosidad contra Trump escala tan alto que la misma Presidenta de la Cámara de representantes Nancy Pelosi expresó el 5 de junio pasado por su Twitter “Lo Quiero en prisión”, revelando los odios que el descontracturado e impredecible Trump ha sembrado durante los dos años que lleva de presidencia.

Pero son estos mismos que tratan de desbancarlo, quienes lo aplaudieron tras los bombardeos misilisticos contra Siria en 2017 y 2018 y los mismos que se congratularon por su firme apoyo a Benjamín Netanyahu al otorgarle –como si fue un regalo- a Jerusalén como la capital del estado de Israel; los mismos que lo palmearon en la espalda cuando anunció no cumplir con el pacto nuclear con Irán y aumentar las sanciones a niveles irracionales y son también los mismos que no quieren más inmigración en los EEUU. Absurdo, no lo cree?

Sin lugar a dudas que Trump ha sido el parte aguas dentro del Establishment político y financiero estadounidense y ha causado una fractura entre los más duros del sector neocon y sionista de EEUU. Payaso para unos, genio para otros; un “goy” comprometido con los intereses de Israel y un tonto útil que Tel Aviv (por intermedio de sus Lobbies) descartara cuando no lo necesite. Unos lo están sosteniendo mientras otros tratan de desbancarlo a cualquier costo.  Pese a los esfuerzos, como se vio con la fracasada prosecución del fiscal Mueller, se comprobó que Trump no tuvo ningún tipo de conexión con el Kremlin ¿Cuál fue la reacción tras este tropiezo? Sin dudas que esto desbarato a los conspiradores que operan dentro de la misma Casa Blanca y ello está causando contratiempos.

Este panorama inconveniente ha provocado serios cuestionamientos dentro de este sector que no logran ponerse de acuerdo sobre cómo y cuándo impulsar el “Impeachment” contra el –denominado por los pro-estadounidenses argentinos- “populista de derecha”. Pero debe entenderse que este proceso no se pide por las odiosas políticas inmigratorias o las abusivas sanciones comerciales aplicadas a otros países o las aberraciones humanitarias que causan sus políticas inmigratorias; solo se trata de cuestiones de matices donde Trump es una mancha que discorda, que ensucia el cuadro elitista de la política neoconservadora norteamericana en la cual no hay distinciones engañosas entre demócratas y republicanos.

Pese a ello, Trump tiene apoyo de parte del Establishment que gobierna desde la sombras y sin dudas que ve con muy buenos ojos las últimas amenazas lanzadas a México para detener el ingreso de inmigrantes por sus fronteras. Y sin dudas que tuvieron éxito porque se pudo ver cómo, pese a la valiente respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador,   las fuerzas policiales mexicanas persiguieron y  detuvieron en solo unas horas a cientos de migrantes que pretendían pasar a los EEUU.  He ahí el meollo del asunto y el por qué Donald Trump decidió no aplicar los arancelamientos a los productos mexicanos.  



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