“POLITICA DEL DOMINO”
Cómo afectan las
presiones de los enemigos internos de Trump con respecto a la inmigración y política
exterior de la Casa Blanca. A simple vista se puede advertir un efecto domino
que pone a prueba a los gobiernos amenazados por EEUU
Por Javier B. Dal
Desde mediados del año pasado, comenzó un lago y muy
organizado éxodo de miles de migrantes centroamerica nos especialmente hondureños
que fueron trepando hacia el norte en verdaderas filas india hacia las
fronteras de los EEUU. Esto encendió las alarmas en Washington ya que para
algunos en la comunidad de inteligencia esto estaba organizado deliberadamente.
Para ello queda claro, debieron pasar por algunos de los países (Guatemala y
México) que están camino a “yankilandia” y eso los puso en serios aprietos. Esto fue tomado como una amenaza a la
seguridad nacional y así fue tomado por el mismo Donald Trump quien ha hecho de
la inmigración ilegal, junto al comercio, una cruzada para ganarse los votos de
la clase media estadounidense.
Sus planes por construir un murallón a lo largo de
la frontera con México han tenido una demora que se extiende en el tiempo,
horadando la credibilidad y las simpatías de los recalcitrantes sectores racistas
y supremacistas que lo votaron para hacer realidad este proyecto. Al mismo
tiempo, esto desilusiona a los sectores ultraconservadores que se encuentran
dentro de su administración. Tipos como Bolton o Elliott levantarían un
murallón con torres de vigilancia con potentes reflectores infrarojos y nidos
de ametralladoras similar al israelí en Cizjordania.
Demasiados compromisos asumidos que el presidente no
está cumpliendo y eso preocupa a sus mentores. Entonces muchos están señalando
que Trump trata de cumplir con sus promesas y obtener victorias políticas ante
los intereses de sus ciudadanos, pero se le hace difícil, llevándolo a que use a las sanciones
arancelarias a las importaciones como un arma de destrucción masiva económica
contra quienes se oponen a sus planteos. Para algunos países o más bien para la
mayoría, el solo ser amenazados con su potencial aplicación les doblega ante
las pretensiones de Washington. En otros casos como Irán, Siria o Venezuela,
los gobiernos tienen una férrea voluntad política de resistir y en el ejercicio
de ese derecho sus poblaciones pagan brutales precios.
Esta carta también fue usada contra México para que
cierre filas con la política inmigratoria de la Casa Blanca e impida el paso de
migrantes a los EEUU, caso contrario impondría arancelamientos a productos
mexicanos con la promesa de hundir al país en una recesión. Más allá de la
respuesta política de AMLO, la policía federal mexicana comenzó a impedir el
paso de los migrantes.
Visto a la distancia y desde Argentina estos actos parecen
conmover a los adversarios políticos de Trump, pero en realidad nada de eso.
Recordemos que los demócratas alineados a Hillary Clinton (admirados por
Mauricio Macri y sus partidarios) habrían llevado adelante estas y tal vez
peores políticas tanto en inmigración como en política exterior. La mitología
de creer que una mujer presidente (Hillary) habría sido más humana para
impartir y desplegar su poder gubernamental, es solo eso, un mito. La aversión
por Trump cala hondo en los sectores neoconservadores partidarios de la guerra
y el caos continuo (de los cuales los Clinton son parte) que han visto
recortadas sus expectativas por extender la participación en Siria y por
mantener una presencia militarmente más destacada en Iraq.
Esos sectores tienen como principio de su política
exterior, la búsqueda de la desestabilización política, social y económica, consumiendo
recursos del tesoro para crear regiones bajo constante conflicto no solo para
debilitar a los países calificados como “hostiles” sino también, una vez
intervenidos para erigir gobiernos títere, para mantener aceitado el fabuloso
negocio de la industria armamentística norteamericana con el cual estos
sectores tienen nexos directos.
Pero aquellos trabajan bajo cuerda y muy bien
cubiertos tras las sombras.
Sus principales operadores a la luz del día, funcionarios
políticos como Nancy Pelosi y Jerry Nadler son quienes actualmente están
tratando de promover el juicio político al presidente alegando incompetencia y
aquellos fraguados argumentos “Hollywoodenses” de ser “un espía de los rusos”. La
tendenciosidad contra Trump escala tan alto que la misma Presidenta de la
Cámara de representantes Nancy Pelosi expresó el 5 de junio pasado por su
Twitter “Lo Quiero en prisión”, revelando los odios que el descontracturado e
impredecible Trump ha sembrado durante los dos años que lleva de presidencia.
Pero son estos mismos que tratan de desbancarlo,
quienes lo aplaudieron tras los bombardeos misilisticos contra Siria en 2017 y
2018 y los mismos que se congratularon por su firme apoyo a Benjamín Netanyahu
al otorgarle –como si fue un regalo- a
Jerusalén como la capital del estado de Israel; los mismos que lo palmearon en
la espalda cuando anunció no cumplir con el pacto nuclear con Irán y aumentar
las sanciones a niveles irracionales y son también los mismos que no quieren
más inmigración en los EEUU. Absurdo, no lo cree?
Sin lugar a dudas que Trump ha sido el parte aguas
dentro del Establishment político y financiero estadounidense y ha causado una
fractura entre los más duros del sector neocon y sionista de EEUU. Payaso para
unos, genio para otros; un “goy” comprometido con los intereses de Israel y un
tonto útil que Tel Aviv (por intermedio de sus Lobbies) descartara cuando no lo
necesite. Unos lo están sosteniendo mientras otros tratan de desbancarlo a
cualquier costo. Pese a los esfuerzos, como
se vio con la fracasada prosecución del fiscal Mueller, se comprobó que Trump
no tuvo ningún tipo de conexión con el Kremlin ¿Cuál fue la reacción tras este
tropiezo? Sin dudas que esto desbarato a los conspiradores que operan dentro de
la misma Casa Blanca y ello está causando contratiempos.
Este panorama inconveniente ha provocado serios
cuestionamientos dentro de este sector que no logran ponerse de acuerdo sobre cómo
y cuándo impulsar el “Impeachment” contra el –denominado por los pro-estadounidenses argentinos- “populista de
derecha”. Pero debe entenderse que este proceso no se pide por las odiosas
políticas inmigratorias o las abusivas sanciones comerciales aplicadas a otros países
o las aberraciones humanitarias que causan sus políticas inmigratorias; solo se
trata de cuestiones de matices donde Trump es una mancha que discorda, que
ensucia el cuadro elitista de la política neoconservadora norteamericana en la
cual no hay distinciones engañosas entre demócratas y republicanos.
Pese a ello, Trump tiene apoyo de parte del
Establishment que gobierna desde la sombras y sin dudas que ve con muy buenos
ojos las últimas amenazas lanzadas a México para detener el ingreso de
inmigrantes por sus fronteras. Y sin dudas que tuvieron éxito porque se pudo
ver cómo, pese a la valiente respuesta del presidente Andrés Manuel López
Obrador, las fuerzas policiales mexicanas persiguieron
y detuvieron en solo unas horas a
cientos de migrantes que pretendían pasar a los EEUU. He ahí el meollo del asunto y el por qué
Donald Trump decidió no aplicar los arancelamientos a los productos mexicanos.
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