miércoles, 10 de noviembre de 2021

 

“DEJAME REIR ANTES DE ACOSTARME”

¿Qué es lo que realmente representan y cuáles son los propósitos de las cumbres del G-20 y la COP26 de Glasgow?

Por Charles H. Slim

Sin lugar a dudas la tragedia, el cinismo y la desigualdad marcan el compás de la realidad política actual pero, me he dado cuenta que si dejo que influyan sobre mi cerebro, ganaran la partida y me convertiré en otro de los borregos del corral global.

Las parodias de las cumbres en el G-20 y la del Cambio Climático en Glasgow no pueden causar otra cosa que una gran carcajada. Dos estafas que los medios enaltecen como sucesos trascendentes y de vital importancia que no solo no han arrojado ninguna conclusión cierta de cómo encarar y resolver los actuales problemas que han sido causados, por los mismos anfitriones de ambas parodias.

Los campeones de la “democracia” de occidente (EEUU, Gran Bretaña y la UE) no solo han demostrado ser una farsa con sus insidiosas y violentas intervenciones en el exterior -y como protectores de otras injusticias- sino también una estafa para sus propios habitantes dentro de sus propias fronteras. Son la representación del liberalismo plutócrata que se enriquece mediante la emisión sin respaldo generando burbujas con créditos dibujados electrónicamente. Siguen siendo una estafa ya que han sido ellos quienes durante décadas tras fomentar el consumismo (para lo cual acapararon la industria del petróleo y la energía nuclear) devastaron países enteros para apropiarse de los recursos naturales como la panacea del capitalismo y la especulación financiera convirtiendo al planeta en un basurero. Sobre esto último no hay que perder de vista el continente de basura flotante que navega a la deriva en el océano pacifico.

Para colmo de males la aparición del COVID 19 ha causado un cataclismo en las relaciones humanas y en especial en lo referente a las relaciones del trabajo y la producción. El lado positivo de esto fue sin dudas exponer a la luz pública el desequilibrio social preexistente en sociedades jactanciosas y una creciente crisis en el empleo que ha generado una masa de desocupados que buscan ser contenidos mediante programas de estímulo como el caso de la economía circular orientados a lograr Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por medio de la cual se trata de preservar el medio ambiente.

El desarrollo de la COP26, organizada por Gran Bretaña, que promueve la disminución de la contaminación que produce el llamado efecto invernadero bajo el atemorizante argumento de que hay riesgo de una extinción inminente no tiene otro propósito que lavarles la cara a los mismos intereses y gobiernos que con sus industrias, el desarrollo y utilización de armamentos de destrucción masiva han contaminado extensas regiones del planeta. Pero esta hipócrita inconsecuencia (a la que se presta una vez más Naciones Unidas) se potencia aún más con el dato referente a que, también son estos mismos países los que poseen arsenales nucleares, químicos y biológicos capaces de borrar en un minuto cualquier rastro de vida sobre el planeta.

Estas cumbres no son más que grandes circos para el consumo de la opinión pública y no tienen ningún efecto sobre los problemas que dicen tratar. Ni Joe Biden ni Boris Johnson van a frenar sus industrias (entre ellas la armamentística) ni mucho menos sus campañas de expasionismo geopolítico (que suelen terminar con conflictos armados con las calamidades humanas resultantes) porque les preocupe el “cambio climático”. Por el contrario. En la actual crisis económico-financiera enmarcada por la psicosis del COVID que sacude a sus sociedades por el aumento del desempleo en un sistema consumista que ya no da las ganancias que supo dar décadas antes, están buscando cubrirse ante el gran cambio de paradigma que irremediablemente se dará.

Señales de esta severa crisis han comenzado a brotar en el seno mismo del poder estadounidense. El consumismo como estrategia de crecimiento económico ya estaba agotado pero la aparición de la pandemia le dio la zanjadilla definitiva. Ante la crisis de desempleo por la caída de la producción interna producto de los contagios de COVID, Biden (emulando al odiado Trump) ha tratado de poner en marcha el “compre nacional” que evitaría las importaciones de productos de la UE y de otras regiones. Según algunas fuentes esto fue rechazado por las Corporaciones de la defensa y sus lobistas en el Congreso y el Pentágono ya que ello afectaría al complejo industrial armamentístico que obligaría a romper los millonarios contratos de defensa con sus homólogos europeos. Como podemos ver, no son tan cristalinas ni nobles las intenciones que se dicen representar.

Es por la inutilidad de estas cumbres que la Federación Rusa y China no han participado. Incluso más. Ello revela que ambas naciones no necesitan de este sistema en decadencia y prueba de ello son el crecimiento en las relaciones bilaterales que apuntan a establecer un paradigma económico-financiero y comercial propio.

En este tipo de cumbres se está buscando otra cosa que nada tiene que ver con proteger el medio ambiente y la sustentabilidad de un nuevo sistema de producción o cosas por el estilo. Es muy probable que de los arreglos que se están llevando a cabo en Glasgow hasta el 12 de noviembre salgan nuevas estructuras en forma de agencias intergubernamentales que harán la pantomima de trabajar para combatir el calentamiento global pero que en realidad (además de crear más empleos burocráticos) buscaran crear nuevas regulaciones y la promoción de créditos para adaptar los medios de producción existentes que emparche un sistema que produce bienes que ya o todos tienen o nadie quiere adquirir y de esa forma contener la catástrofe de un sistema de producción que no da más.

La excusa del interés por el “Cambio Climático” y el “Calentamiento Global” son también pantallas para generar y tapar otros negocios muchos de ellos de estricto beneficio para ciertas personas. Estas consignas son parte de una estafa científica que el ex vicepresidente norteamericano Al Gore desde finales de la década de los noventas exploto con sus conferencias alrededor del globo. Aparentando ser un convencido y preocupado por los problemas de la polución, Al Gore no hizo más que poner a rodar una agenda que Barak Obama impulsaría en 2005 con la puesta en marcha el “Protocolo de Kioto” sobre Cambio Climático que curiosamente, EEUU no adhirió. Al Gore se llenó los bolsillos con sus disparatadas teorías y predicciones entre las cuales estuvo aquella que con el cambio de milenio (como parte de un ardid para beneficiar la industria informática) se produciría una catástrofe cibernética con el Y2K que nunca sucedió.

Como lo señalan los antecedentes contemporáneos, los verdaderos intereses de la clase política de los polos anglosajones se esconden por debajo del tapete y es por ello que la opinión pública tiene la tarea de dilucidar cuál es el negocio real que se enmascara detrás de estas pantomimas.

 

 

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