sábado, 17 de mayo de 2025

 

BLANQUEANDO AMISTADES

¿Por qué Donald Trump y su administración le da un espaldarazo al régimen de Al Qaeda en Damasco?

 

Por Dany Smith 

Suele suceder que en la vida matrimonial se vea atravesada por terceros en el papel de amantes de alguno o de ambas partes y que en la mayoría de las veces, está oculto para el engañado y para la sociedad. En alguna que otra oportunidad es posible que esa situación se blanqueé como parte de un acuerdo para al menos no se enteren los de afuera. Al parecer en la política estadounidense algo similar esta sucediendo hoy con uno de los más espinosos y controvertidos temas contemporáneos: El terrorismo.

El derrocamiento del gobierno sirio a manos del falso yihadismo de los cuadros de Al Qaeda y sus socios del ISIS bajo otras denominaciones, es el punto central de este asunto. Desde el 2001 Washington argumentando que había sido atacado por el terrorismo islamista puso en marcha la llamada guerra interminable que denominó “lucha contra el terrorismo” que además de falsa, es un oxímoron tan grande como un elefante.  

Hoy todo eso ya es historia. Esa guerra que escondía un gigantesco negocio para crear partidas presupuestarias con las cuales se armaron decenas de agencias federales, grupos especiales y a su vez estas operar en todo el Medio Oriente y Asia. Al final de cuentas lo que siempre sospechamos y que muchos denunciaron es una verdad a gritos: “La guerra contra el terrorismo islámico fue una farsa montada por los neoconservadores y sionistas revisionistas que cobro millones de vidas”.

Esto que diez años atrás hubiera sido blanco del descrédito de los medios corporativos (que hablaban de guerra civil) e incluso de una persecución gubernamental bajo la acusación de traición o terrorismo, hoy es una verdad innegable. Lo que algunos periodistas e investigadores constataron en los campos de batalla de Siria e Iraq que daban cuenta de la connivencia de Washington y sus aliados con las bandas terroristas, hoy es una verdad ratificada. Depósitos de armas, municiones, explosivos y toda clase de equipos de comunicaciones de origen occidental fueron hallados en manos de Al Nusrah, Al Qaeda e ISIS, pruebas más que contundentes sobre este contubernio.  Pese a esas pruebas los relatores y charlatanes a sueldo de los medios en occidente intentaban no darse por aludidos.

Pero aquello es historia y para esos mismos relatores mediáticos hay que olvidarse de todo.

La llegada hace una semana de Trump a Damasco y tras ser recibido por Ahmed Al Shaara, uno de los comandantes de una de las facciones de Al Qaeda en Siria, con quien tuvo una más que amigable reunión, viene a blanquear aquellas opacas y clandestinas relaciones que la CIA y las agencias de inteligencia del Pentágono había trabado con él y su banda de criminales que impostando el papel de mujahidines (musulmanes que se esfuerzan) han masacrado y siguen masacrando a las minorías en Siria.

Solo para remarcar la aterradora circunstancialidad que se vive en Siria, los desplazamientos, los arrestos arbitrarios, las ejecuciones, los secuestros y el tráfico de niñas alauitas para la prostitución rememora aquellas oscuras jornadas que se vivían en el Iraq bajo ocupación angloestadounidense donde la mafia de la secta Dawah, apoyada por Washington e instaurada como administradora en Bagdad, cooperaba con actos semejantes y de los cuales aún miles de iraquíes nunca tuvieron justicia.

La señal que Donald Trump envía con esta visita y el anuncio del levantamiento de las sanciones que ya venían desde 2011, es el blanqueamiento de relaciones políticas con quienes hace 24 años las agencias federales como la CIA, sus homónimos militares y colegas del bloque atlantistas incluido Israel, habían establecido de forma clandestina para y mediante las operaciones de falsa bandera que justificar el denominado “terrorismo islamista” y así desplegar una planificación de intervencionismo belicista contra el mundo árabe-islámico.

Este blanqueo no es al azar ni falto de propósito. Trump se ve impulsado a darle respaldo a estos viejos activos de la CIA ante las tensas relaciones que ha estado teniendo en el último mes con su socio israelí Benjamín Netanyahu quien al parecer, creyendo que tenía el control total sobre La Casa Blanca y molesto por los emplazamientos (que algunos suenan como amenazas) para seguir sosteniendo el régimen neonazi de Volodomyr Zelensky en Ucrania y fastidiado por la inconveniencia política que significan las carnicerías contra la población palestina, Trump le habría acomodado en su lugar advirtiéndole que no jugara con su paciencia.

Pero esta movida va más allá de una mera desavenencia por egos personales. Washington y eso significa “el establecimiento” está interesado en convertir a Siria en un estado títere que no solo beneficiaría a los despliegues estadounidenses con especial interés en contrapesar a la presencia rusa en Tartus sino en proporcionarle a Israel una zona de descompresión total ante una situación complicada para el estado sionista.  Y no es que desde la toma del país por esta banda de criminales no funcionaran a favor de Washington, solo que ahora en adelante les necesitan oficialmente como aliados.

Igualmente y más allá de que Donald Trump como presidente de los EEUU, cumpliendo con las directivas de este poder subterráneo del establecimiento trata de lavarle la cara a un régimen de criminales (surgidos de grupos creados y asistidos por la CIA y socios turcos y las Mukhabarat del golfo) representado con tipo con arreglos cosméticos de una barba recortada y vistiendo costosos trajes de corte europeo, no dejaría de ser funcional en última instancia y principalmente para los intereses de un solo actor y ese es, el estado de Israel.  

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