lunes, 4 de marzo de 2019



VETERANOS DE AYER



“SIN MANDATO”

Tres pautas técnico históricas del por qué no hubo un mandato de paz tras la crisis del Golfo Pérsico 1990-1991



Por Charles H. Slim
Hace unas semanas que había recibido la contestación de un mail enviado por finales del año pasado a un abogado que desde hace un tiempo se halla en la investigación de las circunstancias que llevaron a la intervención de la Argentina en la crisis y guerra del Golfo Pérsico desarrolladas entre 1990 y 1991. Según me ha escrito, hoy se halla embarcado en un proceso judicial que ha iniciado a instancias por dilucidar la situación de uno de los por entonces tripulantes del destructor “ARA Alte. Brown”.  Puntualmente su trabajo se centra en determinar cuáles fueron las implicancias de la participación armada de la misión naval argentina destinada el 25 de septiembre de 1990 –apenas comenzada la crisis un mes antes- a la zona de operaciones situada en el Golfo Pérsico.

Según me comenta en un extenso texto plagado de citas legales y documentales de carácter histórico, los argumentos gubernamentales para renegar de la situación de aquella misión son claramente lábiles y es una cuestión de la voluntad de los mismos participes para que ellos (esos argumentos) caigan en favor de sus derechos al debido reconocimiento que han venido según su punto de vista, siendo injustamente negados durante ya casi treinta años.

Según se explaya éste, los antecedentes facticos que describen la ubicación, rutas y tareas de las dotaciones navales en aquellos momentos son contestes a un estado de “pre guerra” –termino muy usado actualmente en el derecho Internacional Público-, incluso en momentos previos a desatarse el conflicto. Estaba claro que la situación se iba deteriorando en forma consecutiva y terminaría en una conflagración armada. Ante esto, el gobierno del entonces presidente Carlos Menem advertidos de esta situación y del vacío legislativo para que dos de sus buques de guerra partieran y permanecieran operando en aguas internacionales en vísperas de un posible estallido armado, creo una serie de discusiones entre sus asesores que a la vista de los hechos y la historia, malinterpretaron el alcance de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, haciéndoles creer que con ellas bastarían para justificar su presencia.

La primera pauta que nos marca para entender por qué esta participación no fue una “misión de paz”, está dada por el simple motivo de que el Consejo de Seguridad nunca expidió ningún mandato como instrumento jurídico que obligara en el marco de la organización, a que Argentina aportara ayuda para separar a los contendores (que dicho sea de paso, no se habían trabado en lucha hasta el 17 de enero de 1991).  Como acto jurídico, el mandato no surge en forma explícita de la Carta orgánica y más bien subyace del entendimiento que haga el Consejo de Seguridad de cada situación particular que se presente.  En este sentido, las interpretaciones que hacen sus miembros tienen un apoyo en el entendimiento armónico del Capítulo VI (arreglo de controversias), VII (intervención posterior al conflicto)  y VIII (participación de entidades no estatales) del cuerpo orgánico sin dejar de señalar que, sus determinaciones adolecen de un fuerte contenido subjetivo en la articulación de sus decisiones finales.  Teniendo a la vista esta estructura legislativa que sirve para fundamentar  un mandato, queda muy en claro que el gobierno argentino de entonces no recibió de Naciones Unidas la orden de intervenir.  Lo que sí hizo el gobierno de su país fue, ante pedido expreso y por cancillería, de prestar –ante la formal solicitud- su colaboración para ayudar al Reino de Kuwait, en el marco de las resoluciones que se recuerdan, no son vinculantes (no obligatorias).
Lancha argentina de la misión ONUCA

Una de esas resoluciones es la 678 sancionada el 29 de noviembre de 1990 por la cual se “autorizó a los Estados miembros a que utilizaran todos los medios necesarios” para conseguir la “liberación de Kuwait”. Como se lee, una redacción bastante abierta que dejó al antojo de los interpretes  de los gobiernos que protagonizaron la decisión política de intervenir en la crisis, entender lo que más les conviniera y así por ejemplo extendieron su interpretación para más tarde fundar la resolución 1441 para justificar la irreverente invasión del 2003.  Como puede verse, no hubo en esta resolución ni en ninguna de las sancionadas en el período previo a desatarse el conflicto (el 16 de enero de 1991), mandatos o el establecimiento expreso de una misión de paz dado que (por una cuestión lógica), para ello debería primero haberse desatado una guerra y luego allí, remitir un contingente bajo bandera de Naciones Unidas para separar a las partes. En el caso de la crisis que surgió de la entrada de Iraq a territorio kuwaití, no hubo posibilidad de llegar a establecer dicho mecanismo ya que en apenas unas horas, las fuerzas iraquíes tomaron el emirato y simplemente los kuwaitíes habían desaparecido por lo cual, no había a quien separar.

De allí vamos a la segunda pauta. En este sentido el profesional nos recuerda que, desde el momento que la misión naval argentina llego a la zona, paso a ser parte de la primera fase de las operaciones de custodia y defensa del litoral marítimo de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos denominada “Escudo del Desierto”, enmarcadas en el temor de que Iraq lanzara una ofensiva para extenderse hacia el sur. La misma se desarrolló dentro de un área que se denominó “Teatro de Operaciones” comandada por las Fuerzas Armadas de los EEUU en todo lo que respectaba a las operaciones aéreas y marítimas  y las de Arabia Saudita y otros países árabes e islámicos en lo referente a las operaciones de tierra (esto obviamente hasta el comienzo de la segunda fase). En ningún momento hubo oficiales o representantes u observadores de Naciones Unidas en ese lugar simplemente, porque dicha organización no participaba en las operaciones.

Ahora bien, es aquí donde nos señala tres pautas para determinar cabalmente por qué no existió un mandato. Primero que todo, la zarpada de la misión naval compuesta por un destructor (ARA Ate. Brown) y una corbeta (ARA Spiro) lo hicieron con su equipamiento de guerra completo e incluso, fueron reabastecidos de pertrechos en el camino. En este sentido nos recuerda, que de haber existido un mandato de la ONU –como recurrentemente alegaban desde su gobierno- esos busques no habrían podido salir y participar con esas características operativas sin cumplir con los requisitos básicos que una misión de paz requiere.
Lancha argentina de la misión ONUCA

En la etapa de la crisis del Golfo que temporalmente abarco desde el 2 de agosto de 1990  hasta el 16 de enero de 1991, hubo un estado  “pre-bélico” y el objetivo trazado para las naciones que se unirían a la convocatoria de formar una “Coalición multinacional”, estaba en formar parte de una planificación militar destinada primeramente a  doblegar al adversario que estaba representado en la república árabe de Iraq. En este sentido, durante toda esa etapa y bajo la denominación clave “Operación Escudo del Desierto” se comenzaron a implementar las primeras medidas hostiles que fueron increyendo a medida que iba pasando el tiempo. Una de ellas fue el bloqueo de los puertos y rutas comerciales iraquíes, actividad que la misión argentina cumplió con destacado mérito junto a la armada de otros treinta un países.

En este sentido, indica que según la estrategia trazada por el entonces Comando Central de Operaciones USCENTCOM y sus respectivos comandos NAVCENT y CENTAF encabezado por los EEUU, era –entre una larga lista de objetivos- estrangular la capacidad de abastecimiento y sostén económico comercial de Iraq, objetivo que como se pudo comprobar se cumplió exitosamente.

Como nos señala, en todo este despliegue y de los antecedentes fácticos que se recopilan de aquellas operaciones militares, no se halla un solo rastro de la participación de Naciones Unidas, requisito mínimo para pretender la existencia de un presumido mandato.

Para dejar en claro ello pasa a darnos la tercera pauta, exponiendo un evento que sucedió casi al mismo tiempo de esta crisis y en el cual la Argentina participaba bajo los auspicios de Naciones Unidas en cumplimiento sí, de un mandato de paz que se dio en el Golfo de Fonseca situado en centro América (ONUCA). En este caso, dos lanchas patrulleras argentinas clase “Dabur” (de origen israelí), con una reducida tripulación fueron remitidas entre 1990 a 1992 a la zona de conflicto en misión de mantenimiento de paz con el fin de separar a los contendientes y evitar nuevos choques armados.  
Para llevar adelante esta misión y como requisitos de dicha determinación las lanchas fueron desprovistas de su armamento, pintadas de blanco con la leyenda “Naciones Unidas” en sus cascos  y solo tenían como misión el patrullaje y control visual ante posibles incursiones de las facciones guerrilleras que operaban en la zona.

Otro dato importante que señala es que ambas lanchas enarbolaban en sus operaciones la bandera de Naciones Unidas y sus dotaciones cambiaron sus gorras con insignia de la prefectura naval argentina por las conocidas boinas azules, color representativo de la organización internacional.

Por el contrario en la caso de la “crisis” y posterior “guerra” en el Golfo Pérsico, nada de ello ocurrió. No hubo desarme de los buques, ni retiro de las insignias de guerra, ni cambios en la indumentaria de los tripulantes de ambos navíos, ni la presencia de algún observador de la organización internacional a bordo de alguno de los buques y mucho menos, el arriado de la bandera de guerra nacional por la de Naciones Unidas. Por el contrario, los tripulantes de las naves apenas salieron rumbo al Medio Oriente y durante toda la travesía, se ocuparon en tareas de adiestramiento para el combate, pruebas de tiro y de preparación de los diversos armamentos a bordo.

Estas notables diferencias que resaltan a las claras aún para el lego en el conocimiento de la extensa legislación internacional,  marcan  notables pautas jurídicas que vienen a informar y a identificar con una clara precisión, cuáles fueron las reales incumbencias y proporción de la intervención de la misión naval argentina en aquellas particulares circunstancias que no hay que perder de vista, culminaron con una catastrófica guerra y de la cual ésta misión naval, participó activamente.

domingo, 3 de marzo de 2019


EN DEBATE



“SIN ESTRATEGIA A LA VISTA”

Tras el discurso de apertura de las sesiones legislativas del presidente Mauricio Macri ante la cámara de representantes quedo un claro sabor a nada que también parece reflejarse sobre una  tambaleante agenda exterior



Pepe Beru
Hace tiempo se viene advirtiendo la falta de una visión estratégica de los gobiernos argentinos, especialmente en los últimos 25 años hasta esta parte. Macri no parece ser la excepción aunque si hay señalar que al menos, es coherente con su ideología y se alinea sin tapujos con los países que tienen una clara agenda geopolítica unilateral para el mundo.

Cuando el viernes 1° de marzo inauguró las sesiones ordinarias del Congreso, los argentinos solo esperaban alguna buena nueva para su angustiosa y cada vez más precaria situación económica, pero nada más. 
Como siempre, hay una premura por los asuntos inmediatos y contingentes como son el bolsillo propio y las ventajas que pueden obtener de prebendas electoralistas que pueda darles el candidato de oportunidad. Este mismo pueblo parece haber perdido el discernimiento, cualquier ánimo de lucha y solo espera las dádivas de quien en las próximas elecciones se encarame –como sea- en la cumbre del poder. Todo ello y al mismo tiempo que su gobierno, obsecuente colaborador de la agenda exterior de Washington,  que creyendo que obtendrá beneficios para su país, mete las manos en situaciones calientes que traerán consecuencias a mediano plazo. Al parecer los políticos argentos no han aprendido lo que sucedió en la era de Menem.

En ese sentido, las alegorías anti iraníes que reflejan un claro sentir islamofobo,  que buscan sembrar en el colectivo nacional la idea de que la República Islámica de Irán fue el autor de aquellos atentados en Buenos Aires, que sin pruebas ciertas que las avalen –siguiendo la misma argucia contra Iraq-, representan una obsecuencia maliciosa hacia la dirigencia política de la comunidad judía local (y por ende a la embajada de Israel) y a la vez una afrenta que solo tiene sustento en los argumentos fabricados por las agencias de inteligencia estadounidenses e israelíes.

Sin lugar a dudas de que este discurso, ciertamente encendido (por una claro estado de impotencia) en medio de un recinto hostil, no dejo de ser el vehículo para sostener su compromiso con los intereses de Washington y Tel Aviv tendientes a seguir con los intentos de inculpar a Irán por los atentados de 1992 y 1994, algo que, como lo hemos dicho antes, una parte de la misma comunidad judía local no se cree.

Sin dudas que cuando se conocieron los fallos por el juicio de encubrimiento del atentado de la AMIA donde se sobreseyeron a personajes como el presidente Carlos Saúl Menem y al ex dirigente de la DAIA Rubén Beraja, a muchos argentinos –incluidos a familiares de víctimas del atentado- les devino una gran decepción y renovado descreimiento por la labor de una justicia que con los últimos acontecimientos había venido revelando el estado de podredumbre en que se encuentra.

Cuando hace poco alguien dijo “algo huele horrible en Comodoro Py” (sede de la justicia federal), no solo lo decía por el nauseabundo hedor del rebalse de las cámaras sépticas del subsuelo del edificio sino también, por la insostenible y vomitiva realidad de arreglos y contubernios políticos que allí se tejen.

Y motivos no les falta a los argentinos para tener esa percepción. Con la archimanoseada causa de los atentados tratando se incrustar un conveniente culpable a gusto de los intereses geopolíticos de administraciones foráneas, hasta las arbitrarias detenciones de dos chicos musulmanes por el solo motivo de tener raíces árabes ( El caso de los hermanos Salomon), demuestra el grado de tendenciosidad y prejuicio que infecta las instituciones. 

Continuando con esto vemos como desde la opereta de Nisman (supuestamente asesinado) pasando por el hundimiento del submarino “ARA San Juan” (cubierto de un sospechoso secretismo),  los escándalos sobre aprietes y coimas que involucran a un agente del Departamento de Estado norteamericano llamado Marcelo D´Alesio (que arrastra consigo a una larga lista de periodistas del medio) y al fiscal Stornelli que investiga la causa “Cuadernos” que gracias a este desliz puede llegar a desmoronar todo lo actuado, al ver el sobreseimiento de aquellos personeros oscuros de los noventas, nadie puede creer que haya algo serio en todo esto.
Pese a lo escandaloso que aquellos casos y personas revela al conocimiento público, los habitantes argentinos siguen con su apatía y pendientes de quien puede llegar a mejorarles la cuota del día.

Para peor, ello ha servido a los propósitos electoralistas de la ex presidente CFK quien subiéndose convenientemente a este oportuno tren, y a un pedestal autogenerado, aprovecho estas inconsecuencias políticas para nutrir su gastado discurso populista. Igualmente esto es solo una máscara y nada más. No olvidemos que esta misma presidenta mantuvo un estado de letargo y ambigüedades el tema de los ataques terroristas caracterizadas por no hacer nada para esclarecer los hechos y ni hablar sobre cortar con las injerencias de las embajadas de EEUU e Israel dentro de éstas causas. 
Quedaba claro que solo era una impostación “seudo revolucionaria”, una actuación para la “gilada” –como se dice por estos lugares-  y nada más. Haberse puesto en la tarea real y comprometida de hacer valer la soberanía nacional en todos los aspectos de la vida política, hubiera implicado riesgos demasiado altos para su egoísta agenda política de saqueo personal.

La corrupción que destaco su gestión es proporcional a su mediocridad en política exterior solo basada en discursos ampulosos pero sin hechos concretos tendientes a crear una realidad política alternativa como la bolivariana en Venezuela o sí se quiere más pretensiosa, como la rusa.  Si verdaderamente hubiera pensado en posicionar a la Argentina en otro carril dentro del concierto internacional, estructurándola como una potencia emergente o al menos con intensión de proponérselo ¿Por qué no ahondo relaciones con Rusia y China? ¿Quiénes marcan los límites reales de la Casa Rosada?

En la vereda de enfrente vemos a Mauricio Macri y sus seguidores. Tras su ponencia ante el Congreso, Macri sin haber escarmentado tras el fracaso intento de golpe de estado del 23 de febrero recibió al político golpista Juan Guaidó en su residencia de Olivos lo que dejo en claro cuales el alineamiento de la Casa Rosada con el tema de Venezuela. Cuando se observa la composición política del gobierno de Cambiemos pero en particular del PRO, cualquiera cae en cuentas de que hay una clara línea ideológica que, pasando por la embajada en Buenos Aires, conduce directamente a Tel Aviv que explica con señera claridad del “por qué” muchas situaciones son muy bien calladas a la opinión pública local que, aunque costumbristamente abúlica y conformista, no debe tener jamás un profundo conocimiento.

Un caso de aquello es la incursión de grupos de israelíes que exploran la Patagonia y que ya ha dejado de ser el mito que los medios y sus periodistas a sueldo habían desdeñado con tajante incredulidad. Crease que de haber merodeando “mochileros iraníes” o con apariencia y rasgos árabes (semíticos), todos estos sectores crearían un revuelo mediático ensordecedor, alertando a la opinión pública de un peligro inminente y pondrían todos sus esfuerzos por determinar cuáles son sus propósitos. En fin, para quienes creían que verían algún cambio en la ruta estratégica de este gobierno, relájense, nada ha cambiado y todo seguirá igual.

jueves, 28 de febrero de 2019


 

EN LA MIRA 



“INDIA Y PAKISTÁN”

Con tres guerras en su haber las dos naciones nacidas del dominio británico no parecen haber logrado limar sus asperezas por el tema de la Cachemira que apenas hace unos días ha pasado a ser el centro de atención de los analistas políticos y militares ¿Habrá una cuarta guerra?



Por Dany Smith
Mientras los medios informativos mantenían la atención centrada en los grandes conflictos geoestratégicos y políticos que conmueven al globo, han dejado pasar uno que además de antiguo (por la peligrosidad del mismo), tiene la potencialidad de obrar como un detonador de una crisis mucho mayor que a su vez, se interconecta con la pulseada global a la que nos referimos.

Los últimos acontecimientos que se habían venido registrando en la región de Cachemira ubicada entre China, La India y Pakistán, ha ido preocupando a dichos gobiernos e inflamando los ánimos de sus pobladores, especialmente por las arbitrariedades cometidas por las fuerzas armadas indias que tras varias operaciones de represión habían causado varios heridos y muertos entre los pobladores musulmanes.

Desde hace años que la región se halla en un estado virtual de guerra por la disputa territorial que existe entre Pakistán y la India. En los hechos tenemos a Cachemira como una región poblada mayormente por musulmanes que en una parte del territorio es administrada por la India, en otro por la república Popular China y otra región por Pakistán. Dicha presencia ha sido rechazada desde siempre por los musulmanes y ello a su vez ha dado lugar a constantes focos de tensión entre Nueva Deli que pretende controlar toda la región y Pakistán un país musulmán que ante las arbitrariedades de su vecino, ha ido en auxilio de sus hermanos oprimidos por una administración extraña.

La historia de este conflicto es larga y cruenta. Fue sin lugar a dudas la presencia británica hasta finales de la segunda guerra mundial lo que ayudo a crear estas fracturas étnico-religiosas que le facilitaban el dominio del subcontinente indio. Tanto en la India como en Pakistán, los académicos conocen muy bien las consecuencias de las políticas maquiabelicas del imperio británico y sus directas implicancias en la actual situación en Cachemira. Tres guerras hay en el haber de esta historia y no es nada fácil entender tratar de articular posiciones políticas que den una solución duradera. Los factores que distorsionan estas posibilidades no solo pasan por cuestiones culturales, religiosas y de nacionalismos exacerbados; hay en medio, la siempre omnipresente actuación de intereses externos que ven en el noroeste del subcontinente indio, un emplazamiento estratégico para controlar ciertos aspectos de la geopolítica regional.

El punto crucial de la disputa pasa por la llamada “línea de control” que separa a las partes. Según algunas estadísticas más de 150 millones de musulmanes se hallan bajo la jurisdicción de la India y Cachemira sería una provincia más de mayoría musulmana, algo que Islamabad no tolera ni acepta. Ello ha llevado que los servicios de inteligencia pakistaníes –aliados centrales de la CIA- infiltren armas, explosivos y guerrilleros al territorio de Cachemira causando episodios de violencia contra las autoridades indias lo que retroalimenta las inquinas entre ambas partes.  

Es en este sentido que si bien las administraciones en Nueva Deli se ven obligadas a mantener buenas relaciones con Washington y con varios de sus aliados –entre ellos Israel- sabe muy bien que sus agencias de inteligencia y militares trabajan estrechamente con Pakistán por lo cual, los auspicios venidos de EEUU por tratar de hallar soluciones al diferendo han sido tomados con bastante escepticismo. Las implicancias siniestras entre el ISI pakistaní y la CIA son tan variadas como graves. Ambas agencias se han encargado de llevar adelante una campaña de asesinatos “selectivos” y desapariciones en la provincia de Beluchistán (con 8 millones de habitantes en su mayoría pobres) donde según la CIA, operan organizaciones como “Al Qaeda”. Cuando académicos paquistaníes como la Dra. en neurociencia Afia Siddiqui comenzaron a denunciar estas atrocidades, fueron desaparecidos o misteriosamente asesinados. La Dra. Saddiqui desapareció de su casa de Karachi para más tarde ser descubierta por casualidad en una de las cárceles especiales de la CIA en Bagram, a las afueras de Kabul y tras salir a la luz pública su ubicación, fue trasladada inmediatamente a EEUU donde se halla recluida.
antes y después de la dra. Sudduqui 

A todo ello, tras el sorprendente y curioso ataque –tres meses después de los ataques en EEUU- del 13 de diciembre de 2001 al parlamento indio, la situación entre ambas partes se tensó aún más. Un dato a tener en cuenta sobre todo esto es que jamás se identificó la procedencia de los atacantes más allá de las alegorías de su pertenencia al “terrorismo islamista” apoyado por Pakistán (y las supuestas advertencias de EEUU), situación que se reiteraría en 2008 con aquel ataque en Bombay donde se descubrieron varias pistas que orientaban a una conexión con la CIA.

Las tensiones ya venían advirtiéndose una semana antes de que se produjeran los roces militares entre ambas naciones. A nadie en Islamabad y Nueva Deli le quedaban dudas de que era cuestión de horas para que alguien reaccionara por una mala movida.

Y fue así. Tras un ataque aéreo indio llevado a cabo el martes sobre un presunto campamento de una organización armada islámica llamada “Jaysh Al Mahoma” (Ejército de Mahoma), desató la furia de los habitantes de la región que inmediatamente,  fue respaldada por el gobierno de Islamabad mediante el envío de una incursión de sus cazas, que tras un combate aéreo culminó con el derribo de dos aparatos indios. Como se ha venido viendo, la situación parece ir en una escalada paulatina lo que puede llevar a una crisis regional por una cuestión puntual: Ambas partes son potencias nucleares.

Tanto la India como Pakistán son países con importantes fuerzas armadas y con estratégicos aliados alrededor del globo e incluso en algunos casos compartiendo los mismos intereses de potencias en pugna como es el caso de EEUU y China.  Aunque si es cierto que la India mantiene una muy buena relación con EEUU no tanto con China,  al mismo tiempo ha venido consolidando una creciente influencia de Rusia con la cual mantiene acuerdos bilaterales de carácter político, económico y de defensa.

Es precisamente en el área de la defensa donde la india ha dado varios pasos importantes en la determinación de establecer un programa propio con la asistencia cercana de materiales militares de la Federación rusa. En este sentido las últimas noticias que llegan de Nueva Deli informan que el gobierno acordó durante la última visita de Vladimir Putin, comprar a Moscú los sistemas de defensa aérea “S-400”, algo que desató una inmediata y sorda reacción de disgusto en Washington.  Pese a ello, el gobierno de Narendra Modi hizo oídos sordos a las quejas estadounidenses demostrando que hay una nueva era en las relaciones entre la India y los EEUU.

No hacía mucho que Nueva Deli había firmado tratados bilaterales de carácter estratégico con Washington en particular en lo referente a las comunicaciones militares y de inteligencia regionales que se denomina COMCASA con claros objetivos de contener a la república Popular China.

Otro de los interesados en colaborar con la India es Israel, que ve desde hace tiempo y con mucha preocupación el desarrollo nuclear de Pakistán, objetivo preponderante después de Irán. Es en este sentido que Tel Aviv siempre ha tratado de mantener el estado de discordia entre ambos países con lo cual, no es de dudarlo, sus injerencias dentro de los asuntos que hacen a la proliferación de células terroristas y sus conexiones con el tráfico para abastecer de armas, financiamiento e información táctica, son innegables.

En el caso de Pakistán, su situación geopolítica lo ha tenido como un actor tan importante como influyente para los intereses tanto de Washington como de China y Rusia, estos últimos viendo con recelo la presencia de la OTAN en Afganistán como un agente amenazante a la estabilidad regional. Washington ha venido teniendo a Islamabad como un aliado en un tema particular como es la “lucha contra el terrorismo” y como un punto estratégico para operar sobre Afganistán y contra Irán sumando innegablemente, a los israelíes. Sin lugar a dudas que un conflicto con la India daría muchos réditos a los intereses de estos actores secundarios quienes como ya lo han hecho en otras regiones, harán valer el dicho que reza “a río revuelto ganancia de pescadores”.

miércoles, 27 de febrero de 2019


VETERANOS DE AYER




“UN FINAL SIN FIN”

A 28 años del final de la guerra del Golfo Pérsico se puede asegurar que además de ser la más calamitosa de finales del siglo XX fue el puntapié ideológico de las actuales crisis políticas y humanitarias en el Medio Oriente



Por Charles H. Slim

Los misiles y las bombas no paraban de caer sobre Bagdad y la población refugiada en  los sótanos de sus casas y los bunkers públicos de la capital, aguardaba atemorizada que pasaran las ensordecedoras sirenas y los intermitentes golpeteos de los cañones automáticos que defendían la ciudad de los atacantes. Con cada impacto el suelo y las paredes de aquellos lugares se sacudían con una violencia que anteriormente los bagdadíes no habían visto. Pese a que muchos de ellos habían vivido hasta apenas unos años antes la guerra con su vecino Irán, la violencia de los bombardeos de la coalición no era de la envergadura de lo que estaban ahora experimentando. “El suelo temblaba como un terremoto” recuerda Badra, una mujer del barrio “Al Sadr” que en aquel entonces solo tenía trece años de edad.

Ciertamente los pobladores no se equivocaron y aunque no había los veloces medios de comunicación como el internet, ellos pudieron constatar en carne propia, la barbarie de las acciones de la Coalición. En aquellos momentos el aparato de censura militar estadounidense que operaba en el Golfo Pérsico y la censura civil operada sobre los medios informativos a través de la CIA y la NSA ordenada desde la administración Bush, mostro solamente lo que a Washington convenía mostrar es decir, nada.

Ante las evidencias pese a los intentos de pisarlos y esconderlos bajo la alfombra, las terribles consecuencias de las acciones de la Coalición  se hicieron de conocimiento público aunque Washington, a través de su por entonces vocero mediático estrella (CNN),  se encargaría de minimizar alegando que dichas denuncias eran “invenciones” o “parte de la propaganda de Saddam”. Pero la realidad no podía taparse con el dedo, como así parecía verse con las posturas de la Casa Blanca y de sus obsecuentes aliados quienes de constante, salían a la palestra esgrimiendo la autorización del Consejo de Seguridad y un mandato de Naciones Unidas que jamás existió.  La lógica y el sentido común valen tanto para occidentales como para los árabes por lo cual, una vida humana es una vida y como tal, preciada, sea de etnia blanca o cobriza (árabe).
Fueron sin dudas estos relativismos los que nutrieron a los partidarios de la guerra y la intervención agresiva ya que por pedio de estas torcidas valoraciones, trataron de justificar o más bien degradar ante la opinión pública la vida de un ser humano por el solo hecho de no ser occidental.

Si toneladas de bombas y misiles con cabeza con Uranio empobrecido arrojadas sobre una ciudad –según los representantes de la administración norteamericana- no causaban efectos devastadores ¿Para qué eran arrojadas? Ello demostró el total desprecio no solo por los iraquíes en particular y los árabes en general sino también, por la condición humana toda. Tan obscena fue aquella demostración que ONGs que poco de neutral tiene en el origen de su existencia y contribuciones, se vieron obligadas a denunciar la violación de todas las convenciones y tratados internacionales.  Pese a las excusas de haber llevado una guerra “quirúrgica” facilitada por la moderna tecnología disponible en aquel conflicto, los resultados reales de todo ello evidenciaron una completa desidia por la vida de los civiles iraquíes.

El efecto de solo un misil crucero “TomaHawk” que caía en un vecindario de Bagdad, representaba la violentísima demolición de una parte importante de sus edificaciones y la contaminación radiactiva del suelo y las fuentes de agua cercanas. Entonces, si con un solo misil se causaba semejante devastación calcule ¿Cuánto daño se provocó con 6000 bombas al día? 
Según documentos de la época, la Coalición aliada lanzaba tanto desde las bases sauditas como desde los portaaviones en el golfo unas 2500 misiones diarias de bombardeo lo que deja en claro el grado de saturación y devastación causado con la campaña meramente aérea.  En resumen, una catástrofe humanitaria sectorizada que con el paso de las semanas se iría incrementando con mayores bombardeos que además tenían como blanco además de emplazamientos civiles, las infraestructuras de servicios públicos como ser el agua potable, la energía eléctrica y las comunicaciones telefónicas.
La ruta de muerte. Masacre injustificada

Con claridad se puede advertir que en aquella campaña militar, no hubo nada de moral y peor aún, no hubo un mínimo respeto a los principios y estándares legales del derecho internacional humanitario. Si como bien prescribe el protocolo de la Cruz Roja sobre el respeto a los civiles quedo claro que en Washington (y menos aún en el Pentágono) nadie lo leyó. El bombardeo al refugio en el barrio de “Al Amiriya” donde se hallaban cientos de civiles en su mayoría mujeres y niños, además de no haber sido un error (Colateral Damage), fue el prolegómeno de una terrorífica realidad que los iraquíes vivirían  unos años después.

El caso de la masacre de “Al Amiriya”, solo fue uno de los miles de casos anónimos que resultaron de aquella intervención bajo la máscara de Naciones Unidas y la muestra del cinismo de los funcionarios norteamericanos de aquel entonces que como el entonces portavoz de la Casa Blanca Martin Fitzwater, para tratar de excusarse sobre aquel terrorífico hecho dijo “Saddam Hussein no comparte nuestra santidad por la vida humana”. Hospitales, estaciones de bomberos, puentes y las instalaciones de servicios públicos fueron los blancos a continuación de los objetivos militares. Los mismos aviones estadounidenses registraron con aberrante impunidad y con sonrisas burlonas, como misiles guiados por láser impactaban sobre uno de los puentes de Bagdad en momentos que desprevenidos peatones lo cruzaban.  La bestialidad de los hechos y de la comprobada irresponsabilidad de la actuación de los militares de la Coalición internacional se extendía tanto a los gobiernos participes como al entonces secretario de la ONU Javier Pérez de Cuéllar  quien nunca hizo frente a los reclamos para que se realizaran investigaciones por las consecuencias de lo causado.

En el mismo sentido, la elite política estadounidense que valiéndose de un bipartidismo claramente engañoso y nada polarizado, apoyo de izquierda a derecha la intervención bélica a base de engaños planificados varias décadas antes.

En lo estrictamente militar, el infame bombardeo a espaldas de tropas iraquíes cuando se retiraban en la noche del 27 de febrero de 1991 por la ruta Kuwait-Basora dejo muy en claro el sesgo claramente antisemita y racista de los autores de esta masacre que ha quedado documentada en testimoniales fotos que aún dan la vuelta al globo.

Para ese entonces, las cifras de bajas causadas por los bombardeos de la Coalición internacional entre la población civil causaba pavor entre los asesores de imagen de la administración Bush y fue por ello que 
Washington imprimió una fuerte presión para evitar que dicha información cruzara el océano y se difundiera con la crudeza que los números acusaban.  La estrategia de ocultamiento fue complementada con la artimaña de poner el foco de los eventos en cabeza del gobierno iraquí y en particular en la figura de su líder Saddam Hussein quien no hay que olvidar, había sido aliado de las políticas exteriores de Washington hasta unos meses antes de todo esto.

En todo momento se mantuvo al ciudadano de a pie, a las víctimas anónimas de todo esto, marginados de dar su testimonio con la intensión de que sus historias nunca fueran contadas y si iban a serlo, lo fueran por periodistas al servicio de los medios del mismo país que los agredió con historias acomodadas y matizadas a las intenciones políticas de los mismos que habían causado todo este desastre.

Según un informe de “Greenpeace” más de 210.000 civiles iraquíes murieron por efecto de los bombardeos indiscriminados causando además, el deterioro ambiental por el venenoso efecto de la radiación de las ojivas utilizadas por las bombas de la Coalición. Fue por el uso de estos elementos químicos y radiactivos que desde ese entonces y hasta la actualidad en varias zonas de Iraq y particular en la ciudad de Faluya, se han registrado miles de casos de malformaciones en niños recién nacidos, cánceres de todo tipo y la infertilidad de hombres y mujeres producto tanto de los bombardeos de la primera guerra del golfo como de las acciones que seguirían durante los trece años de embargo y por supuesto, tras la invasión de 2003.

lunes, 25 de febrero de 2019


EN DEBATE




EL GEOESTRATEGICO CONTROL DE LA INFORMACIÓN”

El fracaso del intento de golpe de estado del 23 de febrero predice el agravamiento de la situación en la región o resquebrajamiento de las pretensiones de Guaidó y su gente


Por Charles H. Slim
El conocimiento es poder, dicen algunos y sin dudas que no se equivocan. Es por ello que los gobiernos con ansias de ganar el control amplias zonas del globo invierten amplios recursos de sus economías para fortalecer una relativa nueva arma de sus fuerzas armada como es la “Ciberguerra”. Y no es una casualidad que ello sea así ya que el internet se ha convertido en la ruta por la cual trafican con pasmosa velocidad, las noticias más inconvenientes para los intereses de los gobiernos que clandestinamente se ven implicados en operaciones y asuntos que, puestos a la luz del día, pueden llegar a mancillar su imagen ante la opinión  pública. En fin, es una cuestión estrictamente política que viola todas las libertades y principios que a lo largo de dos siglos se habían venido reconociendo a costa de mucho sufrimiento.

Desde ridiculizar a una publicación o a su autor pasando por cerrar un periódico con medidas legales o el uso de la fuerza hasta llegar a eliminar físicamente a periodistas por su labor, ha venido siendo la práctica para silenciar esas verdades que son tan molestas para los moralistas de la política que viven del sermón y las lecciones para los demás. Desde hace un tiempo hasta esta parte, asesinar o desaparecer a un molesto periodista se ha vuelto muy riesgoso y prueba de ello es el caso Khashoggi. Es por ello que han puesto más énfasis en tratar de persuadir con discursos que otra cosa. 
Pero sus monsergas no podrían prosperar sin el aparato que amplifique sus narrativas y ese mismo no es otro que la mega estructura corporativa de medios que se encarga de difundir por todos los canales abiertos, día y noche la versión que se ajusta al lineamiento buscado por el poder.

Falsear hechos y acontecimientos no es  nada nuevo. Incluso la historia de la humanidad está escrita sobre la base de una montaña de falsedades y exageraciones que solo buscan ensalzar las acciones de los vencedores con la  intensión de perpetuar un ideario dentro del colectivo de una comunidad determinada y aplastar al oponente para que jamás se reponga. Se hace sobreabundante mencionarlos ya que hoy ya no quedan dudas de quienes son los principales estafadores sobre esto.

La historia contemporánea también nos dan muestra de grandes embustes mediáticos que iban a la par de operaciones político-militares como forma de cubrir o enmascarar las verdaderas situaciones que se estaban desarrollando en el terreno. Irreverencias tales como justificar masacres de civiles captadas involuntariamente en vivo por los camarógrafos de cadenas de TV, intentando justificarlas con falsas alegorías o justificaciones, han quedado plasmadas en la psique colectiva de toda una generación en el comienzo del nuevo milenio. Ejemplo de ello se vio en la llamada “liberación de Mosul” en 2017.

En momentos que las fuerzas regulares del régimen colaboracionista de Bagdad avanzaban en torno a la urbe de Mosul, los grupos de operaciones especiales estadounidenses con cobertura aérea, se abrían paso a fuego limpio sin consideraciones de ninguna especie. Nada nuevo para los iraquíes que soportaron el mismo escarnio durante trece años de sanciones y luego otros ocho años de brutal ocupación por parte de estos mismos liberadores. Igualmente, el relato norteamericano de mostrarse como “libertadores” –pese a las cruentas pruebas de lo contrario- debía sostenerse hasta el final, aún si las imágenes mostraban todo lo contrario. Un ejemplo de ello se vio en un reporte en vivo de una enviada de la CNN a cubrir las operaciones junto a un grupo de tareas iraquí cuando en un momento determinado, los soldados llamaban por los altavoces que los ocupantes de una casa salieran con las manos en alto y se rindieran.

De repente comenzó una balacera desde varias direcciones y el pánico invadió a la reportera obligándola a refugiarse detrás de un vehículo blindado mientras el camarógrafo seguía cubriendo lo que sucedía alrededor. Fue en ese momento que tras cesar el fuego, un hombre de avanzada edad con un pañuelo blanco en la mano y sin armas a la vista, sale de una casa mientras un soldado iraquí sin justificación lo acribilla sin darse cuenta que había sido captado en vivo por la cámara de la CNN ¿Acaso alguien se acuerda o, ha reclamado por el asesinato de aquel pobre desgraciado? Y ese solo fue un caso más de todos los miles que se sucedieron en aquellas circunstancias.

Por estas horas el embuste y la manipulación informativa se haya en pleno desarrollo en torno a Venezuela. Durante una semana se había venido llevando a cabo un bombardeo informativo sobre las supuestas intenciones populares por sacar al gobierno de Nicolás Maduro, los medios regionales alineados con la Casa Blanca usando un lenguaje cuidadosamente artificioso a base de términos clave como ser “régimen”, “dictador”, “represión” entre otros, promovieron todo tipo de trascendidos y eventos con una sola intensión y ella era, derrocar al legitimo gobierno de Caracas.  Pero como en el pasado estos sectores cometieron errores que –afortunadamente en este caso-  fueron inmediatamente capitalizados por el gobierno de Caracas y tras darse a conocimiento masivo de tales, dejaron en el ridículo al mismo Juan Guaidó y su gente desatando un estado de incertidumbre que diezmó las tan promocionadas coberturas de una “ayuda humanitaria” organizada por la USAID, un mascara más de la CIA.

Cuando se hizo correr el rumor de que por la frontera brasilera se había logrado pasar con el convoy de ayuda, muchas versiones comenzaron a surgir desmintiéndolo. Incluso, se llegó a decir que había habido enfrentamientos armados entre la GNB y los activistas que conducían el convoy. También se dijo que habían “fisuras en los cuadros militares chavistas”, sugiriendo que se estaban produciendo deserciones en masa en los puestos fronterizos con Colombia. Una vieja táctica de la guerra psicológica que al final no funcionó. En realidad hubo un solo episodio con los tres oficiales que tras robarse unos carros blindados cruzaron al lado colombiano atropellando a varios periodistas y guardias policiales.

Como no se estaba produciendo el efecto buscado por Washington –y sin dudas a instancias de sus operadores-, los conspiradores que observaban todo por televisión desde un bunker en territorio colombiano, orquestaron la última intentona por crear la provocación que diera pie a una declaración oficial de la Casa Blanca o del asesor de seguridad nacional John Bolton, claramente junto al senador Marco Rubio, instigadores centrales de lo ocurrido. Fue allí donde los medios regionales y particular los argentinos mostraban imágenes de camiones ardiendo argumentando aparatosamente que habían sido incendiados por “los chavistas” o por las fuerzas “del régimen de Maduro”. Para su desgracia, unas horas más tarde, salen a la luz nuevas tomas de esas imágenes revelando que quienes habían incendiado esa caravana con cargamento supuestamente inofensivo  eran los “guarimberos”, pandilleros venezolanos quienes seguramente fueron alquilados por la CIA y la inteligencia colombiana. En esas fotos se comprueba que los camiones nunca pasaron al territorio venezolano y fueron incinerados en el mismo puente antes de llegar incluso a la valla de seguridad venezolana.  Ante las evidencias devino el bochorno y con él, la caída de la moral de los golpistas que –como se pudo ver con el presidente chileno Piñera-  ya no podían esconder su desilusión ante el fracaso. De este modo y ante la clara victoria de la posición de Caracas Costa Rica expulsó inmediatamente a la embajadora del pretendido gobierno paralelo de Guaidó y al mismo tiempo se hacía efectiva la expulsión de los diplomáticos colombianos de los departamentos fronterizos. El gobierno colombiano sin acusar el bochorno, alego que la salida de sus diplomáticos ha sido por una cuestión de mantener la integridad de sus funcionarios.

Otra señal de que todo este montaje había fracasado es el despliegue del ejército brasilero en la frontera de la región de Pacaraima, para distender la situación y despejar a los grupos de agitadores que desde su territorio habían estado atacando a las fuerzas del GNB de Venezuela.  Por supuesto que estos hechos no fueron publicados por los medios argentinos los cuales –en sintonía con el gobierno nacional- siguen una clara línea editorial obsecuente con las intenciones políticas de Washington y del grupo de Lima.

Sin dudas que alguien en el Departamento de Estado ha menospreciado al gobierno de Maduro y a sus recursos para contra restar la embestida mediática. Esto ya causado unas cuantas corridas y llamados telefónicos entre Washington y Bogotá.

El día 23 de febrero sería para este sector para estadounidense el “fin del régimen” –vaticinaban- , el comienzo de una nueva era con un gobierno títere y genuflexo a Washington,  pero ello no ocurrió y al parecer el operativo “intervención humanitaria” diseñado por el Departamento de Estado norteamericano fracaso rotundamente y es posible que de ahora en más veamos el despliegue de nuevas artimañas sucias como podrían ser, el comienzo de escaramuzas armadas con grupos proxis, compuestos por elementos latinos y asesores impostando ser tales,  tal como se hizo en el Medio Oriente.