“HACIA
LA TECNOCRACIA”
El
paradigma engañoso de para una esclavitud voluntaria
Por Charles H. Slim
Pese
a que en occidente siguen vociferando que sus gobiernos se basan en sistemas políticos
democráticos, tras el experimento del aislamiento obligatorio por el Sars-Cov2
eso está en discusión.
Aún antes de 2019 la tan invocada práctica democrática
estaba bastante cuestionada atendiendo a las experiencias que se han visto en
las últimas décadas y sus consecuencias que aún perduran en la actualidad.
Los derechos de las personas de a pie se han reducido
de forma innegable y la relativización discrecional del valor humano, ha quedo
conteste con las atrocidades que se han llevado adelante por estados
occidentales que durante dos siglos se han autoproclamado “civilizados” y
respetuosos de la ley internacional.
Uno de los vehículos utilizados para estos propósitos
fue sin dudas la tecnología, no solo la de uso militar sino también aquella que
en apariencias brindaba servicios para agilizar la vida cotidiana. La más conocida
y tan dañina como una bomba son las transferencias bancarias electrónicas y
todo el sistema que lo maneja. Echando mano a excusas que nadie estaría en
desacuerdo, se han creado tips para establecer congelamientos como sanciones
financieras, posibles de operar a distancia gracias a estos sistemas. Así vimos
cómo se bloquearon cuentas de países o simplemente se saquearon sus arcas con
solo apretar una tecla de un ordenador en New York.
El salto del “Bitcoin” al escenario de las finanzas internacionales
se muestra como una ventaja más dentro de este espectro pero también puede ser (y
sin dudas lo será) otro eslabón en la cadena de esta nueva esclavitud digital.
Actualmente las tecnologías digitales parecen estar
modelando la nueva realidad y ello, aunque se vea muy cómodo o ventajoso, es
algo realmente muy peligroso para la libertad de las personas. Y el peligro ya
no proviene solamente de un estado fascista o de un gobierno con esta
tendencia. Desde finales del siglo XX hasta el presente la “democracia del
norte” y sus aliados han hecho de esto una realidad muy presente (“Five Eyes”[1]). Actualmente las
corporaciones privadas que pueden o no tener negocios con el estado, sirven por
fabulosos contratos a estos propósitos poco claros y que se mantienen en la
penumbra.
Si bien el término “tecnocracia” refiere al gobierno
de los especialistas en una determinada área, nosotros hacemos referencia a más
bien a los medios y las consecuencias que este sistema acarrea a las libertades
individuales de alcance global. Sería el gobierno de la virtualidad y la
despersonalización administrado desde el ciberespacio sin que los administrados
sean conscientes de la invasividad a la que son sometidos. Y sino usted puede
preguntarse ¿Por qué debe tolerar que alguien desde alguna Sala a miles de
kilómetros en alguna instalación de “Ciberguerra”[2], este monitoreando sus
mensajes, sus perfiles en las redes, sus llamadas del móvil y su actividad en
el internet? Desde hace tiempo su intimidad ha dejado de existir y la excusa
para ello la conocimos más abiertamente desde el 11 de septiembre de 2001 y de
lo cual también sabemos, fue una siniestra y cruenta farsa, pero farsa al fin.
Claramente la seguridad informática es muy cuestionable y ello quedo ratificado
con las revelaciones sobre Facebook de “garganta profunda”[3].
Para ello se montaron los andamiajes legales
convenientes y por medio de piezas como la “Patriotic Act” se blanqueo y amplió
la existencia de una infraestructura de espionaje (como la red Echelon) justificando
el recorte de los derechos, la estigmatización de una parte de la población
(los musulmanes) y el avance del estado por sobre las libertades de las
personas a niveles escalofriantes (detenciones sin orden judicial y torturas).
Pero había que probar esta estrategia de forma detallada y efectiva en
escenarios reales ese control masivo y simultaneo sobre una población
determinada.
Pioneros en esta materia insidiosa son los israelíes
quienes ya venían ensayando estas tácticas de control social, guerra
psicológica y espionaje electrónico en urbes contra los palestinos de los
territorios ocupados. El desarrollo de sofisticados ingenios ha llegado a tal
punto que los israelíes confiados en su indetectabilidad, se han atrevido a
espiar a la misma Casa Blanca y a oficinas del gobierno estadounidense en la
era Trump[4].
Su colaboración con EEUU para formar estructuras
similares fue y sigue siendo capital, en especial desde 2001 teniendo como
escenarios de ensayo a los países invadidos.
Fue a partir de allí que se ensayaría de forma
meticulosa y persistente en ciudades como Bagdad y Kabul nuevas estrategias de
control y vigilancia masiva basadas en el espionaje continuo en todo tiempo y
sobre todos los ciudadanos. Así y bajo
argumentos bastante increíbles, estos programas provistos por empresas privadas
fueron subvencionados por los mismos gobiernos que intervinieron (Como los
Sistemas de Identificación biométricos). Ello inmediatamente se trasladaría las
ciudades de occidente que (según las excusas de los gobiernos) debían ser protegidas
del terrorismo. Las cámaras, sensores biométricos y micrófonos callejeros
combinado con el hackeo de los móviles con sofisticados Software de industrias
especializadas en invadir la intimidad ajena (G4S, NSO Group, CST Global, Dyn
Corp, Defense System LTD)[5], se han convertido en los
artilugios de la “democracia” occidental que avenida en esta “tecnocracia” son
el nuevo y real enemigo de la libertad.
Pero aunque las cámaras en las calles y las antenas en
postes lumínicos que quién sabe para qué y a quienes diablos sirven, son solo
una ínfima parte del “Gran hermano” que observa desde lo alto.
Esto ya es historia y actualmente el control de las
conductas de los ciudadanos es cada vez más personalizada e invasiva gracias a
los cambios que han proporcionado el acceso a nuevas tecnologías de alcance
masivo y mediante ellas, el aprovechamiento de la inadvertida recopilación de datos
sobre los hábitos y las actividades propiciada por el uso de televisores
inteligentes, móviles y tablets.
Como vimos empresas de redes sociales como Facebook
cooperan con las agencias de inteligencia (NSA, CIA y MI-6)[6] para proveer esta
información e incluso, ponerla a disposición de interesados privados. Toda esa
tecnología invasiva hace un tiempo ha pasado a otra etapa y está siendo
utilizada para medir los patrones de conducta individuales, hábitos de consumo,
preferencias de toda índole, inducir en los gustos y en los puntos de vista de
ciertos temas y todo aquello que le interese a los señores del sistema.
Con ello, la seguridad y la confidencialidad de los
datos en línea no puede garantizarse, incluso para los mismos estados que
despliegan estas estrategias (Caso de los Hackers Moses Staff que han
violentado la seguridad de archivos de información militar y de inteligencia clasificada
del estado de Israel)[7].
El aislamiento obligatorio por la dispersión del
Sars-Cov2 fue sin dudas una oportunidad de oro para incrementar estas actividades
y también para generar nuevas plataformas tecnológicas para establecer mediante
la cada vez más omnipresente inteligencia artificial (IA), rutinas de trabajo
obligadamente digitalizadas que pretenden acostumbrar a los trabajadores a
mantenerse encerrados y conectados 24 horas al día y desconectados de la
realidad física. No es una exageración y ello lo podemos comprobar con la planificada
implementación de nuevos “universos virtuales” como el “Metaverso”[8], que pretende reemplazar
las relaciones humanas en contactos digitales en línea mediante avatares que no
son otra cosa que identidades virtuales.
Todo esto sin dudas será funcional para potenciar el
desarrollo del transhumanismo que lejos de las ventajas que auguran sus
partidarios despersonalizara y deshumanizara a las personas. En este universo
sin dudas el ser humano será hackeable.
Que no queden dudas de que esta nueva vía de
interrelacionarse será manipulada y utilizada por los gobiernos y corporaciones
privadas para -además del espionaje a la intimidad- controlar e incluso
establecer pensamientos que lleven a desarrollar conductas que servirán a este
sistema de cosas.
[1] Se
trata de una alianza estratégica para la inteligencia compuesta por los
servicios de inteligencia de Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y
el Reino Unido.
[2] Se
trata de un concepto moderno en el cual el conflicto pasa a tener una nueva dimensión
que tiene al ciberespacio como el campo de batalla.
[3]
Así llamada la ex miembro de la red social Facebook Frances Haugen quien reveló
los manejos poco claros que se hace de este espacio que recordemos, se vinculó
con la recopilación y manipulación de información electoral por parte de la
Corporación británica Cambridge Analytica. Pero también tuvo papeles
sospechosamente pasivos durante la “Primavera árabe” en 2010 a 2011, en las
convocatorias a la violencia en Siria desde 2011 y las que prosiguieron en Iraq
con la aparición del ISIS en 2014.
[4] El
escándalo se dio por septiembre de 2019 cuando el FBI logró desbaratar en los
alrededores de la Casa Blanca y de edificios clave del gobierno la instalación
de dispositivos “StingRay” de origen israelí.
[5] Son
algunas de las empresas privadas de origen británico, israelíes y
estadounidenses que podrían verse como competidoras pero por detrás cooperantes
en ciertas circunstancias.
[6] La
National Security Agency y la Central Intelligence Agency son organismos de
EEUU y el MI6 que es el acrónimo del Servicio de Inteligencia Secreto Exterior
del Reino Unido.
[7] Se
trata de un grupo de hackers que se opone a la política sionista de
usurpaciones de territorios y supresión de la identidad palestina https://therecord.media/new-moses-staff-group-targets-israeli-organizations-in-destructive-attacks/
[8] Se
trata de un término nuevo que significaría una composición por varios espacios
virtuales, tridimensionales y compartidos y persistentes recreado en el
ciberespacio.
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