miércoles, 17 de noviembre de 2021

 

“HACIA LA TECNOCRACIA”

El paradigma engañoso de para una esclavitud voluntaria

 

Por Charles H. Slim

Pese a que en occidente siguen vociferando que sus gobiernos se basan en sistemas políticos democráticos, tras el experimento del aislamiento obligatorio por el Sars-Cov2 eso está en discusión.

Aún antes de 2019 la tan invocada práctica democrática estaba bastante cuestionada atendiendo a las experiencias que se han visto en las últimas décadas y sus consecuencias que aún perduran en la actualidad.

Los derechos de las personas de a pie se han reducido de forma innegable y la relativización discrecional del valor humano, ha quedo conteste con las atrocidades que se han llevado adelante por estados occidentales que durante dos siglos se han autoproclamado “civilizados” y respetuosos de la ley internacional.

Uno de los vehículos utilizados para estos propósitos fue sin dudas la tecnología, no solo la de uso militar sino también aquella que en apariencias brindaba servicios para agilizar la vida cotidiana. La más conocida y tan dañina como una bomba son las transferencias bancarias electrónicas y todo el sistema que lo maneja. Echando mano a excusas que nadie estaría en desacuerdo, se han creado tips para establecer congelamientos como sanciones financieras, posibles de operar a distancia gracias a estos sistemas. Así vimos cómo se bloquearon cuentas de países o simplemente se saquearon sus arcas con solo apretar una tecla de un ordenador en New York.

El salto del “Bitcoin” al escenario de las finanzas internacionales se muestra como una ventaja más dentro de este espectro pero también puede ser (y sin dudas lo será) otro eslabón en la cadena de esta nueva esclavitud digital.

Actualmente las tecnologías digitales parecen estar modelando la nueva realidad y ello, aunque se vea muy cómodo o ventajoso, es algo realmente muy peligroso para la libertad de las personas. Y el peligro ya no proviene solamente de un estado fascista o de un gobierno con esta tendencia. Desde finales del siglo XX hasta el presente la “democracia del norte” y sus aliados han hecho de esto una realidad muy presente (“Five Eyes”[1]). Actualmente las corporaciones privadas que pueden o no tener negocios con el estado, sirven por fabulosos contratos a estos propósitos poco claros y que se mantienen en la penumbra.

Si bien el término “tecnocracia” refiere al gobierno de los especialistas en una determinada área, nosotros hacemos referencia a más bien a los medios y las consecuencias que este sistema acarrea a las libertades individuales de alcance global. Sería el gobierno de la virtualidad y la despersonalización administrado desde el ciberespacio sin que los administrados sean conscientes de la invasividad a la que son sometidos. Y sino usted puede preguntarse ¿Por qué debe tolerar que alguien desde alguna Sala a miles de kilómetros en alguna instalación de “Ciberguerra”[2], este monitoreando sus mensajes, sus perfiles en las redes, sus llamadas del móvil y su actividad en el internet? Desde hace tiempo su intimidad ha dejado de existir y la excusa para ello la conocimos más abiertamente desde el 11 de septiembre de 2001 y de lo cual también sabemos, fue una siniestra y cruenta farsa, pero farsa al fin. Claramente la seguridad informática es muy cuestionable y ello quedo ratificado con las revelaciones sobre Facebook de “garganta profunda”[3].

Para ello se montaron los andamiajes legales convenientes y por medio de piezas como la “Patriotic Act” se blanqueo y amplió la existencia de una infraestructura de espionaje (como la red Echelon) justificando el recorte de los derechos, la estigmatización de una parte de la población (los musulmanes) y el avance del estado por sobre las libertades de las personas a niveles escalofriantes (detenciones sin orden judicial y torturas). Pero había que probar esta estrategia de forma detallada y efectiva en escenarios reales ese control masivo y simultaneo sobre una población determinada.

Pioneros en esta materia insidiosa son los israelíes quienes ya venían ensayando estas tácticas de control social, guerra psicológica y espionaje electrónico en urbes contra los palestinos de los territorios ocupados. El desarrollo de sofisticados ingenios ha llegado a tal punto que los israelíes confiados en su indetectabilidad, se han atrevido a espiar a la misma Casa Blanca y a oficinas del gobierno estadounidense en la era Trump[4].

Su colaboración con EEUU para formar estructuras similares fue y sigue siendo capital, en especial desde 2001 teniendo como escenarios de ensayo a los países invadidos.

Fue a partir de allí que se ensayaría de forma meticulosa y persistente en ciudades como Bagdad y Kabul nuevas estrategias de control y vigilancia masiva basadas en el espionaje continuo en todo tiempo y sobre todos los ciudadanos.  Así y bajo argumentos bastante increíbles, estos programas provistos por empresas privadas fueron subvencionados por los mismos gobiernos que intervinieron (Como los Sistemas de Identificación biométricos). Ello inmediatamente se trasladaría las ciudades de occidente que (según las excusas de los gobiernos) debían ser protegidas del terrorismo. Las cámaras, sensores biométricos y micrófonos callejeros combinado con el hackeo de los móviles con sofisticados Software de industrias especializadas en invadir la intimidad ajena (G4S, NSO Group, CST Global, Dyn Corp, Defense System LTD)[5], se han convertido en los artilugios de la “democracia” occidental que avenida en esta “tecnocracia” son el nuevo y real enemigo de la libertad.

Pero aunque las cámaras en las calles y las antenas en postes lumínicos que quién sabe para qué y a quienes diablos sirven, son solo una ínfima parte del “Gran hermano” que observa desde lo alto.

Esto ya es historia y actualmente el control de las conductas de los ciudadanos es cada vez más personalizada e invasiva gracias a los cambios que han proporcionado el acceso a nuevas tecnologías de alcance masivo y mediante ellas, el aprovechamiento de la inadvertida recopilación de datos sobre los hábitos y las actividades propiciada por el uso de televisores inteligentes, móviles y tablets.

Como vimos empresas de redes sociales como Facebook cooperan con las agencias de inteligencia (NSA, CIA y MI-6)[6] para proveer esta información e incluso, ponerla a disposición de interesados privados. Toda esa tecnología invasiva hace un tiempo ha pasado a otra etapa y está siendo utilizada para medir los patrones de conducta individuales, hábitos de consumo, preferencias de toda índole, inducir en los gustos y en los puntos de vista de ciertos temas y todo aquello que le interese a los señores del sistema.

Con ello, la seguridad y la confidencialidad de los datos en línea no puede garantizarse, incluso para los mismos estados que despliegan estas estrategias (Caso de los Hackers Moses Staff que han violentado la seguridad de archivos de información militar y de inteligencia clasificada del estado de Israel)[7].

El aislamiento obligatorio por la dispersión del Sars-Cov2 fue sin dudas una oportunidad de oro para incrementar estas actividades y también para generar nuevas plataformas tecnológicas para establecer mediante la cada vez más omnipresente inteligencia artificial (IA), rutinas de trabajo obligadamente digitalizadas que pretenden acostumbrar a los trabajadores a mantenerse encerrados y conectados 24 horas al día y desconectados de la realidad física. No es una exageración y ello lo podemos comprobar con la planificada implementación de nuevos “universos virtuales” como el “Metaverso”[8], que pretende reemplazar las relaciones humanas en contactos digitales en línea mediante avatares que no son otra cosa que identidades virtuales.

Todo esto sin dudas será funcional para potenciar el desarrollo del transhumanismo que lejos de las ventajas que auguran sus partidarios despersonalizara y deshumanizara a las personas. En este universo sin dudas el ser humano será hackeable.

Que no queden dudas de que esta nueva vía de interrelacionarse será manipulada y utilizada por los gobiernos y corporaciones privadas para -además del espionaje a la intimidad- controlar e incluso establecer pensamientos que lleven a desarrollar conductas que servirán a este sistema de cosas. 

 



[1] Se trata de una alianza estratégica para la inteligencia compuesta por los servicios de inteligencia de Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido.

[2] Se trata de un concepto moderno en el cual el conflicto pasa a tener una nueva dimensión que tiene al ciberespacio como el campo de batalla.

[3] Así llamada la ex miembro de la red social Facebook Frances Haugen quien reveló los manejos poco claros que se hace de este espacio que recordemos, se vinculó con la recopilación y manipulación de información electoral por parte de la Corporación británica Cambridge Analytica. Pero también tuvo papeles sospechosamente pasivos durante la “Primavera árabe” en 2010 a 2011, en las convocatorias a la violencia en Siria desde 2011 y las que prosiguieron en Iraq con la aparición del ISIS en 2014.

[4] El escándalo se dio por septiembre de 2019 cuando el FBI logró desbaratar en los alrededores de la Casa Blanca y de edificios clave del gobierno la instalación de dispositivos “StingRay” de origen israelí.

[5] Son algunas de las empresas privadas de origen británico, israelíes y estadounidenses que podrían verse como competidoras pero por detrás cooperantes en ciertas circunstancias.

[6] La National Security Agency y la Central Intelligence Agency son organismos de EEUU y el MI6 que es el acrónimo del Servicio de Inteligencia Secreto Exterior del Reino Unido.

[7] Se trata de un grupo de hackers que se opone a la política sionista de usurpaciones de territorios y supresión de la identidad palestina https://therecord.media/new-moses-staff-group-targets-israeli-organizations-in-destructive-attacks/

[8] Se trata de un término nuevo que significaría una composición por varios espacios virtuales, tridimensionales y compartidos y persistentes recreado en el ciberespacio.

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