domingo, 31 de julio de 2022

“AMENAZAS EN EL  MAR NEGRO”

En tierra la lucha mantiene su asimetría y el espacio aéreo está controlado por las fuerzas aeroespaciales rusas pero el control del Mar Negro aún parece indefinido

 

Por Javier B. Dal 

Si algo ha evolucionado en la industria armamentística de las últimas décadas son los sistemas de misiles navales en particular, los antibuques tierra-mar. A lo largo de la historia contemporánea estas armas han sido utilizadas en contadas ocasiones en teatros donde la defensa costera se hacía imprescindible.

La guerra de las Malvinas en 1982 y el Golfo Pérsico en 1991 fueron dos escenarios donde la presencia de una armada enemiga amenazaba el territorio allende del mar territorial. Los argentinos en aquella guerra contra Gran Bretaña disponían de contados recursos para esta tarea, aunque supieron aprovecharlos con mucha eficacia e ingenio. Desmontando de uno de sus buques los misiles MM-38 “Exocet”, los emplazaron en un lanzador improvisado en la costa de Puerto Argentino que dio un susto a los tripulantes del HMS “Glamorgan”.

Los iraquíes debieron enfrentar una armada multinacional que se concentraba en las aguas del Golfo Pérsico. A pesar de que contaban con antiguos sistemas de misiles costeros rusos y chinos, los mismos no pudieron ser empleados con eficacia por la superioridad aérea y la distancia mantenida por los grupos navales de ataque.

Más cerca en el tiempo en 2006 durante la agresión israelí al Líbano, la resistencia islámica “Hesbolah” usando un misil antibuque de origen chino “C-802” reformado por los ingenieros árabes, golpeo a la corbeta israelí SA´AR 5 “Hanit” causando bajas en su tripulación y graves daños materiales. Los israelíes fueron víctimas de la arrogancia de sus comandantes en la creencia de que no podían ser atacados. Un instante después otro de estos misiles hundió un buque mercante que espiaba electrónicamente para Israel a unos 48 kilómetros de la costa libanesa. Estos episodios golpearon la moral de la marina israelí obligándola a mantener la distancia y estar en modo defensivo. La experiencia dejo en claro que no importa la sofisticación del equipo sino también la mano humana que lo opera.

Hoy en las actuales circunstancias en Ucrania, el Mar Negro se ha convertido en un teatro de operaciones marítimo que podría escalar peligrosamente. Desde hace un par de meses Rusia ha logrado controlar la costa suroriental ucraniana dándole seguridad a las unidades navales que patrullan el Mar Negro o al menos eso era lo que creían.

Pero a diferencia de los anteriores teatros citados, este espacio acuático, además de presentar una extensa costa, se halla transitado de forma promiscua y muy peligrosa por la armada rusa y varias armadas de la OTAN convirtiendo la posibilidad de un incidente en una pesadilla táctica. El incidente del “Moskba” en abril (si tomamos la versión ucraniana) puso en entredicho la seguridad y la efectividad de las contramedidas de los buques rusos ante amenazas que representan los nuevos misiles antibuque lanzables desde tierra.

Según la versión ucraniana, el “destructor de portaaviones” (como se llamaba al Moskba) fue detectado en cercanías de Odessa en donde existían emplazamientos de misiles antibuque “R-360 Neptuno” de fabricación nacional. Un misil de carácter subsónico y con un alcance de 300 kilómetros hace muy creíble que ese haya sido el motivo del hundimiento del crucero ruso. Igualmente quedan un par de preguntas sin responder y son ¿Fueron detectados esos misiles? Y si lo fueron ¿Por qué no funcionaron las contramedidas? Con esta última pregunta se abre una gran discusión sobre la eficacia general de las contramedidas ante misiles más inteligentes y maniobrables.

Estas cuestiones preocupan por igual tanto a los ucranianos a la OTAN ya que Rusia posee sistemas de misiles antibuque tan o más sofisticados e inclusos sistemas inhibidores que podrían poner en problemas a los grupos de tareas estadounidenses y británicos.

Pero a esta amenaza se agregan otras provistas por la OTAN, que vienen incluidas en los abultados y costosos paquetes de ayuda de occidente. Entre estas provisiones estarían los sistemas antibuque “MBDA OTOMAT” que va más allá del campo visual desarrollado conjuntamente por Italia y Francia con una excelente performance operativa que lo pone a la altura de sistemas más conocidos como el “HARPOON” y el “EXOCET”.  A diferencia de las anteriores experiencias hoy el desarrollo tecnológico y la dependencia de complejos Soft-Ware para darle precisión a estos vectores vuelve a estos juguetes difíciles de emplear sin un exhaustivo asesoramiento. Justamente en esta situación se hallan las tropas ucranianas que para operar los diversos sistemas que les han entregado (incluidos israelíes), requieren de la obligada intervención de asesores de la OTAN.

Esta gran gama de sistemas antibuque en manos de los ucranianos sin dudas puede poner en problemas a los navíos rusos pero, hay un pequeño detalle a considerar y ese es la presencia y transito de buques “amigos” lo que una falla humana en el cálculo o identificación de un blanco podría generar efectos políticos contraproducentes que resentirían aún más la ya cuestionadora opinión pública occidental.  

Igualmente una cosa es poseerlos y otra utilizarlos. Los ucranianos podrían estar en posesión de miles de misiles de estas características (descontando los que han ido al mercado negro) pero sin saber operarlos es como no tener nada. Si bien la máxima de “atacar primero, efectivamente con la mayor capacidad ofensiva disponible” da una ventaja sobre el oponente, se hace muy dudoso que algún comandante de la OTAN este dispuesto, sin consulta previa a Bruselas, a provocar a la marina rusa pero, ¿Qué hay de los grupos neonazis ucranianos que tienen acceso a estas armas?

 

 

 

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