TEATRO DE OPERACIONES: CARIBE
¿Por qué los reclamos de Caracas sobre una extensión de la Guayana
Esequiba han conmovido al Foreign Office y al gobierno británico?,¿Desinteresadamente
preocupados por un miembro del Commonwealth?
Por
Javier B. Dal
Sabemos bien que Venezuela desde hace tiempo viene siendo agredida por
sanciones comerciales, operaciones sucias y maniobras diplomáticas digitadas en
principio desde Washington por el simple motivo de que no responde a sus lineamientos
y las profundas relaciones que ha establecido con la Federación de Rusia y
China. La finalidad de esto es derribar al legítimo gobierno de la Revolución
Bolivariana fundada por el presidente Hugo César Chávez Frías y colocar en su
lugar (mediante una pantomima democrática) a un gobierno títere.
Por fortuna
y a pesar de toda esta circunstancialidad, Venezuela sigue gozando de su propia
institucionalidad.
Pero todas
rajaduras o fisuras políticas, sociales, económicas y geopolíticas que los
complotadores puedan hallar o fabricar, serán invalorables para penetrar y
buscar la desestabilización interna. La reanudación del histórico diferendo con
la Guyana Esequiba abre la puerta para que Washington y sus socios británicos
puedan hacer sus aportes para el desequilibrio y por supuesto hacerse de esos
yacimientos.
Los
reclamos realizados por el presidente venezolano Nicolás Maduro están
sustentados en un antiguo diferendo demarcatorio por una región de la ex
colonia británica de Guyana en la cual, se hallan importantes reservas de
petróleo descubiertas recién en 2019 y que como era de esperar, atrajeron
inmediatamente la atención de los británicos. Ante semejantes perspectivas y
como la situación fronteriza nunca fue resuelta con la debida neutralidad tan
reclamada, Caracas ha decidido dejar de lado el Laudo de París de 1899 por
considerarlo írrito reclamando que se le devuelva dicha región.
Por su
parte Guayana ante la postura de Caracas ha tomado la determinación de acudir a
la instancia del Tribunal de La Haya que además de su reclamo, desconoce el
compromiso bilateral de Ginebra de 1966.
Entre tanto
en Londres y pese a la férrea censura militar establecida, se ha podido saber
sobre planes del Ministerio de Defensa para crear una Task Force en cual
buscarían el apoyo de Armadas de la región e incluso de Sudamérica.
A pesar de
que los medios angloestadounidenses trataron de inflar los reclamos de Maduro
insinuando movimientos militares y aprestos en prevención de posibles
agresiones contra Guayana, nada de eso es lo que busca Venezuela ya que,
también se halla en camino a exponer judicialmente su posición ante las
instancias internacionales.
La
situación que se presenta es una de tantas en Latinoamérica y que son el
resultado del pasado colonialismo europeo. Así las jóvenes naciones americanas
que nacieron bajo estas circunstancias y con poca experiencia para resolver
situaciones que surgían tras las delimitaciones de sus jurisdicciones, se veían
obligadas a confiar en supuestos terceros neutrales que no eran otros que los
creadores de los problemas que querían resolver. Los instrumentos y
competencias europeas que “resolvieron” diferendos como los surgidos entre
Chile y Argentina, Perú y Bolivia, el de Argentina y Gran Bretaña por las islas
del Atlántico sur a la distancia surgen cuando menos, poco fiables y muy
discutida su neutralidad.
Sumado a
esto, la abusiva injerencia que tuvo el imperio británico antes y después de la
independencia de Venezuela en 1821, materializadas con las apropiaciones
territoriales que llevó a cabo (incentivando y aprovechando el conflicto
interno) en 1849 sin interesarle oír los reclamos de los venezolanos y mucho
menos, ponerlo en consideración de algún arbitraje, ponen en contexto aquella
abusiva relación existente y que hoy, con el paso del tiempo y con una
Venezuela soberanamente sana y fuerte, dejan en claro la gran estafa que supuso
aquel laudo.
Es a partir de este juicio histórico que Caracas considera el instrumento jurídico surgido de un “tribunal” francés del siglo XIX, es decir, de una por entonces potencia colonial que (más allá de las disputas) mantenía con el entonces imperio británico estrechas relaciones para dividirse las incumbencias en los mares, como poco creíble y anacrónico para el respeto de los intereses territoriales de Venezuela.
Hoy, los
mismos que crearon Guyana, son los mismos que fomentaron la guerra interna para
justificar la ocupación del imperio británico y su avance sobre el río Esequibo
para capturar sorpresivamente la comisaría de Cuyuní son quienes ante estas
nuevas circunstancias y por la revelada riqueza petrolífera que se esconde en
casi dos tercios de Guayana, vuelven para tratar de sacar ventajas.
La
arbitrariedad que todo aquello supuso y que descalifican a Londres como un
actor imparcial con buena voluntad, no solo fue una convicción de los
venezolanos de aquel momento. Incluso, otros actores contemporáneos en el
hemisferio no dudaron en condenar estas acciones imperiales. Este fue el caso de la administración
estadounidense de Zachary Taylor que al enterarse de las incumbencias de
Londres en los asuntos venezolanos elevo una airada queja por esta intervención
inglesa en territorio soberano de una nación americana.
Hoy la
historia se repite aunque bajo un nuevo y más complejo marco geopolítico. Hoy
EEUU y Gran Bretaña son socios (junto a la OTAN) en las operaciones sucias contra
de la soberanía venezolana y en ese plan trabajan en búsqueda por crear la
inestabilidad.
En realidad
no hay nada nuevo en todo esto. Como actores que viven del pillaje y el saqueo
de los recursos ajenos, se deben a su naturaleza y la historia contemporánea
tiene un extenso prontuario de los crímenes de guerra y lesa humanidad que han
cometido alrededor del globo.
A contrario
de ellos, Caracas no acude a la fuerza para imponer sus posiciones ni mucho
menos, hacerse manu military con lo que por derecho debe corresponderle.
El gobierno bolivariano es respetuoso del derecho internacional aún, cuando ese
mismo derecho es ignorado o simplemente pisoteado por los gobiernos angloestadounidenses
y de sus aliados.
El
anunciado envío de la patrullera “HMS Trent” para unirse a ejercicios navales
en Guyana es una cortina de humo y nada más. Las fragatas y submarinos están
merodeando los mares caribeños desde hace tiempo. Eso en cuanto a las amenazas
visibles. En realidad los británicos siempre han estado muy cerca. Hace años
que el MI6 está operando en la zona y en especial desde la Guayana donde tiene
una base proporcionando un apoyo estratégico a las operaciones de espionaje
electrónico no solo de los estadounidenses sino incluso de otras agencias como
a la DGSE francesa y el Mossad israelí.
Con estas implicancias
hay que estar atentos a posibles y “misteriosos” episodios que intenten crear
una ruptura total entre Caracas y Georgetown.
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