domingo, 1 de septiembre de 2024

 

LAISSEZ FAIRE

¿Por qué el peligro de una escalada nuclear de alcance global se vuelve más real?

 

Por Charles H. Slim

Si bien esta expresión en francés se aplica a la economía de libre mercado, la misma es perfecta para describir el lamentable y opaco papel de las organizaciones internacionales como Naciones Unidas y la AIEA en la escalada paulatina que por impulso de la OTAN se esta produciendo en Eurasia.

La Federación de Rusia ha probado con creces la participación de la OTAN en el conflicto e incluso hace poco hizo una exposición en el Parque de la Victoria en Moscú, de una variedad de vehículos y material bélico de diferentes países atlantistas capturado a los ucranianos ¿Acaso llegaron sin el permiso de Washington?, Se suponía que estaban al margen ¿Qué pasó con el artículo 4º del Tratado de la OTAN? Los continuos atentados contra las instalaciones nucleares de Zaporiya y los ataques con Drones lanzados sobre Moscú semanas pasadas, han pasado sin penas ni gloria para estas organizaciones. Hasta donde sabemos, ni el insulso director de la AIEA, ni el secretario general o el Consejo de seguridad de Naciones Unidas han dicho algo al respecto.

Sobre esto no hay dudas de que cada uno de estos episodios se tratan de claros casos de agresión contra la soberanía de otro estado y en el actual escenario, una profundización del peligro para la paz global, entonces ¿Acaso la Carta de Naciones Unidas no prevé en su famoso artículo 51 del Capítulo VII el caso de agresión? O tal vez, ¿No hay valor para aplicarlo sobre Washington?

No nos asombra la opacidad de Naciones Unidas. Su historial de inconsecuencias habla por si mismo poniendo de manifiesto que este capítulo solo se aplica a pequeños países sin chances de oponerse o adversarios geopolíticos de los intereses de…EEUU e Israel ¿Casualidad?  Con ello, el descredito por el funcionamiento de este organismo no puede ser una sorpresa.

Esta situación hoy se magnifica con las acciones terroristas que el régimen de Kiev está llevando a cabo contra las poblaciones rusas y que amenazan con llevar el conflicto a otro nivel.

“Dejar hacer, dejar pasar” es la mejor manera de describir la inmovilidad o tal vez más bien la impotencia de las organizaciones internacionales como Naciones Unidas por poner límites al empleo del terrorismo ucraniano. Pero no sería posible este despliegue impune de terror sin los medios y la permisión para ello. El armamento de largo alcance que occidente le proporciona a Kiev esta siendo utilizado no para propósitos estrictamente militares sino, para generar terror entre la población rusa y en Washington son conscientes de ello.

Este arbitrario relativismo en la aplicación de la Carta orgánica y de la ley internacional en general es ciertamente insultante para la inteligencia de todos los que habitamos el globo. Ya hemos sido testigos de la muy discutida actuación de la Corte Penal Internacional y del Tribunal de la Haya por los crímenes de lesa humanidad en Palestina.  Si permitimos que estas cosas sigan ocurriendo tal vez debamos preguntarnos ¿Hay un terrorismo bueno y un terrorismo malo?

Si vemos los hechos pareciera que existe esta sesgada disquisición y en ese sentido, EEUU y los atlantistas proporcionan los medios para ese “terrorismo bueno”.

A estas alturas y con la casuística acumulada de dos años de guerra, es innegable el patrocinio y apoyo de la OTAN a estas tácticas criminales. Los últimos ataques terroristas con misiles de largo alcance y cohetes del sistema “Vampiro” sobre Belgorod son una prueba más de ello.

Esto vuelve a poner en evidencia la desesperación que existe en Washington DC por tratar de remontar una guerra que pagan con su sangre y bienes los ucranianos y que Biden y su camada demócrata tratan de revertir para usarla como un trofeo para beneficiar a Kamala Harris en las elecciones de noviembre. Pese a ello, la realidad se impone y de persistir en buscar la escalada, deberían saber que el mundo es mucho más pequeño de lo que estos burócratas creen.

Desde el inicio de la Operación Militar Especial en febrero de 2022, la OTAN ha venido actuando tras bambalinas y en tal sentido, ha ido aumentando su injerencia en las acciones sobre el terreno. Pero esta política no es meramente voluntarista, se halla sujeta a la dirección de las decisiones que se toman en Washington DC y que son parte de un extenso y antiguo plan por extender la hegemonía total sobre Eurasia y más allá.

Ya lo advirtió el martes 27 de agosto el ministro de relaciones exteriores ruso Serguei Lavrov diciendo que si la guerra escala no se limitara a Europa, dejándole en claro al Establecimiento norteamericano que por estar del otro lado del atlántico no van a estar a salvo de sus consecuencias. Las palabras de Lavrov no son una fanfarronada. La Federación de Rusia cuenta con los medios para hacer realidad esta advertencia y en Washington DC lo saben.

En Moscú ya se han hartado de los discursos cínicos y las jugarretas de La Casa Blanca, en especial las que se grafican con ese dicho que tienen los políticos norteamericanos que reza “lo que hace la mano izquierda no lo sabe la derecha”. Así mientras el Secretario de Prensa del Departamento de Defensa John Kirby expone en rueda de prensa su actuada “preocupación” por los peligros de una escalada, por detrás del decorado le entregan a Kiev misiles crucero de largo alcance, asesoramiento y la autorización a usarlos contra territorio ruso con eminentes fines de aterrorizar a la población rusa.

Igualmente y pese a las advertencias de Lavrov, hay entre la propia población rusa y también la global un conocimiento bastante amplio de cómo opera EEUU y sus socios de la OTAN en torno a Ucrania con lo cual, hay una diferencia sustancial con otras épocas en las que los medios masivos occidentales podían ocultar descaradamente o simplemente deformar la realidad de los hechos. Desde la aparición de los medios digitales y la multiplicación de las plataformas de redes sociales para conocer en tiempo real lo que sucede, aquella manipulación ha quedado diluida.

“Dejar hacer dejar pasar” no parece la mejor opción para aplicarla a política y mucho menos para la geopolítica.

 

 

 

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