miércoles, 4 de septiembre de 2024

 

UNA NECESARIA Y NUEVA ESTRATEGIA COMERCIAL

En las actuales y complejas circunstancias internacionales la Argentina puede sacar ventajosos réditos para favorecer su comercio exterior, pero ¿Están dispuestos al sacrificio que ello conllevaría?

 

Por Charles H. Slim

Muchas veces se ha culpado a la insularidad de la Argentina por sus infortunios en el comercio internacional, como si por estar muy lejos de todo y todos, ello obstaculizaba la competencia con otras rutas y potenciales clientes para sus productos. Tal vez eso tuvo algún viso de verdad hasta comienzos del siglo XX pero hace mucho tiempo y especialmente hoy en medio de un avanzado desarrollo tecnológico y el progresivo uso de la inteligencia artificial, no sirve como excusa.

Las excusas y la queja son parte de la idiosincrasia argentina y eso no ha sido nada bueno para el desarrollo del país. Si bien son los gobiernos quienes llevan adelante las regulaciones y disponen del aparato estatal para aplicar políticas que los particulares deben acatar para comerciar con el exterior, esos gobernantes salen de su propia sociedad.

Hoy no hay excusas para hablar de distancias y falta de oportunidades para comerciar con el mundo. Incluso con las restricciones y políticas discriminatorias de ciertas potencias para tratar de monopolizar las rutas y los mercados internacionales, se han ido creando nuevas alternativas para el desarrollo de emprendimientos que sin dudas enriquecerán a todas las naciones.

El estancamiento existente en Argentina sobre el desarrollo de nuevas rutas comerciales pareciera ir de la mano de las díscolas y pasatistas políticas de cada gobierno de turno. Esto en gran parte, surge por la falta de una política estratégica propia en cuanto a las relaciones exteriores que terminan afectando entre otras cuestiones, al comercio externo.

Pese a que ya estamos transitando el siglo XXI, las exportaciones argentinas siguen siendo en su mayor parte de la agroindustria.

Actualmente el gobierno de los Milei repleto de prejuicios de toda índole en especial con el Oriente (contra la Federación de Rusia, China y el mundo Islámico), producto a la sujeción a una ideología muy bien identificada con un posicionamiento geopolítico, limita aún más las posibilidades de ampliar el marco de posibilidades para conquistar y extender nuevos mercados e intercambiar nuevos productos. 

En esto el gobierno argentino, que gusta de proclamarse “libertario” muestra un gran conservadurismo ya que se aferra a seguir manteniendo las draconianas relaciones con el G-7 que en última instancia es controlada por EEUU. Incluso, estos prejuicios que rayan con lo personal, han puesto en cierta crisis las relaciones con uno de sus socios regionales como lo es Brasil.

La falta de impulso por acceder a los novedosos mercados asiáticos y euroasiáticos es una deuda que hoy se ve potenciada por los prejuicios de un gobierno que por sus transitorias y cambiantes lealtades geopolíticas, no reconoce fenómenos en crecimiento como los BRICS+ (en el cual Brasil es uno de sus pilares) o instancias como son el Foro Económico Oriental de Vladivostok y la Organización de Cooperación de Shanghai. Pero el comercio debería trascender esto, mucho más cuando es el desarrollo económico el objetivo para el crecimiento interno.

Actualmente un país sumido en la recesión y un limitado mercado de intercambio de productos con el exterior, necesita salir e ir más allá de un magro Mercosur, los archi condicionados intercambios con la UE, sus tímidos intercambios con la república Popular de China y con Indonesia, este último en tratativas para el ingreso a los BRICS+. Los comerciantes y productores argentinos deberían saber que hay vida más allá del Mediterráneo con muchas expectativas de entablar nuevas relaciones, rutas y mercados para entrar.

Si en realidad el actual gobierno argentino llegó para dar aires de libertad en las relaciones entre los particulares y ello involucra a los comerciantes, no debiera haber trabas o sesgos geopolíticos si se buscan explorar nuevas rutas comerciales (aéreas, marítimas y terrestres) en la profundidad de Asia, el sur del Cáucaso, el Asia-Pacífico y el Ártico. Los desafíos que ello conlleva harán necesario agudizar la inventiva, diversificar los productos a ofrecer, adiestrar mano de obra especializada y el desarrollo de flotas mercantes más modernas para llegar a más allá del atlántico sur.

Ello incentivará la competencia entre particulares y a su vez abrirá nuevas rutas comerciales para la nación pudiendo de esa manera dar vuelta el tan trillado argumento de la lejanía y poca competitividad poniendo a la Argentina en el mapa del comercio global.

El desarrollo interior y con eso me refiero a, estudio intensivo y trabajo duro para construir una nueva infraestructura competitiva, son parte de la mejor política que el estado debería fomentar para que al mismo tiempo, los particulares puedan desarrollar sus emprendimientos de comercio exterior. Obviamente que deberá optimizarse la administración eliminando la ineficiencia y la corrupción, con la ineludible necesidad de una legislación laboral razonable y pro-activa para permitir el trabajo sin los gazapos y los abusos sindicales a los que durante los últimos cuarenta años y en particular los últimos veinte, se acostumbro el trabajo argentino.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario