“ROMPIENDO RELATOS”
La reconfiguración de la geopolítica global y
regional también estaría obligando a cambiar las prioridades y los objetivos de
Israel. Para ello debe sacrificar algunos de sus peones ¿Por qué no conviene
seguir hostigando a la república Islámica de Irán?
Por Charles
H. Slim
Apenas unos días atrás, el diario “The New York
Times”, la caja de resonancia de las operaciones gubernamentales de Washington
y Tel Aviv publicó un informe avalado por el Mossad que simplemente saco de un
certero golpe en el culo la trillada y falsa acusación que ciertos sectores
argentinos sostenían contra Irán sobre su autoría en los atentados en Buenos
Aires en 1992 y 1994. Ahora Israel busca hacer creer que habría sido una célula
libanesa. Pero cuidado, esto no significa que el nuevo argumento que plantean
sea real o la verdad revelada. Para no caer en el engaño al que Israel y sus
cómplices han hecho una expertise, atienda a las circunstancias que rodean este
anuncio y recién allí usted saque una conclusión.
Este repentino cambio
responde a una muy compleja dinámica geopolítica internacional que obligaría a
Tel Aviv a moderarse en sus objetivos regionales en el mundo árabe islámico
principalmente como son, desestabilizar a Siria y a Irán ambos, socios de Rusia.
El principal motivo que
mueve a Israel a maniobrar con estos cambios es sin dudas la severa crisis de credibilidad
de los EEUU en la región.
La clave de esto se
ubicaría en la fracasada gestión de la administración de Joe Biden que quedo
patente en su última gira por el Oriente Medio donde (pese a la propaganda
atlantista) no logró convencer a los árabes para que confíen en Washington. Tal
vez el principal fracaso fue con los sauditas quienes le dejaron bien claro que
no solo seguirán negociando con Rusia sino que incluso podrían llegar a formar
parte de un BRICS ampliado.
Para los
neoconservadores y los sionistas en Washington esto es un desastre que obliga a
maniobrar bruscamente para hacer un control de daños y reorganizarse. Los
sauditas han sido durante décadas la puerta trasera de EEUU (y de Israel)
dentro del mundo árabe y como tal, los necesitan para lanzarse sobre Irán.
Pero estas
desavenencias que se suman a las fregadas negociaciones por el desarrollo
nuclear iraní están perturbando las relaciones de Tel Aviv con los gobernantes emiratíes
quienes ya están bastante cuestionados por los ciudadanos árabes de a pie
quienes no han olvidado la situación de los palestinos y no están dispuestos a
que eso cambie.
Para Israel, que tiene
armas nucleares, no debe haber ningún país árabe e islámico con esa misma
capacidad. Irán además de buscar progresos en el campo nuclear apoya la causa
palestina y al eje de la resistencia árabe islámica en especial al Hesbolah
libanés, argumentos suficientes para intentar desacreditar a Teherán por todos
los medios posibles.
No hay que olvidar cuándo,
cómo y cuáles fueron las circunstancias en las que se iniciaron las
negociaciones entre Washington y Teherán. A mediados del 2015 en momentos que
el “Daesh” (un embuste de la CIA, MIT, Mutkhabarat saudí, y ex oficiales del Baath)
mantenía ocupado el noroeste de Iraq, Obama ordenó mediante un memorando
levantar las sanciones a Teherán algo que más allá de revolver el estómago a
los lobbies sionistas y a los israelíes con Netanyahu a la cabeza, hacía
imperioso para los intereses norteamericanos ¿Razones reales? El ejército
iraquí simplemente huía y los títeres en Bagdad reclamaban protección (que los
mismos norteamericanos no les podían dar) y Teherán estaba listo para dársela.
Washington se vio en el dilema de sacrificar su jugada con el “Daesh” (plantado
para destruir a Siria) o evitar que Irán controlara totalmente a Iraq y fue de
ese modo que los iraníes negociaron con el grupo de los 5 el final de las
sanciones.
En aquel marco y pese
al escándalo de Netanyahu en el Congreso estadounidense (donde acusó a Irán de
los atentados en Buenos Aires), Israel condicionado por la realidad imperante y
sin el aval de La Casa Blanca tuvo que frenar en seco -al menos
momentáneamente- todas sus operaciones (militares y de inteligencia) contra
Irán por lo cual, no se debía molestar a Teherán por nada del mundo.
La llegada y el
interregno de la administración Trump permitió a Israel retomar sus acciones,
como los asesinatos contra científicos y académicos del campo nuclear. Pese a
ello, los iraníes han logrado desbaratar varios falsos ataques en el Golfo
Pérsico (a los tanqueros en junio de 2019) y atentados planificados por el
Mossad (últimamente en Isfahán) e incluso eliminado a varios de sus agentes en
el Kurdistán iraquí.
Irán se ha vuelto un
hueso muy duro de roer y pese a los millones de dólares que los sionistas invierten
en propaganda (para instalar la idea de un problema global) y operaciones
sucias para desestabilizarlo, no han tenido los resultados esperados. Ahora en
medio de las circunstancias de una guerra en Ucrania que Rusia está ganando sin
discusiones, pese a las sanciones y obstáculos que occidente ha implementado,
Irán con experiencia en sufrir desde 1979 estas políticas extorsivas, hoy se
halla a la par de Rusia y China concertando políticas de desarrollo y
cooperación que ratifican el fracaso de EEUU y sus aliados europeos.
En este marco, el
tablero para Israel es muy desfavorable. Les guste o no, Irán se ha vuelto un
actor harto influyente en la geopolítica regional y Tel Aviv no puede ignóralo.
A pesar de intentar expulsar su influencia de Siria y de la colaboración que
recibe de los kurdos para esos propósitos, el Mossad ha recibido varios golpes
mortales que han retrasado sus operaciones. Con ello, seguir hostigándolo
cuando la situación del protector de Israel (EEUU) es cuando menos poco estable
en la región y sumado al crecimiento de la inestabilidad interna por las
arbitrariedades y las violaciones a los derechos humanos contra la población
palestina, lleva a sin dudas a recortar frentes como el argentino, donde se
usan los atentados como ariete en la guerra psicológica contra Irán como chivo
expiatorio para no tocar a otros sospechosos. Incluso sería muy factible que con
la intermediación de Washington ambas partes hayan negociado una tregua.
En este marco, la
divulgación de un informe del Mossad en un medio tan insigne norteamericano
(que lo contradice de forma irremediable), negando la implicancia iraní en los
atentados en Buenos Aires (para endilgársela a una facción libanesa) echa por
tierra con la estrategia del engaño con la que Tel Aviv había venido tratando
el caso y apoyando desde su embajada en Buenos Aires maniobras como la inflada detención
de los tripulantes iraníes del avión de “Mahan Air”. Pero también deja en el
aire todo el relato que el sionismo argentino ha estado fabricando con paciencia
desde 2002 y perfeccionada en 2006 cuando la misma agencia israelí y la CIA
mediante un informe entregado al fiscal Nisman (quien tenía indiscretas conexiones
con estas agencias de inteligencia), se afirmaba categóricamente que Irán era
“el autor” de ambos atentados. Con esta revelación solo habría que preguntar
¿Qué ha motivado este escandaloso giro?, ¿Queda irrita lo decidido por la
Corte? y ¿Cómo quedan los partidarios pro-Israel argentinos ante semejante
desarticulación argumentativa?