lunes, 8 de abril de 2019


EN LA MIRA      



“¿Y LA POLITICA DE LA PREVENCIÓN?”

Crisis política, económica y financiera es una realidad omnipresente en la Argentina y ello a su vez profundiza la referente a la del área de la defensa. El estado argentino no puede continuar con esta incertidumbre ¿Existe una política de prevención para contenerla?




Por Charles H. Slim
 Quedarse quieto en el mundo actual puede significar la eliminación, así de simple. Esto en referencia a las políticas de estado de los países ante una cada vez más agresiva e invasiva política occidental (entendiendo a tal como EEUU y la Europa occidental) por tratar de ganar más espacio dentro de los negocios de la energía con agresivo y especial interés en Oriente. El puño de hierro de Washington ya no está enfundado en un guante florido; por el contrario, se halla desnudo y quienes se ven amenazados por éste no se deben quedar simplemente observando.  

Por supuesto que una política preventiva, representa la elaboración de una concienzuda planificación de estado y por ello tiene una capital importancia ya que de aquella dependerá la supervivencia del estado como tal y la independencia política, económica y comercial de todos sus habitantes. Para ello debe haber una fuerte y sostenida inversión que se dirija al desarrollo de una educación (no confundir con elevar los salarios de un sector docente parasitario e ineficiente) acorde a los cambiantes desafíos tecnológicos y el avance la Inteligencia Artificial como paradigma de ello, hace que deban repensarse las áreas estratégicas y sensibles del estado. Lamentablemente ello es algo que en Argentina aún no se toma conciencia y por ello es que el país como ente político dentro del concierto regional y global, pende de un hilo ya que su soberanía actualmente solo es una cascara de papel mache pintada y nada más.

En este sentido los gobernantes y la casta política argentina (en su amplio espectro y sin diferenciar posiciones) no han asumido la responsabilidad de hacer política para crear un estado sólido y solo se avocan (por claros intereses sectoriales) a temas locales que en vez de buscar soluciones desde el origen y con una visión integral nacional se hallan más interesados en crear un caos e inorganicidad en un estado cada vez más  grande e inútil. En este sentido, la inviabilidad del actual estado que solo sirve para dar puestos de trabajos a familiares, amigos y partidarios del gobierno de turno hace que deba optarse por terminar con esta dinámica viciosa que consume recursos económicos (propios y prestados) para pagar abultados salarios de burócratas inservibles y sus empleados que ocupan secretarias no funcionales y con objetivos irreconocibles.

Ello ha sido (en parte) uno de los factores que ha llevado al deterioro actual de la situación de las Fuerzas Armadas y al postergamiento in eternum de las carencias materiales destinadas al área de la defensa. Un ejemplo de ello puede ilustrar la situación. Mientras el ejército argentino sigue utilizando tácticas convencionales  de combate,  tanques de más de treinta años de antigüedad y equipos de comunicaciones de origen británico (del enemigo), el mundo bélico actual demuestra con crudeza como una pequeña célula de mercenarios bien pagados, entrenados y pertrechados con equipos de miras “Takion” y misiles anti carro de última generación (TOW), pueden barrer en solo unos minutos con toda la fuerza mecanizada argentina. Pero para los políticos que descansan sus ampulosos traseros en sus despachos de la Casa Rosada y el Congreso, eso no sucederá nunca…hasta que suceda.
Marines y personal israelí en Buenos Aires

La defensa fue, sigue y seguirá siendo un factor trascendental para estabilidad y la supervivencia del estado nación que se precie de serlo y no un gasto superfluo e innecesario como plantean los sectores que se pretenden calificarse como “progresistas” (sin entenderse aún que significa dicho término) y una izquierda cada vez más alejada de la realidad. La garra imperialista siempre estuvo allí solo que estaba cubierta con un hermoso guante de seda que no es ni más ni menos que la política de persuasión mediante la diplomacia y la propaganda masiva de los medios de los países centrales.  No caben dudas de que ignorar esto ha traído consecuencias nefastas para los países que como Argentina, se han convertido en meras entelequias administrativas y financieras de negocios foráneos tanto legales como ilegales.

Con ésta situación, los ciudadanos argentinos de a pie no tienen chance de un cambio real para su país, salvo que decidan sacudirse de esta realidad o acepten ser parte, una pieza más en el juego geopolítico y estratégico de norteamericanos y británicos. Los primeros pasos ya se han dado y no quedan dudas de que continuaran avanzando hasta que no queden dudas de cuál es el papel de Argentina en éste rediseño de la geoestrategia global. El gobierno de Cambiemos ha ampliado en forma escandalosa la “cooperación” con el Departamento de Estado norteamericano y con el Foreign Office británico quienes a su vez garantizan la continuidad de este proceso de cooptación política e institucional que, bajo la excusa del combate al narcotráfico y el terrorismo, operan dentro del territorio precisamente desde donde se asienta la estructura de seguridad y la defensa. 
Solamente con el apoyo de estos sectores y de aliados como Israel (quien provee –entre otras- una amplia cooperación en el campo de la inteligencia cibernética en las comunicaciones  y de alianzas internas–siendo el caso D´Alessio y Barreiro elementos de aquello-), un gobierno tan impopular y con señeras facetas de anacionalidad puede quedarse un tiempo más en el poder.

Las actuales y complejas circunstancias económico-financieras del país (esposado al FMI), condicionan seriamente esto y lo peor de todo que las opciones en vista (representadas por el posible regreso de un falso nacionalismo de la mano del Kirchnerismo) son tan malas como la actual administración. Incluso téngase por seguro, que ni la llegada de la misma Cristina Fernández al poder hará que se desmantele la actual e incipiente infraestructura de inteligencia y de doctrina militar importada de regímenes tan oprobiosos; sin dudas, todo seguirá marchando silenciosamente y al amparo de discursos vacíos.

En este mismo sentido hay que señalar que pese a los graves problemas y amenazas que afronta Argentina en materia de control de espacios marítimos y continentales vitales para su desarrollo económico, político y comercial, hay en el actual gobierno un gran interés de que ello no se note o a lo menos, no tomen una entidad relevante, haciendo de la situación creada por las actividades británicas en el Atlántico sur con la cooperación de Chile, un tema deliberadamente ignorado en los asuntos del día del Ministerio de Defensa y su cancillería.

Que no queden dudas de que el asunto del hundimiento del submarino “ARA San Juan” (sometido a un estricto proceso de encubrimiento sobre las pesquisas de sus miles de fotografías sacadas por el buque oceanográfico de capitales británicos) es parte de todo ello aunque, por lo que han sugerido algunas fuentes, que el mismo gobierno argentino habría sido el principal responsable por haber encomendado una misión rodeadas de estos riesgos con un mero interés privado (exploración de una zona de posible prospección de petróleo para inversiones)  ajena a la seguridad nacional.  

Con lo cual se puede advertir que no existe en danza, ningún tipo de política de poner en marcha una planificación estratégica en materia de defensa y seguridad propia que exponga el interés y el compromiso por desarrollar una política de prevención en el área de la defensa, dejando en evidencia una vez más,  la continuidad en el estado de inercia y deterioro para el desarrollo de una estructura nueva y moderna para la estructuración de una defensa nacional a la altura de las amenazas actuales, que en éste caso y de ponerse en marcho hoy mismo, recién podría comenzar a dar frutos en quince años o más.

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