viernes, 27 de septiembre de 2019



CAMBIOS GEOPOLÍTICOS
Argentina está pasando por grandes cambios internos que auguran el regreso del rancio izquierdismo setentista ¿Influirá de algún modo en la geopolítica regional?

Por Javier B. Dal
Quienes en Argentina vienen hablando de la “grieta” no parecen equivocarse en su percepción pero tal vez no han sido demasiado precisos al momento de describir en cuantos pedazos fragmenta aquella al país. Y es que, según se puede advertir hay un sector que no quiere saber más nada con el Macrismo, otros que detestan a los Kirchneristas y otros que no quiere a ninguno de estos sectores. La crisis es severa y la polarización crece día con día.

Tras la ponencia del presidente Mauricio Macri ante la Asamblea de Naciones Unidas el martes 24 de septiembre pasado, a la vista de la situación en su país, a los presentes les quedo mucho menos claro cuál puede ser el rumbo que puede tomar su país después de las elecciones de octubre.

Las circunstancias en las que se daba esta presentación ante el foro no podían ser peores. Mientras Macri y su comitiva llegaban a New York, en Buenos Aires las protestas que bloqueaban las calles de Buenos Aires, la inflación que está superando todos los techos previsibles y la agitación cambiaria por el temor a una disparada del dólar, pintaba un escenario muy difícil de disimular ante el mundo. Sumado a esto, las reticencias del FMI por desembolsar los 5.400 millones de dólares para poder estabilizar las cuentas con sus acreedores, pone al país en un borde muy peligroso para la estabilidad socio-económico-financiera.

Su ponencia fue más un llamado de auxilio que otra cosa. Tratando de dar sustento a un supuesto logro en su política exterior estrechamente vinculada a los intereses políticos del Departamento de Estado norteamericano y de otros países aliados, Macri intento validar su gobierno como un actor preponderante para su particular visión de multilateralismo en política exterior. Una vez más, aposto por tratar de mostrar una importancia política que no tiene. Subiéndose una vez más al discurso anti-Maduro y anti-iraní, clamo veladamente a sus benefactores (Washington y Tel Aviv) por un salvavidas para su fracasada gestión.

Pero el mundo y en particular EEUU e Israel tienen sus propios problemas para atender. Y es que con dilemas mucho más complejos y vinculados a disputas de intereses políticos regionales e internos, los estadounidenses y sus aliados israelíes tienen demasiado de que ocuparse para voltear a ver las mismas y acostumbradas incoherencias de un país que pareciera marchar sobre una cinta rodante en reversa. Donald Trump se está viendo arrinconado por el escandaloso asunto “Biden-Ucrania” que por estas horas alimenta los argumentos de los demócratas para impulsar en su contra el Impeachment y por otra parte Netanyahu pese a sus ventajas electorales está sumergiendo al estado judío en una peligrosa espiral de violencia que puede llevar a que se cumplan los vaticinios de Henry Kissinger.

Macri solo es un funcionario pasajero y en lo que respecta a los convenios y acuerdos de seguridad que Buenos Aires firmo con ambos estados, no hay vuelta atrás y no hay posibilidades de que otro gobierno de orientación contraria –aún Kirchnerista- se atreva a desconocerlos. En este sentido tanto Cristina Fernández como Alberto Fernández no son los revolucionarios que pretenden hacer creer y saben bien donde les aprieta el zapato y es por ello, que cerraran la boca y harán lo que Washington decida. En lo referente a la propuesta económica de Alberto Fernández de implementar una “solución a la uruguaya” parece tener más un fin efectista que una posible concreción en la realidad.

Ambas partes han demostrado desconocer sus propias promesas y es por ello que hay mucha incertidumbre. Lo único que puede reconocérsele a Macri es que al menos es coherente con su ideología anglófila y filosionista mientras que sus opositores, más allá de sus estridentes discursos, en realidad carecen de cualquier ideología.

A diferencia de Argentina, sus vecinos se hallan por lejos en una situación socio-económica mucho más estable. Brasil con Bolsonaro pese a su controvertida personalidad, el país no para de crecer; Chile con sus limitaciones territoriales tiene una economía saneada y en expansión que sigue tejiendo sus relaciones geoestratégicas con Gran Bretaña y EEUU; Uruguay con su estabilidad socio económica se ha convertido en uno de los destinos para los argentinos que comienzan a abandonar el país ante el posible regreso del “Peronismo K” y Perú pese a su agitado pasado marcado por el terrorismo senderista y la corrupción política, es un ejemplo de estabilidad económica y política.

En lo estrictamente regional, la participación de Argentina en el “Grupo de Lima” como foro de agitación política y aplicación de sanciones (respaldada por Washington) contra Venezuela, está en dudas de continuar.  A la par de ello, mientras Macri hablaba de Venezuela ante el foro, el presidente venezolano Nicolás Maduro llegaba a Moscú para entrevistarse con el premier ruso Vladimir Putin demostrando que Caracas tiene una agenda política comprometida y definida para el futuro. Ambas partes acordaron una ayuda mutua de cooperación entre ambos países.  

Por el contrario, la Argentina aún no tiene una agenda geopolítica determinada y menos aún, propia.

La mencionada “inserción inteligente” del presidente argentino al mundo claramente no fue tal. Macri solo reedito la política de relaciones carnales con Washington y las hizo extensivas a Tel Aviv llevando en éste último caso a profundizar la colaboración (bajo los argumentos de los atentados de 1992 y 1994) por consolidar los intereses geopolíticos de Israel en Medio Oriente como en el Cono Sur. A la ya presencia e injerencia en el área de inteligencia (monitoreando ilegalmente las redes sociales), Tel Aviv desde su asunción ha remitido asesores militares y personal civil que operan en la región. La prueba de esto está en las lanchas israelíes “Shaldag” con sus respectivas tripulaciones que deambulan por las aguas de los Ríos Paraná, Paraguay de la Plata y las tropas estadounidenses que se mueven libremente por el país.

Otra es el encubrimiento gubernamental sobre las implicancias en el hundimiento del submarino “ARA San Juan” en 2017 que en algún momento, si Macri abandona el gobierno debiera ser motivo de investigaciones independientes con seguras consecuencias para los funcionarios políticos y militares participes en esto. Y hay que aclarar que “debiera” por el hecho de que el posible regreso de un gobierno integrado por el Kirchnerismo es dudoso que se avoquen a realizar alguna investigación de este tipo.

El actual papel de la Argentina en el concierto internacional y en particular en la región es bastante incierto. Más allá de las declamaciones de Mauricio Macri sobre la situación política interna de Venezuela, su gobierno y el país que representa no puede condicionar ni mucho menos intimar a otros estados a cumplir ley alguna si no tiene con qué para respaldar sus palabras. 
En éste último sentido, su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas sigue siendo tan vacío como intrascendente para Londres.

Lo cierto es que la posible salida de Macri del poder, en teoría, llevara a que Argentina se reincorpore al club de los países “no alineados a Washington” pero en condiciones altamente desfavorables y en circunstancias muy complicadas para que puedan reeditarse las posturas ampulosas y seudo-revolucionarias de Cristina Fernández y el motivo de ello es porque no hay dinero. Como sea, ello creara, aunque se trate de disimular o incluso nada gravitante, un giro geopolítico en la región.

sábado, 21 de septiembre de 2019



“GEOPOLITICA
Y  DERECHOS HUMANOS”
Medio o el fin de la geopolítica actual ¿O más bien la excusa para concretar otros fines?


Por Charles H. Slim
El mundo debió pasar por dos grandes guerras mundiales para caer en cuentas de que el valor de la vida humana no tiene precio. Incluso no hay que olvidar que quienes fueron participes en aquellas bestiales contiendas, eran vecinos ancestrales (Europa) y otros como los estadounidenses y los japoneses, actores foráneos que por un motivo u otro se enroscaron en la lucha. Pero si debemos señalar un motivo en especial de ambos para sacrificar a miles de sus compatriotas fue sin dudas, el acaparamiento de recursos y la expansión política.

Las cuentas pendientes y las rencillas de la primera guerra se cobraron con creces y un salvajismo nunca visto. Algo había que hacer para cuando se silenciaran las armas y en ese sentido se esbozaron las primeras ideas sobre una regulación universal entre los estados.

En 1941 ya se estaba tratando la creación de un organismo internacional (Tratativas en el Palacio St. James y la Carta del Atlántico) que en base a la colaboración voluntaria viniera a regular las relaciones entre los estados y fue así que el 1° de enero de 1942 a instancias de 26 representantes de sus respectivos países se produce la “Declaración de Naciones Unidas”. Inmediatamente de finalizada la segunda guerra el 26 de junio de 1945 cincuenta estados nacionales se adhieren y firman la Carta Orgánica de Naciones Unidas.

Pero, pese a los documentos vigentes, los debates y los principios que la misma Carta enuncia, la guerra como acto de agresión y los crímenes que de aquella se producen, no se detuvieron. Por el contrario, se diversificaron y complejizaron a los fines de que no parezcan una guerra y así los responsables, escaparan de las amonestaciones de éste nuevo organismo. Para ello se manipularon los términos y se construyó una justificación para cada situación; de ese modo, comenzaríamos a escuchar nuevas elaboraciones de términos como “intervención humanitaria”, “guerra justa”, “guerra preventiva”, “lucha contra el terror” y una subsecuente catarata de otros términos tendientes a engañar y convencer a la opinión global.
niño palestino Hadan Shelby asesinado por la FDI

A partir de ese mismo instante comenzaron a verse las primeras excepciones, raleos en el abordaje de los hechos, los sesgados entendimientos de las regulaciones de la Carta y pese a que se trató imponer su cumplimiento en forma uniforme, franca y equilibrada, las influencias y las manipulaciones de algunos actores se impusieron llevando a que, tras varios episodios infames de la historia contemporánea, llegue al día de hoy una organización con muy poca credibilidad a nivel global.

Se harían evidentes pero silenciados al mismo tiempo, la impertinente influencia de algunos actores que –inequitativamente- los colocaba por encima de los demás miembros. Pese a que cada miembro de la organización está sometido en igualdad a la Carta Orgánica, “algunos son más iguales que otros”. Así veríamos como poco a poco la impunidad se encaramaba en beneficio de algunos miembros.

Estos desequilibrios pudieron verse ante conflictos regionales que estallaron a la sombra de la “Guerra fría” (EEUU y el mundo Libre y la URSS). Desde ese momento la Organización fue rehén de los teje y maneje geopolíticos de ambas superpotencias y en algunos casos, de algunos de sus satélites. Y como suele decirse, el hilo terminaría cortándose por lo más delgado haciendo que el papel de la organización ante acciones cruentas contra la población civil de países del Tercer Mundo pasaran a la anécdota y la estadística sin que se procesaran con la firmeza y determinación que se requería, las responsabilidades de los implicados.

Es cierto que hasta el momento no ha habido una tercera guerra a escala mundial pero, si reuniéramos los desastres y las calamidades que algunos conflictos regionales han causado desde la creación de Naciones Unidas  y los que se siguen causando en la humanidad, aquello no tiene ninguna importancia.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en el ámbito de Naciones Unidas en 1948 contempla con claridad meridiana en su Preámbulo Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; dejando así en claro que su alcance es de carácter universal sin restricciones o excepciones odiosas.

Aunque pareciera clara la letra de la ley, el espíritu de la misma –a la luz de varios casos- no revela el mismo alcance, claro, desde el entendimiento de sus transitorios intérpretes y ejecutores decididamente influenciados por intereses de algunos de los actores involucrados. La crisis palestina desatada a la luz de la violenta instauración del estado de Israel en 1948 fue el más emblemático y contemporáneo al surgimiento de la organización internacional. Incluso, es una cuestión que aún no ha sido resuelta y actualmente transita por gravísimas instancias. Las aberraciones vistas en aquel discutido acontecimiento fueron tan graves que incluso, tras la intervención de Naciones Unidas le costaría la vida a uno de sus representantes.

¿Pero que se hizo para reprender estos episodios de violencia con fines intimidatorios? Nada. Y los años fueron pasando y con ellos las décadas. La guerra de Corea en los cincuentas, Vietnam y las masacres en el Medio Oriente; las represiones brutales en Europa del Este; las revoluciones y los golpes de estado en América Latina; el terrorismo de organizaciones no estatales y el practicado (clandestinamente) por estados nación y organizaciones para-estatales como un arma más en sus arsenales, han sido eventos impulsados o desatados –en su mayor parte- por la injerencia y/o participación de los centros de poder político y financiero occidentales como eran EEUU, Bruselas y Londres.
chechenos arrastrados por vehículos rusos

En todo ello, se fue viendo como las empresas y las organizaciones privadas (bajo las pantallas de ONG) y a la par de los estados, fueron tomando un papel importante en sus incumbencias en países sumidos en el caos, con particular injerencia a los aspectos económicos hasta tal punto que se fueron volviendo imprescindibles para concretar planes y acciones de los gobiernos intervinientes.

Igualmente no hay que dejar de mencionar la anexión y las arbitrariedades de China en el Tibet que desde 1950 violan la soberanía política de un estado independiente, como así también los actos gubernamentales de Pekín contra las minorías musulmanas.

Tras (aunque no expuesto expresamente para no incomodar a Washington) las consecuencias de la guerra del golfo en 1991, el genocidio en Ruanda (1994), la guerra civil en los Balcanes (1991-1995) y las atrocidades rusas en Chechenia (1994-1999) a instancias de la Conferencia de Roma y por medio del Estatuto de Roma se decidió en 1998 el establecimiento de la Corte Penal Internacional en 1998 que como órgano judicial internacional entraría en vigor el 1° de julio de 2002 a cargo del abordaje, investigación y procesamiento de crímenes de guerra, genocidio, de agresión  y lesa humanidad cometidos por personas físicas de los estados implicados en cualquiera de estos actos.

La aparición de este órgano, independiente de Naciones Unidas (no confundir con la Corte Internacional de Justicia), trajo grandes preocupaciones y consternación a las elites políticas de los países que estaban y siguen estando profundamente involucrados en varias de las conductas tipificadas en el estatuto, especialmente a los más influyentes. 
Aunque la aplicación del estatuto rige desde su firma y no es retroactivo a hechos ocurrido antes de su establecimiento, existen casos que pueden llegar a escapar a este principio y es que, si lo vemos desde un punto de vista del sentido común y de justicia natural, el principio de justicia con alcance universal es tan o quizá más valioso que aquel otro principio.
policias israelies llevándose a una niña palestina

Más allá de que solamente se persiguen a personas físicas que han sido acusadas de perpetrar actos que encuadran en las figuras del estatuto, los estados más comprometidos llevaron adelante varias gestiones diplomáticas extra oficiales para eludir su involucramiento e incluso, rechazar abiertamente la vigencia y la competencia de dicha Corte en sus respectivos países e incluso, para que sus funcionarios no sean requeridos en países que adhieren a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.

EEUU fue el principal preocupado por esto. En un primer momento Washington en 1998 bajo la administración de Bill Clinton jugo con la consigna de los “Derechos Humanos” como un elemento geopolítico para señalar lo que estaba pasando en otros países y así justificar una intromisión en sus políticas internas. Fue en ese sentido que rubrico la firma del Tratado que creo la CPI. Pero en el año 2000 con la llegada de la administración republicada de Bush-Cheney el acuerdo no se ratificó y de esa manera, ya se vislumbraban los motivos para no hacerlo. El paso de los años, demostró que la negación de jurisdicción de la Corte, era para cubrir situaciones que pronto iban a ocurrir (por que ya estaban planificadas en el PNAC) y que involucraría a sus funcionarios y agentes en incontables crímenes de agresión, lesa humanidad y de guerra en Iraq, Afganistán y Yemen.

De haberse ratificado el tratado los principales requeridos por aquellos crímenes habrían sido el mismo presidente George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y un largo listado de funcionarios políticos, de inteligencia (CIA, NSA, DIA etc) civiles  y militares involucrados en incontables hechos criminales (en los que se involucran delitos tales como la privación de la libertad, torturas, abusos y ejecuciones)  no solo en los países aquí nombrados sino también, alrededor del globo (con los vuelos de la CIA y sus cárceles secretas) y también dentro de los EEUU. En este sentido ha habido presentaciones judiciales contra los mandatarios estadounidenses, pero que han sido malogradas como consta en Saleh vs Bush de 2014.

Israel es otro de los grandes opositores a la competencia de la Corte y las razones son harto evidentes. Tras las denuncias bien documentadas presentadas por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Tel Aviv mediante argumentos bastante febles ha negado en forma enfática y continua la jurisdicción de la CPI.  Incluso, para tratar de huir de las prosecuciones contra sus funcionarios ha contado con el velado apoyo de gobiernos y también de réprobos funcionarios de la misma Corte que como el ex fiscal argentino Luís Moreno Ocampo en algún momento dejo tranquilos a los funcionarios israelíes al asegurarles tras bambalinas,  que “los palestinos no tendrían un caso sólido contra Israel”.

Justamente, éste fiscal sospechado por actividades contrarias a sus funciones, fue definitivamente apartado de la CPI tras comprobarse que tenía vínculos con el lavado de activos en el caso de los “Panamá Papers”. También es tristemente recordado por su detestable actuación en el asunto de los crímenes en Libia tras la vergonzosa invasión de la OTAN de 2011 dejando en evidencia en aquellos momentos, su falta de transparencia e imparcialidad para abordar todos los casos de violaciones a los derechos humanos que se presentaban.

En el caso palestino, desde hace años que los palestinos y medios independientes vienen poniendo en evidencia los crímenes que el estado de Israel comete contra su pueblo

Apoyado desde décadas por EEUU, el estado judío es responsable de un número no precisado de crímenes individuales como colectivos –sin contar los realizados en otros países- contra la población árabe palestina que van desde las detenciones administrativas sin importar la edad, sexo o condición de los detenidos, las usurpaciones de territorios y propiedades hasta las golpizas y el asesinato de palestinos a manos de las FDI, de colonos ultraderechistas y “escuadrones de contraterrorismo”. Hay también en el haber del estado judío, acusaciones sobre una serie de hechos gravísimos que implican entre otras cuestiones el tráfico y comercio ilícito de órganos de jóvenes y niños palestinos que incluso, además de la repulsa internacional ha sido motivo de denuncias e investigaciones periodísticas dentro de Israel.

martes, 17 de septiembre de 2019



“BIBI´S INDISCRESSIONS”
Israel will take over the spy scandal mounted by its services against the president and all his officials in Washington. What will be the consequences?


By Charles H. Slim
When someone says that he or she is my friend or that or that entity is a friend of us, we should diligently corroborate that those whom we believe friends also consider us in the same way. This comes to mind the historical and clumsy relationship between the US and Zionism in stages before and after the establishment of the state of Israel in Palestine. Although the state of the Union since the installation of Israel in 1948 has put all it predisposition to sustain the Zionist state politically, economically and militarily, the rulers of the latter have repeatedly stabbed him in the back.

Despite this dishonest behavior, the political elite in Washington have repeatedly condoned these procedures. When a few days ago it was made public that the secret service and the Department of Homeland Security detected the installation of sophisticated devices for intercepting and listening to cell phones and the Internet in the immediate vicinity of no less than the White House and other key buildings in Washington, he said. Tel Aviv' s perfidious policy of spying on his own benefactors.

The sources revealed that this would not be the only episode incurred within the Trump administration, whereby discussions and movements within the US intelligence community will be heard shortly in the Oval Hall and Congress.

But history records worse actions carried out by Israel against the US itself. The attack on the “USS-Liberty” in waters in front of the Sinai Peninsula during the six-day war (1967) that killed 34 US Navy sailors, theft of sensitive defense information taking advantage of the position of a Jew-israeli within the structure of the Navy (Subject Jonathan Pollard) and the still never explained participation of Israeli elements at times when the Twin Towers collapsed on the morning of September 11, 2001, have put into discussion the trust that can or it must be granted to a state that operates in such a way.

Even in these last hours, the attack with propeller-powered drones - which were mysteriously not detected by the most sophisticated defense systems- on the oil facilities of “Abqaiq” and “Khurais”, the main ones of the Saudi kingdom, have awakened many suspicions about the real origin and intentions of the attackers. There are strong arguments that indicate the attempt to provoke the United States to execute a response against Iran for its support of the Yemeni resistance. In keeping with this, the statement of Secretary of State Mike Pompeo saying "Iran did it" does not cause any surprise.

Another argument is the disastrous Saudi campaign in Yemen that would have led, at the request of the generals, the crown prince to consider an immediate withdrawal and ceasefire, something bad for Israel.

But we also must not lose sight of the pre-election atmosphere in Israel where the Zionist ultra-right led by Netanyahu and supported by a good part of the Israelis, intends to stay another period in power. That is why a regional war would be ideal for the "Bibi" plans, which must be said, after his visit to Moscow he was harshly reprimanded by Vladimir Putin for the intentions of Tel Aviv for carrying out an "ethnic cleansing" against the Palestinian population.

It is known that Israel, at the expense of the money it obtains from the contributions of the diaspora in the US and the fabulous arms business, has developed a prolific and sophisticated technology industry that ventures among other fields within nanotechnology, software for cyber espionage and development of equipment based on Artificial Intelligence specially oriented to the use of intrusion in communications and weaponry.

As I can see an anonymous source from the US administration, the devices detected are called "StingRays" and despite their tiny size, they have the ability to simulate -in their functions- to be cell phone reception towers, deceiving the devices to deliver their identities, geographic location and extract from them all the files about calls, text and photographs they own. In short, it is about engineering for the violation of freedom and privacy in the palm of your hand.

The degree of professionalism and sophistication in the assembly of these devices speak of a very expensive operation that not any country could mount. The suspicions were reduced to a select few among whom the Chinese came to think. But without a doubt, it was the finding of the same devices that ended up betraying the origin of espionage.

In Argentina (if something similar had happened) the statement of such a situation would have been silenced long before it left the office of the head of the “Federal Intelligence Agency” AFI (ex SIDE) given that politicians and local media, in addition to being obsequent to politics from Israel, they would be fearful of the ridiculous accusations of anti-Semitism or "judeophobia" (a new term that Zionist NGO activists claiming to "defend human rights" try to equate to Islamophobia) that the DAIA would have thrown at them.

But in the US despite the power and influence of the pro-Israeli Lobbie, there are still independent voices that can function with some freedom. 
Unfortunately, John Bolton could not give his point of view since one day before he was dismissed from his position as special advisor on National Security, accused among other things of having plunged into the ruin of the National Security Council. Whether Bolton knew or not about the assembly of these devices will remain in the anecdote, although it should be noted that due to his recalcitrant Zionist sympathy, it is possible that he had covered up any evidence of the fact with earth. It seems ironic, one of the neoconservative and ardent militant Zionist officials who would reinforce the security of America, dismissed as a simple cafeteria employee, a few hours before this scandal broke out; Undoubtedly, paradoxical. So who will bear the blame for this information booth?

Trump would never have expected that his "friend" Bibi Netanyahu would have sent him to spy, as assured by sources close to the president, revealing that he has his head only to carry his hair. Trump even made an emphatic comment after these discoveries stating "I don't think the Israelis were spying on us." Undoubtedly, this type of reasoning once again demonstrates the lack of vision and political tact of the US president, revealing at the same time the danger that this candidness with arrogance means for the security of his own nation.

The problem with Trump is that he believes that because he has granted him what no other US president gave Israel, he will be loyal and reciprocal in his returns; error. Once again Trump demonstrates his obtuse and even ignorant view of the Zionist mentality. Experts and former intelligence officials have strongly criticized the president's position, making it explicit that this is not a good sign for similar episodes to be repeated in the future.

This new episode once again remarks that the trust between Washington and Tel Aviv was never re-established, and this could unleash a dispute inside the intelligence community.

For now it has become more than clear that communications interceptions were not only aimed at listening to Trump's phones and all White House personnel, but also to senior officials and representatives of Congress with a direct line to his administration. The theft of information is something serious and when it is of state importance and implies national security, it is a crime that cannot be overlooked. The aggressiveness shown by Israeli intelligence in the collection of information (similar to what they use to kill) seems self-justified in defending their state, but many in Washington seem fed up with it.

domingo, 15 de septiembre de 2019




MIL AÑOS DE PUTIN
Admiración y fastidio son los sentimientos que despierta el mandatario ruso alrededor del mundo, incluso dentro de los Estados Unidos las opiniones están polarizadas ¿Estamos ante un estadista formidable o un astuto líder con intensiones desconocidas?

Por Charles H. Slim
Cuando la URSS se desmoronó en 1991, los especialistas del Departamento de Estado que asesoraban a James Baker e incluso los analistas del Pentágono de aquel entonces coincidieron en que Rusia no se levantaría jamás de las ruinas de aquel estado soviético que había colapsado por la profunda corrupción burocrática y su ineficacia ante la crisis económica que amenazó con causar una hambruna en las puertas del siglo XXI.

El mismo James Baker estaba complacido con los esfuerzos políticos y los resultados obtenidos a instancias de un Mijail Gorbachev que tras desperdigar la llamada “Perestroika” para reformar una economía dirigista y colapsada, una vez logrado el objetivo de sacudir desde adentro las estructuras de un estado cimentado en barro,  dejaría de servir para el proceso de transición que estaría por venir. Sin dudas que Gorbachev se dejó seducir por los cantos de sirena de los burócratas norteamericanos y pronto cayo en cuentas de ello.

Pese a que por estas latitudes los medios, que no sin más que corporaciones al servicio de quien pague mejor, siguen cantando loas a ese proceso, en realidad todo aquello fue un gran embuste. La Perestroika resulto ser un desastre para la economía rusa y fue sin dudas el “virus” (o más bien el Caballo de Troya) inoculado para que se desarticulara la ya endeble infraestructura de aquel gigantesco estado soviético. El premio por ello para Gorbachev fue el otorgamiento del Premio Nobel, un apretón de manos y un entusiasta “Thank´s” telefónico de George H. Bush pero todo eso significaba, “Aquí tienes lo tuyo, así que córrete de nuestro camino”.

Más allá del relato naif y hasta infantil que por aquel entonces difundían los medios occidentales –y que cancinamente aún repiten los medios y académicos argentinos- que hablaban del fin de la era de las sospechas, la desconfianza y de la guerra fría que mantuvo al mundo en vilo durante casi todo el siglo XX, donde supuestamente “Rusia pasaba a ser aliada y amiga de EEUU”, Washington lejos de guardar sus planes de expansión geoestratégica sobre los territorios de aquella ex Unión de repúblicas soviéticas, los acelero con miras  de entrar por la puerta de Asia Central. Al mismo tiempo respiraron aliviados cuando vieron que Boris Yeltsin, aquel político advenedizo que supo aprovechar las revueltas dentro del PC, sería el interlocutor en el Kremlin. Con él en el poder, en Washington estaban seguros que Rusia no levantaría cabeza.

Pero la aparición y ascenso de un desconocido funcionario salido del mundo de la inteligencia del estado soviético (KGB), cambiaría esas expectativas y pasarían años hasta que los norteamericanos se dieran cuenta de que habían subestimado su capacidad e inteligencia. Aquel delgado y corto hombre de aspecto gris que acompañaba a Yeltsin durante su gobierno, sería la clave de una nueva era para Rusia.  Vladimir Vladimirovich Putin quien fue presidente del Comité de Relaciones Exteriores de San Petersburgo y Jefe de la FSB recibe el poder de un Boris Yeltsin enfermo y con serios problemas de bebida, que no había logrado controlar el caos interior (especialmente con Chechenia) y mucho menos, repensar las relaciones de la Federación rusa ante el mundo.

Putin se hizo cargo de la gobernanza de un estado calamitoso y a punto de implosionar, que requería decisiones firmes y duras.

Es el mismo que logro imponer el orden y la ley en una Rusia sumida en la anomia que estaba en manos de oligarcas y de mafias que explotaban las carencias sociales por la crisis interior que vivía el país. También logró controlar las actividades terroristas chechenas y retomar los valores rusos como parte de un nuevo estado, devolviéndoles a los ciudadanos aquel orgullo de pertenecer a una nación. Pero lo que más descolocó a los estadounidenses fue la reconstrucción de una geopolítica rusa propia con una ambiciosa agenda internacional que, apoyándose en el ejercicio del derecho de veto en el Consejo de Seguridad rivalizaría con el unilateralismo que George H. Bush anuncio en 1991 como el “Nuevo Orden Mundial” y que a la vista de lo ocurrido en el Golfo Pérsico (guerra contra Iraq) parecía imposible de contraponer.  Para el Establishment estadounidense eso fue fatal.

Putin fue cauto hasta mediados de 2006 y a partir de allí con paciencia, lento pero sin pausa fue trabajando en reconstruir y fortalecer sus fuerzas armadas (en especial el Ejército y la Armada acuciadas por la baja moral y el abandono material), necesarias y estratégicas para una diplomacia sustancial ante el unilateralismo de puño de hierro con guante de seda que al amparo de operaciones de engaño como son las “revoluciones de colores” ejecutaba Washington.

El ascenso en 2008 de Dimitri Medvedev no detuvo este progreso y fue por ello que desde occidente se especulaba de la independencia de criterio de éste mandatario.

Fue así que a instancias de actos de gobierno y decisiones claramente audaces, reactivo la industria armamentística nacional, el desarrollo tecnológico y científico encarado a mejorar el campo aeroespacial y del desarrollo de misiles estratégicos que mostraría sus frutos más categóricos en marzo de 2018. Impulso el saneamiento de un estado carcomido por la corrupción y puso reglas claras a la reconstrucción del sector empresarial dejando en claro que ya no haría lo que ellos querían.
Putin reconstruyo el tejido social y estableció un nuevo paradigma de autoridad como basamento del nuevo estado.

A la par de esto, se fue configurando una diplomacia exterior firme y coherente que representada por el canciller Sergei Lavrov fue cimentando una geopolítica revitalizada y decidida a darle a Rusia un papel protagónico en los temas centrales de la región Euroasiática y más allá. Mientras EEUU estaba absorta en sus guerras en Iraq y Afganistán creyendo que obteniendo victorias que nunca llegarían, entraría por la puerta trasera, Rusia cultivaba y estrechaba sus relaciones diplomáticas con sus vecinos del Centro de Asia. Las expectativas estadounidenses de penetrar por el centro asiático, como lo vemos hoy,  fue un mal cálculo (muy errado) que aún siguen lamentando.

Putin estableció importantes relaciones con China con quién (pese a la competencia que existe por un sitial de preponderancia en Eurasia) comparten objetivos regionales en común en pos de sus intereses, han firmado varios acuerdos bilaterales que van desde la cooperación comercial, seguridad, defensa y de desarrollo energético con importantes proyectos en desarrollo y otros aún por concretar en esta área.  

En 2002 Putin firma con Bush la reducción de sus arsenales nucleares estratégicos algo que no hace mucho –gracias a Trump a instancias del sector neocon- termino yéndose  por el inodoro. Pero en ese entonces, al mismo tiempo que se acordaba esta reducción de misiles de estas características, la administración de Bush-Cheney a instancia de Bruselas prosiguió con los planes de extender la influencia de la OTAN hasta las fronteras rusas pero sin considerar las capacidades de reacción de la nueva Rusia y mucho menos de adelantar las capacidades políticas de las administraciones de Putin y Medvedev. Henry Kissinger ya lo había advertido tras una entrevista al referirse al mandatario ruso, como un mandatario con una personalidad poco común.

Entre tanto Putin extendió sus lazos más allá del atlántico constituyendo ello una movida revolucionaria en el campo diplomático y la apuesta a tejer una nueva geopolítica, estableciendo nuevos y duraderos lazos con América Latina y en particular con Venezuela que pese a los avatares y los cambios que se están dando en la región, aún perviven y se siguen desarrollando a la sombra de las continuas amenazas de EEUU y la OTAN. La ayuda naval remitida en 2017 para rescatar al submarino argentino hundido en el Atlántico sur fue muy reconocida y valorada por las familias de los tripulantes, pero desdeñada por un gobierno argentino subordinado a Londres.

En lo referente al Medio Oriente su agenda fue sin dudas la que más fastidio a Washington y a sus socios, entre ellos Israel y Arabia Saudita quienes prefieren (por costumbre y conveniencias) seguir ligados a la geopolítica de EEUU. Mientras éstos últimos conspiraban junto a Francia y Gran Bretaña para destruir a la república árabe de Siria y convertirla en un estado fallido como lo hicieron con Libia en 2011, Putin estrecho las relaciones con Damasco y cuando intentaron amedrentarlo con la utilización de armas químicas intentando culpar a Bashar Al Assad -en ataques de Falsa Bandera- e incluso  atacando a legaciones y funcionarios consulares rusos en Damasco, profundizó su apoyo con el involucramiento en la lucha por expulsar a las milicias de mercenarios (reclutados por la CIA y el MIT turco) que estaban siendo remitidas desde bases de adiestramiento en Turquía y Jordania.

También maniobro con prudencia y sagacidad ante las provocaciones (planificadas por la Casa Blanca) para involucrar a Rusia en un enfrentamiento directo con Turquía y distraerlo de las acciones en Siria. El derribo del avión “SU-24” en noviembre de 2015 fue en ese sentido, la carnada para provocar a Moscú. Pero Putin entendió la señal y lejos de reaccionar logro que el mismo mandatario turco tuviera que pedir disculpas públicas por ese ataque, llevando a que los planes de Obama se vinieran al suelo. Aquello supuso un error estratégico que Washington quiso cobrarle a Erdogan tratando de quitarlo del medio con el intento de golpe de estado de julio de 2016.

Incluso, la actual estabilidad lograda en la mayor parte de Siria es debida a Vladimir Putin y las fuerzas rusas que lograron desalojar de las ciudades más importantes a grupos armados como “Jabbat Al Nusra”, “Al Qaeda” y “Estado Islámico” para empujarlos hacia el desierto.

Ello implicó desbaratar las redes secretas y células que las agencias de inteligencia occidentales (con la complicidad de otras regionales como las sauditas, turcas e israelíes) habían montado para sostener la operatividad de éstas bandas armadas. Sin dudas, fue la muestra de una firme decisión y determinación política por cortar de raíz el origen de ésta agresión que ponía en riesgo un interés estratégico como es la presencia y permanencia de la base naval en Latakia.

A la par de esto, la fluida relación con Irán y el establecimiento de varios acuerdos bilaterales en el campo de la defensa, alivio la presión que EEUU desde hace décadas –y por presiones del Lobbie por israelí- viene imprimiendo sobre el país islámico al cual Moscú, además de apoyar la decisión iraní de suspender parcialmente el cumplimiento del acuerdo por la cuestión nuclear –abandonado por Donald Trump-, en una muestra de confianza mutua le proveyó sistemas de misiles antiaéreos S-300, algo que fastidio a Tel Aviv.

Otro logro fue la decisión de resolver de un golpe el “nudo gordiano” que representaba la situación de Crimea, un acierto estratégico y político magistral de Putin. En Ucrania tras el golpe de 2014 (urdido a la sombra del Departamento de Estado y la embajada norteamericana en Kiev), los esfuerzos de la OTAN por infiltrar la inestabilidad social en el este del país mediante agitadores, células de mercenarios y asesinos para crear confusión entre la población del Donbass fue conjurado por la incondicional asistencia de Rusia que no dejaría que a la zaga de estas operaciones negras y fomento del terror, la OTAN entrara en Ucrania.

También ha tenido y viene teniendo un papel decisivo en conflictos regionales en el sur de Asia en particular entre la India y Pakistán con quienes Rusia ha entablado relaciones simultáneas de variada índole  llegando a poder jugar en algún momento el papel de mediador en la crisis conflictiva por la región de Cachemira. Incluso más, el gobierno de la India trató de usar ésta relación –especialmente motivada por acuerdos multimillonarios- para que Moscú juegue a favor de la posición de Nueva Delhi en dicho conflicto algo que Moscú ha dejado en claro que no aceptara.

En definitiva,  pese a las tiranteces internas entre “tradicionalistas” y “progresistas” y las presiones que recibe de occidente, Putin demuestra que ha sido y sigue siendo exitoso en gobernar un país tan extenso como Rusia y claramente ambicioso por convertirse en el líder de los países que tratan de ser presionados por el unilateralismo estadounidense, dándoles la alternativa de unirse a una geopolítica de un multilateralismo más flexible, multifacético y participativo que aquella otra que el tiempo ha demostrado con creces que es una versión moderna de la metáfora del “garrote y la zanahoria”.

miércoles, 11 de septiembre de 2019



DOS MINUTOS PARA EL DESASTRE”
¿Tiene conciencia la clase política argentina y en especial los posibles candidatos a ejercer el próximo gobierno de cuáles serían las consecuencias de una posible dolarización de la economía?

Por Charles H. Slim
Mientras el mundo estudia seriamente sacudirse de la dependencia del dólar como moneda de cambio comercial a nivel internacional, en la Argentina ocurre todo lo contrario. Ir contra la corriente aun cuando ello es perjudicial para los intereses del mismo estado argentino, es un deporte nacional algo de lo cual a la altura de las actuales circunstancias, no cabe ninguna duda. Las señales que por estos últimos días se han visto en el país sudamericano lo dejan en claro. A las declaraciones anacrónicas de algunos representantes sociales ligados al candidato “K” Alberto Fernández, pasando por la severa crisis económica social y financiera (que involucra la participación del FMI), que amenaza con tragarse al gobierno macrista y a sus sucesores, se suman por estas horas los rumores de una posible dolarización de la economía lo significaría el definitivo abandono de su moneda soberana.

La misma sociedad que voto a Cristina Fernández de Kirchner, fue la que le dio su voto a Mauricio Macri en 2015 y hoy estos mismos son quienes tras derribarlo lo están pateándolo en el suelo.

Será esta sociedad ambigua e hipócrita la que enterrara a su moneda sin tomar dimensión de lo que ello acarreará. El refugio en el dólar como la moneda de ahorro consuetudinario, ha llevado a muchos economistas a señalar la conveniencia de una dolarización como solución ante la escalada hacia una Hiperinflación. Pero los cerebros detrás de estas hipótesis pareciera que no ven lo que está sucediendo dentro de la economía doméstica estadounidense (acuciada según Max Kaiser por un “Vandalismo financiero”) y con su moneda alrededor del globo y los próximos pasos de Donald Trump en referencia a tratar de complicar a la economía china con una posible recesión.

Algunos analistas ya lo venían vaticinando desde hace unos años. Trump es un hombre de negocios y conoce muy bien cómo se manejan los intrincados hilos de la banca financiera y es por ello que conoce cuales son los alcances y las consecuencias que tiene ello en el comercio internacional. Con una política netamente proteccionista que ha cerrado las importaciones a productos de otros países –en particular a los chinos- Washington intenta que otros países (en especial los de la UE) adopten esta postura sin importarle que ello produzca una crisis económico-financiera en cada uno de estos países que puedan adoptarla.

Es por eso que Trump y su Departamento de Estado  -con Mike Pompeo a la cabeza- ha adoptado esta política económica como una nueva estrategia para continuar con la agenda del Establishment norteamericano, por medio de la cual prescinde de los costosos despliegues y las impopulares intervenciones militares que devoran recursos económicos del Tesoro federal sin resultados ciertos. El control de las finanzas internacionales lleva a controlar el comercio y las economías de los países, pudiendo presionar a aquellos gobiernos que se opongan a estas políticas o simplemente no sean del agrado de Washington.

Los ejemplos de cómo se articula esta política ilícita y sucia de coerción económica y comercial internacional vienen desde hace tiempo pero se fueron perfeccionando en su amplitud y profundidad tras la guerra contra Iraq en 1991 con –al amparo de las resoluciones de Naciones Unidas- la imposición de sanciones de todo tipo contra la nación árabe que se extendieron por trece terribles años en los cuales, se le privó a Bagdad la posibilidad de manejar su dinero producto de la explotación y  producción petrolera y mucho menos, recuperar los activos de las cuentas bancarias en el exterior. El daño causado por esto fue indescriptible y millones de iraquíes –y en particular los más de 500.000  niños que murieron por falta de alimentos y medicinas-  lo padecieron en forma lenta y progresiva.

De esta manera los subsecuentes asesores del Departamento de Estado, fueron dándole un mayor protagonismo a estas medidas como un arma de presión central que no se queda en lo financiero y económico sino que tiene una poderosa incidencia sobre la psiquis de los gobernantes presionados y en especial, sobre toda su población.

Aunque ello ha sido muy útil y eficaz para ahorcar a las economías de países pequeños (Iraq, Siria, Cuba y Corea del Norte) no lo ha sido para presionar a países con una mayor extensión geográfica y mucho menos contra países emergentes como Rusia que, además de haber venido creciendo en su economía interna a un ritmo aceptable ha reforzado su diplomacia con expectativas de ampliar su política exterior mediante la impulsión de un multilateralismo que ya venía siendo implementado por la Venezuela Bolivariana de Hugo César Chávez.

Ante esto, Rusia debió y sigue teniendo que tolerar las políticas agresivas de Washington. Para contra restar la batería de sanciones impuestas por EEUU, Moscú ha impulsado una política de relaciones comerciales regionales llevando a que se firmen importantes convenios que rompen con las vallas financieras y comerciales que, como el dólar como única moneda de intercambio, condicionan especialmente el intercambio en el mercado del petróleo.

Otros aspectos de esta proyección rusa pueden verse en su profundización en las relaciones bilaterales con China, Turquía, Irán, Pakistán y la India llevando a que, cada uno en sus áreas específicas, vean satisfechas con un socio regional sus necesidades comerciales y financieras pudiéndose ver en breve la posibilidad de un reemplazo definitivo del dólar por el Yuan y/o el Rublo.

Los actuales entuertos que EEUU viene teniendo con China están tratando de ser llevados a este escenario financiero como una forma de tratar de desestabilizar la economía del gigante asiático desde adentro. Así como la intervención militar directa fue una herramienta medianamente útil para doblegar a los países árabes islámicos en el comienzo del siglo (Afganistán e Iraq), hoy lo es la coerción y el chantaje financiero.

Pero pese a ello, hay una severa crisis en torno a la moneda estadounidense que como lo señaló el jefe del Banco de Inglaterra Mark Carney, puede ser aprovechado por los banqueros y financistas europeos para reemplazarla por una nueva moneda, posiblemente virtual.  También señala que si bien China es un serio candidato a desplazar la hegemonía del dólar en el comercio de Asia central y más allá, todavía no se encuentra preparada para ocupar ese lugar.

Carney también señala que el papel del FMI es fundamental para el establecimiento de una moneda global que reemplace al dólar, siendo las opciones más avanzadas las criptodivisas para sustentar una economía netamente digital.

Pero en Argentina ninguno de sus políticos del oficialismo ni de la oposición ni de sus expertos en política económica y financiera ha reparado en estas actuales circunstancias y los debates que se están dando en este tema, con lo cual reina la incertidumbre sobre cómo se posicionara el país ante estas circunstancias y la posible dolarización de su economía. Hay una guerra comercial entre EEUU y China y en breve se especula con la posible creación de una recesión global impulsada por Trump que de producirse, sacudirá a todos los países con particulares consecuencias en cada una de sus economías y se sabe, que esto traería la caída del empleo, detención de la producción, falta de alimentos y con seguridad la provocación de una o varias guerras regionales incentivadas por este marco y los fabulosos negocios que la misma trae para la industria armamentística. Entonces algunos se preguntan ¿Cuáles son las herramientas del próximo gobierno argentino para protegerse de esto?